Los dinosaurios, un ejemplo para especular sobre nuestra prehistoria

Los dinosaurios, un ejemplo para especular sobre nuestra prehistoria

Realmente conocemos muy poco sobre lo que sucedió antes del supuesto Diluvio Universal o antes del final de la última glaciación. Solamente los restos fósiles que encontramos nos dicen algo sobre lo que pudo suceder en un remoto pasado. Por ello considero que, en todos los casos en que la ciencia habla del pasado, se está especulando cuando se hacen deducciones sobre este pasado. Por ello, yo también me atrevo a especular en este artículo en base a los pocos datos que tenemos a nuestra disposición. Tenemos, por ejemplo, el pteranodon, que pertenece a un género extinto de pterosaurio pteranodóntido, no considerado propiamente como un dinosaurio, aunque convivió con ellos y lo podríamos considerar primo hermano de aquellos. Lo utilizamos como uno de los ejemplos para explicar nuestras hipótesis. Entre ellos se incluían algunos de los reptiles voladores más grandes conocidos, con envergaduras de más de 7 metros. Existieron durante casi toda la Era Mesozoica, entre hace unos 228 y 66 millones de años. Fueron los primeros vertebrados que parece conquistaron el aire, aunque esto seguramente no lo sabremos nunca con seguridad. Parece extraño que un animal, que se había extremado tanto en reducir su peso a un mínimo para volar, desarrollara una cresta ósea alargada en su cráneo. Un comentario editorial en el The Aeronautical Journal de 1914 decía lo siguiente: “Es obvio que un animal volador que ha reducido su peso al máximo, difícilmente habría desarrollado una larga cresta a costa de, o sin efecto sobre, su capacidad para volar. Es decir, la cresta debió de tener alguna ventaja aerodinámica para su propietario para que pudiera evolucionar en la medida que lo hizo. No es difícil ver que este tipo de cresta pudo ser muy útil desde el punto de vista de la estabilidad“. Es evidente la extrema importancia que posee la disposición de las aletas para la estabilidad de los aeroplanos, por lo que cuando el pteranodon dirigía su pico hacia abajo, movía una gran área de aleta hacia atrás y abajo. Sin embargo, cuando el pico bajaba, se elevaba la cresta para compensar el efecto. Ello indica que el pteranodon estaba equipado con un mecanismo automático de estabilización. Cuando el zoólogo y paleontólogo de la Universidad de Reading, Cherrie Bramwell, introdujo los datos del pteranodon en el ordenador de la Escuela de Aeronáutica, se descubrió hasta qué punto estos planeadores naturales estaban avanzados. El ordenador estaba programado para examinar el comportamiento de vuelo de los planeadores construidos por el hombre y no necesitó ningún ajuste para el pteranodon. Parece ser que con velocidades superiores a unos 32 km por hora, el pteranodon podía girar sus alas hacia atrás en forma de V. Esto provocaba una disminución de la velocidad de descenso y es el principio empleado por los aviones a reacción con alas de geometría variable: un principio descubierto de nuevo después de 70 millones de años. Pero si la evolución consiste en mutaciones al azar para adaptarse al entorno, ¿cómo es posible que estas mutaciones se produjesen aplicando sofisticados conocimientos aeronáuticos, 70 millones de años antes de que la ciencia descubriese esta funcionalidad? ¿Cómo es posible que se previera la utilidad futura de esta cresta y se iniciase un proceso evolutivo, mediante mutaciones del ADN, para irla implementando? Tal vez la respuesta esté en una intervención externa o a que el ADN es realmente un sistema similar a un algoritmo de Inteligencia Artificial muy sofisticado, que tiene la facultad de aprender a partir de determinada información, que tendría que incluir una visión del futuro.

Pero yendo más a fondo en la evolución, a lo largo de la vasta extensión del tiempo geológico, observamos dos saltos evolutivos sorprendentes en los animales vertebrados. Uno fue la posibilidad de volar y el otro el paso del agua a la tierra. En ambas ocasiones estuvo implicada la conquista de un mundo nuevo y extraño y todo ello haciendo frente a obstáculos aparentemente insuperables. Uno de estos pasos gigantescos ocurrió cuando los vertebrados se elevaron por primera vez en los aires, accediendo así a un medio completamente nuevo de colonización y a una forma nueva de existencia que exigía estructuras locomotoras y sensoriales nuevas y complejas. La forma de cómo y por qué los reptiles terrestres desarrollaron por primera vez alas con plumas, potentes músculos para volar y extensos centros de coordinación en el cerebro, sigue siendo una cuestión abierta al debate. Si hacemos caso de la selección natural darwiniana, el proceso de elevación en el aire debió de ser gradual, implicando muchas fases de evolución. Sin embargo, cada fase en el desarrollo de un ala debió de ser funcional, habiendo sido escogido entre una miríada de variaciones aleatorias que tuvieran alguna utilidad. La selección natural, después de todo, funciona adoptando todas aquellas estructuras que proporcionen a su propietario una ventaja positiva sobre aquellos que no las posean. ¿Pero cómo pudo haber un desarrollo por etapas de las alas? Sólo el producto acabado es funcional, como pensaron algunos de los contemporáneos de Darwin. El biólogo británico George Jackson Mivart (1827 – 1900) pensaba que las modificaciones constantes y progresivas que finalmente daban lugar a una estructura completamente integrada, tal como un ala, no se ajustaba al modelo propuesto por Darwin, basado en la selección natural. En lugar de ello, Mivart se vio obligado a considerar que las alas y todos sus atavíos armoniosos surgieron de repente, como si existiera algún mecanismo interno de control. Ello nos llevaría a la idea que, al igual que en el caso del surgimiento repentino del Homo Sapiens, también en este caso habría habido algún tipo de manipulación genética por parte de “alguien” o por algún factor externo aún no conocido.

Sin embargo, si considerásemos que las alas de las aves no pudieron haber surgido de modo espontáneo, mediante un sorprendente salto evolutivo, tal como propuso Mivart, debemos reconocer que la evolución de las alas continúa siendo un gran enigma. El problema es que para que un ave pueda volar, antes necesita tener plumas, músculos para volar y las adaptaciones esqueléticas necesarias, como el esternón. Pero si es necesario que antes de volar disponga de estas características, su ADN, ¿sabía que tendría que desarrollar estos elementos para posteriormente poder volar? Además, hasta que la capacidad de volar no estuviese plenamente desarrollada, estaría a merced de los terribles dinosaurios depredadores. De nuevo nos enfrentamos a la disyuntiva de que, o bien hubo una intervención externa, o bien que el ADN es realmente un sistema similar a un algoritmo de Inteligencia Artificial muy sofisticado, que tiene la facultad de aprender a partir de determinada información y de prever el futuro. Según muchos científicos, los reptiles, o su ADN, no tenían la capacidad de previsión para darse cuenta de que iban a necesitar, por ejemplo, plumas si querían volar. La explicación del misterio, si no aceptamos la intervención externa, es que cada uno de los componentes que, en conjunto, llegarían a volar, originariamente debieron de haber sido desarrollados por algún motivo que no fuera el de permanecer en el aire. Sólo cuando todas las estructuras indispensables estuvieron presentes pudieron ser conectadas para una nueva función. Todo ello implicaría una inteligencia con visión de futuro detrás de ello. Tendríamos que explicar por qué las plumas, alas, etc., fueron desarrollados antes de que estas aspirantes a aves fueran capaces de volar. ¿Para qué habían servido al principio? Las aves no pueden lanzarse de los árboles si no tienen las alas con plumas, por lo que debieron de desarrollar las alas antes de subirse a los árboles. ¿Pero cuál era la función primitiva de estas estructuras sólo útiles en el futuro cuando pudiesen volar? Hay que reconocer que los actuales planteamientos científicos tienen muchas lagunas, entre ellas las de la vulnerabilidad del vertebrado mientras se estuviese evolucionando hasta tener alas funcionales. Vemos pues que algunos saltos evolutivos repentinos, como el del Homo sapiens en su momento, o el de la evolución hacia la capacidad de volar, trascienden la idea de una lenta evolución basada simplemente en la selección natural de los más fuertes o resistentes, cuando, por ejemplo, la transición evolutiva hasta tener alas no hacia a estos vertebrados más fuertes o resistentes que los otros, sino todo lo contrario.

Pero aún tenemos otro misterio a resolver. Se trata de otro prodigioso salto evolutivo llevado a cabo por los vertebrados, como sería la colonización de la tierra firme por animales anfibios o peces. En el período devónico, hace aproximadamente 400 millones de años, todo parece indicar que los vertebrados más avanzados eran peces revestidos de una coraza ósea. Mientras tanto, en tierra firme se estaban estableciendo rápidamente los primeros insectos y plantas arcaicas. Es evidente que allí había un nuevo mundo a explotar. Las investigaciones indican que existían dos tipos de peces en el período devónico que ya poseían pulmones para respirar aire, Se trataba del pez pulmonado, con descendientes bastante especializados que actualmente viven en Australia, África del Sur y América del Sur, y el pez de aleta carnosa, cuyo único descendiente conocido, el famoso celacanto, fue pescado al arrastre en el lecho oceánico en la costa de East London, África del Sur en 1938, 70 millones de años después de su supuesta extinción. Se conoce que el celacanto ha convertido su pulmón en una vejiga llena de grasa. Aunque hoy en día son raros, éstos eran los peces más comunes en el devónico. Probablemente vivían en los lagos pantanosos que, en ocasiones, se volvían sucios. Debido a que el agua estancada no tenía suficiente oxígeno, el tragar aire se convirtió en una necesidad para que el pez pudiera seguir vivo. De esta forma las vejigas que, originalmente probablemente eran órganos hidrostáticos llenos de gas, que capacitaban al pez para seguir flotando, actuaban ahora como pulmones, ayudando a las agallas en caso de escasez de oxígeno. Sin embargo, para poder inspirar aire los peces necesitaban alejarse del fondo del agua y es en este punto donde la aleta carnosa encontró su plena justificación. La aleta pectoral de estos peces estaba compuesta no sólo de un lóbulo carnoso, sino también de un esqueleto óseo interno, que puede ser equiparado, hueso por hueso en su región proximal con el de los anfibios y de hecho con los miembros de todos los vertebrados que surgieron posteriormente. Cuando finalmente las charcas se fueron secando lentamente, haciéndose inhabitables para otros peces, los peces con pulmón pudieron seguir con vida inspirando aire.

Cuando las charcas se secaron por completo, y los peces quedaron varados fuera del agua, la aleta carnosa podía seguir respirando levantando la garganta-bomba del suelo para coger aire. Mientras tanto, el pez pulmonado tenía que hacer madrigueras en los bancos de arena para pasar el verano en estado de entorpecimiento hasta la época de las lluvias. De hecho el pez pulmonado había llegado a un callejón sin salida en su evolución. Fuera del agua, los pulmones serían inútiles y el pez se ahogaría al no tener un apoyo para levantar el tórax del suelo. Al emplear el movimiento natural de popa a proa de la aleta, el apoyo podría ser utilizado para que el anfibio se desplazara para buscar más agua. De esta forma, los peces de aletas carnosas del devónico ya estaban adaptados para sobrevivir fuera del agua, mientras aún estaban viviendo en él. Ya habían desarrollado el equipo necesario. A pesar de que algunos peces no abandonaron el agua de forma voluntaria, ya que se supone que sólo lo hicieron bajo una gran presión ambiental, finalmente salieron de él, y suponemos que es a estos pioneros a los que debe su existencia toda la subsiguiente vida vertebrada terrestre. Pero ¿cuáles eran los requisitos previos para la vida en la superficie terrestre? En lugar de agallas, los peces que se aventuraran a tierra firme necesitarían pulmones para respirar el aire atmosférico. Pero, otra vez, ¿cómo podían saber los peces, o su ADN, que necesitarían desarrollar unos pulmones para su futuro desarrollo fuera del agua? Además, salvo que fuese repentino, durante el tiempo en que desarrollaran sus pulmones en lugar de agallas, ¿cómo se las arreglarían para vivir en el agua? Otra vez un misterio si no aplicamos la misma idea de una intervención externa o de que el ADN sea realmente un sistema similar a un algoritmo de Inteligencia Artificial muy sofisticado, que tenga la facultad de aprender a partir de determinada información y de prever el futuro.

Ya que hablamos de Inteligencia Artificial, detengámonos un rato explicando en qué consiste. Una de las características más importante de la actual Inteligencia Artificial es su capacidad para aprender automáticamente. Para verlo empecemos con un ejemplo sencillo. Imaginad que tenemos que escribir un programa informático para detectar si un correo electrónico es correo basura (spam) o no. Podríamos comenzar intentando eliminar los correos que contuviesen algunas palabras clave, que pondríamos en una base de datos. Pero habría dos problemas: 1) Sería prácticamente imposible que se nos ocurriesen todas las palabras, o combinaciones de palabras, que poner en la base de datos. Así que seguiríamos recibiendo cierta cantidad de mensajes de correo basura. Asimismo, probablemente algunos correos serían clasificados como correo basura sin realmente serlo, perdiendo, de este modo, algunos mensajes útiles. Podríamos mejorar nuestra base datos añadiendo otra base de datos con otras combinaciones de palabras que estuviesen autorizadas como no siendo correo basura. Pero sería muy laborioso y quienes envían correos basura acabarían encontrando la forma de saltarse las reglas que hubiésemos puesto. Utilizando técnicas de Inteligencia Artificial y especialmente el Aprendizaje Automático (Machine Learning), podremos ahorrarnos el trabajo antes mencionado. Podemos aportar a un algoritmo de Inteligencia Artificial una lista de correos deseados y otra de correos basura. Esta es todo la información que la Inteligencia Artificial necesita para aprender la diferencia entre ambos. No sólo nos ahorrará el trabajo de hacerlo, sino que los resultados serán mejores de lo que nosotros podríamos haber hecho. A partir de aquí, el algoritmo de Inteligencia Artificial aprende automáticamente a detectar correos electrónicos no deseados. La forma de aprender de la inteligencia artificial depende del tipo de aprendizaje automático que estemos usando. El aprendizaje supervisado recibe este nombre porque necesita que siempre le enseñemos la respuesta correcta. Por ejemplo, para resolver el problema de clasificar correos electrónicos como correo basura o no, necesita que le demos ejemplos históricos adecuadamente clasificados. En otras palabras, para cada caso de ejemplo que le demos, necesita saber si el correo era correo basura o no. Sabiendo cuál era la respuesta correcta, la Inteligencia Artificial aprende de sus propios errores. Muchos algoritmos supervisados empiezan dando respuestas aleatorias y después van mejorando a medida que aprenden de sus errores. El aprendizaje supervisado es muy útil cuando queremos que la Inteligencia Artificial realice una determinada tarea en el futuro. Esta característica hace que este tipo de aprendizaje automático sea muy útil para muchos entornos. En el entorno empresarial, el aprendizaje supervisado también se conoce como «análisis predictivo«. Como ejemplos de aprendizaje supervisado tenemos: calcular la probabilidad de que se efectúe un click en un anuncio; estimar si el cliente de un determinado banco será capaz de devolver un crédito; el traductor de Google; el reconocimiento y síntesis de voz; estimar cuántas visitas va a tener un artículo en la web; la generación de música por ordenador.

El aprendizaje no supervisado, como es obvio, no necesita supervisión. Esto quiere decir que no necesita que le digamos cuál es la respuesta correcta. También significa que no podemos calcular el posible error de sus resultados. Cuando usamos aprendizaje no supervisado, la Inteligencia Artificial aprende de los datos mismos, que pueden estar entre lo que llamamos Big Data (conjuntos de datos tan grandes y complejos que precisan de aplicaciones informáticas no tradicionales de procesamiento de datos para tratarlos adecuadamente) o en una base de datos. El aprendizaje no supervisado es útil cuando queremos entender mejor nuestros datos históricos. Puede tener implicaciones en el futuro pero no es tan obvio. La principal ventaja de cara al futuro es que nosotros, los humanos, entendemos mejor nuestros datos. Con este nuevo conocimiento revelado por la Inteligencia Artificial, podemos tomar mejores decisiones. Como ejemplo tenemos que algunos supermercados usan aprendizaje no supervisado para entender mejor los datos de sus clientes. Hay que tener en cuenta que los supermercados generan muchísimos datos. Entre ellos, están los datos de lo que cada cliente compra. Aunque no tengan forma de saber quién eres, en el caso de clientes sin tarjeta del supermercado, sí saben lo que un cliente anónimo ha metido en el carro de la compra. Cuando le damos al algoritmo de Inteligencia Artificial los datos del carro de la compra, no le decimos lo que tiene que hacer con ellos. En este sentido no hay ninguna «solución correcta». Sólo le pedimos que analice los datos y nos diga si hay algo interesante en ellos. Usando aprendizaje no supervisado, hace tiempo se descubrió que muchos de los carros de la compra que tenían cerveza, curiosamente también tenían pañales. Esta relación sobre datos históricos nos permite idear una estrategia, como poner una marca de pañales al lado de la cerveza. El resultado de esta estrategia fue que muchos clientes compraron los pañales de la marca el supermercado sólo por la comodidad de tenerlos al lado de las cervezas. Como ejemplos de aprendizaje no supervisado tenemos: la ayudar a elegir qué medidas del cuerpo humano hay que usar para distintas tallas; comprimir imágenes, aunque implique una pérdida de calidad; sistemas de recomendación como, por ejemplo, los que usan Netflix o Amazon.

El aprendizaje semi supervisado está en medio del aprendizaje supervisado y del aprendizaje no supervisado. utiliza datos etiquetados, como en el aprendizaje supervisado, y también datos no etiquetados, como en el aprendizaje no supervisado. Conseguir datos etiquetados, en algunos casos, es bastante complicado. Por ejemplo, si queremos construir nuestro sistema de detección de correo basura, alguien tiene que decidir cuáles mensajes son correo basura y cuáles no. Y ese alguien somos nosotros, los humanos. Necesitamos hacer este trabajo manual para que la Inteligencia Artificial pueda aprender qué es lo que tiene que hacer. Usando una estrategia de aprendizaje semi-supervisado, podríamos etiquetar manualmente algunos correos electrónicos y dejar que la Inteligencia Artificial aprenda y empezar a usarlo. No va a funcionar tan bien como si hubiésemos etiquetado más correos. Pero por lo menos, podríamos empezar a utilizar el sistema anti-correo basura antes. Seguramente tendríamos correos mal clasificados, pero conforme los fuésemos etiquetando correctamente el algoritmo de Inteligencia Artificial iría aprendiendo mejor. Por ejemplo, si usamos el correo de Google, (gmail), cada vez que marcamos un correo como correo basura, estás ayudando a todos los demás usuarios de gmail, ya que los algoritmos de Inteligencia Artificial de Google usan crowdsourcing (colaboración distribuida) para que funcione muy bien con muy poco trabajo individual, aunque realmente sea mucho trabajo si contamos a todas las personas que contribuyen. Como ejemplos de aprendizaje semi-supervisado tenemos: el reconocimiento facial; la detección de correos basura y el aprendizaje por refuerzo. El aprendizaje por refuerzo es una especie de aprendizaje supervisado, sin llegar a serlo. En el aprendizaje supervisado, para cada dato que utilizamos como ejemplo, también decimos cuál fue la solución correcta. En cambio, en el aprendizaje por refuerzo, no podemos dar la solución correcta hasta saber lo que la Inteligencia Artificial va a hacer. Normalmente hará muchas cosas, pero sólo sabremos si lo hizo bien o mal al cabo de un cierto tiempo. Como ejemplo tenemos que la Inteligencia Artificial aprende a ganar al ajedrez mediante aprendizaje por refuerzo. Tal vez sepas que AlphaZero ha ganado a los mejores jugadores de ajedrez y de go, un complejo (más que el ajedrez) juego de tablero de estrategia para dos personas. Se originó en China hace más de 4000 años y fue considerado una de las cuatro artes esenciales de la antigüedad China.

Si queremos que un algoritmo de Inteligencia Artificial aprenda a ganar a los seres humanos, o a otros programas de ordenador, en estos juegos, no podemos decirle cuál es la solución correcta. Al decírselo, como máximo sólo podría ser tan bueno como nosotros o como otros programas de ordenador. La evolución que significa AlphaZero, un programa desarrollado por la empresa inglesa DeepMind, adquirida por Google en 2014, amenaza con cambiarlo todo. El rasgo diferencial de este sistema de aprendizaje profundo o de refuerzo de la Inteligencia Artificial, que de momento se ha aplicado al ajedrez y a otros juegos de estrategia, es que no necesita del conocimiento de la supervisión humana para adquirir en solo unas horas un nivel de entendimiento del juego superior al del mejor de los humanos. No sólo es superior a nosotros por su capacidad superlativa de manejar millones de cálculos por segundo y analizar todos los patrones de desarrollo estratégico posibles, sino que también nos supera en características que creíamos exclusivas de las personas, como la intuición, la creatividad, la capacidad de tomar riesgos e incluso el talento para generar belleza a través del juego. Si queremos que la Inteligencia Artificial juegue mejor que nosotros, tenemos que enseñarle las reglas del juego y luego dejarle aprender por sí mismo, a la rapidez que le permitan las capacidades de computación que utilice. Sólo así podrá encontrar soluciones creativas, poco comunes y geniales. El aprendizaje por refuerzo es el tipo de aprendizaje más difícil. La razón es que la Inteligencia Artificial no puede saber cómo de buena es la acción que acaba de realizar, por lo que no puede calcular cuál ha sido su error. Tiene que esperar al final de la partida puede saber si ha ganado, empatado o perdido. Esta es la única información que tiene, lo que le permitirá deducir si ha cometido o no un error. En el aprendizaje por refuerzo, la Inteligencia Artificial aprende de sus éxitos y de sus fracasos. Con el avance de la Inteligencia artificial y del genoma humano, empezamos a entender que el ADN es equivalente a un super sofisticado algoritmo de Inteligencia Artificial.

¿Y que podemos decir sobre el ADN? Ahora que hemos conseguido la secuenciación del Genoma Humano conocemos el código con el que está programado nuestro cuerpo y el de otras especies animales. Y ahora, mediante CRISPR, contamos con las herramientas necesarias para editar ese código genético con sencillez y rapidez, aunque todavía no está claro que con seguridad. Ello hace que podamos comprender que otras inteligencias en el pasado pudieron modificar nuestros genes con determinados fines y que tal vez ello nos convierta en nuevos “dioses” que podamos crear o modificar seres vivos. Tal vez solo era un juego que consistía en crear, probar y destruir distintas criaturas, en función de criterios que se nos ocultan, como en su momento pudieron ser los dinosaurios. La novedosa tecnología CRISPR es una herramienta de edición del genoma que actúa como unas tijeras moleculares capaces de cortar cualquier secuencia de ADN del genoma de forma específica y permitir la inserción de cambios en la misma. CRISPR-Cas ofrece a los científicos la posibilidad de cambiar una secuencia de ADN de una forma fácil, rápida y precisa en diferentes puntos concretos del genoma dentro de un organismo vivo. Aunque recordamos que todavía no está clara la seguridad en su utilización. En realidad, el sistema CRISPR-Cas es un mecanismo de defensa empleado por algunas bacterias para eliminar virus o plásmidos invasivos. De esta forma las ciencias de la salud y la biología han comenzado a funcionar bajo los mismos principios que las tecnologías de la información, por lo que, gracias a ello, están empezando a evolucionar exponencialmente. Aplicando las ideas de la programación de ordenadores a la bioquímica y a la genética, podemos programar de la misma forma que programamos los ordenadores y el software. Conocer la historia del descubrimiento de CRISPR nos ayuda a entender su utilidad para aplicarlo en ámbitos como la medicina, la alimentación y la agricultura. Pero si no tenemos conocimientos sobre bioquímica y genética puede ser difícil comprender parte de la terminología en relación con los descubrimientos realizados. Pero ello no es un problema, porque lo más importante es la aplicación que se pueda dar a esta tecnología. Jennifer Anne Doudna es una bioquímica estadounidense, catedrática de Química y Biología celular y molecular en la Universidad de California, Berkeley. Asimismo ha sido investigadora en el Instituto Médico Howard Hughes desde 1997. Sin duda Jennifer Doudna se ha convertido en la cara visible de esta gran revolución en el ámbito de la genética, representada por CRISPR. Hay que destacar su papel a la hora de promover un proceso de reflexión sobre cómo se va a utilizar esta tecnología en lo que se refiere a la modificación genética de los seres humanos. Sobre todo en lo que respecta al diseño de embriones con características genéticas que les podrían hacer superiores al resto de los seres humanos. El comité de bioética de la Unesco solicitó en 2015 una moratoria para no aplicar todavía la edición genética a óvulos, espermatozoides y embriones humanos, dado que las alteraciones efectuadas se transmitirían a las generaciones siguientes, con posibles consecuencias indeseadas. Las grandes empresas de la industria farmacéutica han visto en CRISPR una gran oportunidad para mejorar sus productos, por lo que se han lanzado a investigar en este ámbito y sobre todo a colaborar con las empresas que cuentan con las patentes de dicha tecnología. De todos modos, habrá que reflexionar sobre cómo la tecnología CRISPR puede llegar a configurar cómo será el futuro de la humanidad. Y según la dirección que se siga podrá ser beneficiosa o perjudicial para la humanidad. Y aquí, de nuevo nos podemos preguntar: ¿hubo alguien en el pasado que fue capaz de llevar a cabo manipulaciones genéticas?

A partir de la década de 1960 el número de paleontólogos que defendía la hipótesis de los dinosaurios de sangre caliente se fue haciendo cada vez mayor y las pruebas acumuladas en su favor aumentaron hasta hacerse prácticamente irrebatibles veinte años después. Hoy en día, a pesar de que las ideas populares sobre estos extraordinarios seres no se han desprendido aún de conceptos ya anticuados, son muchos los expertos que están de acuerdo en considerar a los dinosaurios como animales de sangre caliente, con especialidades complejas y con niveles avanzados de organización social. Hemos estado hablando sobre los reptiles, refiriéndonos a ellos como a animales de «sangre fría». Sin embargo, éste es un término inapropiado ya que en muchos casos su sangre no es, en absoluto, fría. Las características típicas que distinguen a los reptiles de los mamíferos y de las aves son que los primeros no dependen del calor producido interiormente. Los músculos y órganos corporales de las criaturas de «sangre caliente» producen el suficiente calor como para mantener el cuerpo a una temperatura alta, estable, proceso que es controlado por el hipotálamo en el cerebro. Los reptiles, sin embargo, dependen del calor del Sol y del aire circundante para calentar sus cuerpos. Por esta razón es más correcto llamarlos ectotermos, ya que dependen de fuentes de calor externas para elevar su temperatura corporal, en contraste con las aves y los mamíferos endotérmicos. El alto nivel de metabolismo y rápida producción de energía supuestos en el dinosaurio, no lo sitúan junto a los reptiles de sangre fría, sino posiblemente junto a los mamíferos y las aves de sangre más caliente. Los cálculos del paleontólogo norteamericano Robert Bakker sobre el flujo energético en las comunidades de dinosaurios, hacían que pareciese probable que la baja relación entre carnívoros y herbívoros se debiera a que éstos eran de sangre caliente y no a alguna peculiaridad en la estructura de la comunidad o incluso conservación selectiva. Según Bakker: «El análisis de los flujos de energía indica claramente, que los balances de energía de los dinosaurios eran similares a los de mamíferos grandes y no a los de lagartos del tamaño de un elefante». Esto aún hace más incomprensible que se extinguieran los dinosaurios y otras especies, pero que otras especies, como los mamíferos, también de sangre caliente, no se extinguieran. Si hubo un factor, como un asteroide gigante o grandes erupciones volcánicas, como las de los traps del Decán, en la India, se explicaría una extinción de individuos de múltiples distintas especies, pero no de unas sí y otras no. Ello nos lleva a considerar la hipótesis de algún tipo de manipulación genética sobre determinadas especies, para causar su extinción. Esto también explicaría, en un pasado más remoto, la aparición de seres que nos parecen tan monstruosos, como los dinosaurios.

Aquí relatamos, como ejemplo, aunque no sea aparentemente un caso de manipulación genética sino de hibridación, el caso de los Nefilim de la Biblia, que eran gigantes violentos que tenían fuerza sobrehumana. Se decía que eran hijos de unos ángeles caídos que se unieron a mujeres humanas en la época de Noé. El relato bíblico del Génesis nos dice que “los hijos del Dios verdadero empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas”. Estos “hijos del Dios verdadero” eran seres espirituales que se rebelaron contra él, “abandonaron su propio y debido lugar de habitación” en el cielo, tomaron forma humana (???) y se unieron con todas las mujeres que quisieron. De esta unión antinatural nacieron unas criaturas híbridas fuera de lo común. Los Nefilim eran gigantes que intimidaban a los demás y que llenaron la tierra de violencia. El Génesis los describe como “los poderosos […] de la antigüedad, los hombres de fama”. Tras su paso dejaron un legado de violencia y miedo. Jehová trajo un diluvio universal para destruir aquel mundo violento, por lo que los Nefilim murieron junto con la gente malvada. Los únicos que sobrevivieron fueron Noé y su familia, pues se habían ganado la aprobación de Jehová. Tal vez esta intervención externa se produjo también en otras épocas más antiguas para crear y eliminar criaturas que habían sido creadas mediante manipulación genética.

La evidencia parece indicar que la postura y la locomoción erguidas probablemente no son posibles sin un metabolismo elevado y una alta y uniforme temperatura corporal. Y muchos dinosaurios andaban erguidos. Por ejemplo, manadas de Triceratops con postura de rinoceronte eran cazados en las llanuras mesozoicas por carnívoros bípedos de tamaño gigante similar. Estos dominantes reptiles mesozoicos probablemente compartieron el secreto del éxito de los mamíferos. Todo indica que también eran animales de sangre caliente. Como corolario, la marcha de los dinosaurios a latitudes más frías del norte, a las que podían hacer frente con su propio suministro de calor, hace que prácticamente sean inservibles como indicadores térmicos. En los museos, los dinosaurios bípedos frecuentemente eran restaurados con las piernas en plena zancada. Una vez reconocido el hecho de que estos dinosaurios «erguidos» podían moverse con bastante rapidez, los paleontólogos comenzaron a estudiar la mecánica de los miembros y las posturas más eficaces para poder correr. Es curioso que se diga que los primates ampliaron su inteligencia cuando se volvieron bípedos, sin considerar lo mismo para los dinosaurios bípedos. Actualmente, tal como hemos visto, es corriente reconstruir estos bípedos con la cola extendida y rígida como un tendón que actúa como contrapeso y con la columna vertebral horizontal, enfundada en tendones en muchos dinosaurios para evitar que ésta se hunda. Estos revestimientos eran de máxima importancia para contrarrestar los efectos de la gravedad. En el Deinonychus, un carnívoro de poco más de 2,4 metros de largo, que vivía en Montana a principios del cretáceo y sin duda el dinosaurio más extraordinario hallado en los últimos años, estos revestimientos habían llevado a extremos sin precedentes. Las facetas de articulación de las vértebras de la cola habían crecido formando varillas, que alcanzaban los 45 centímetros de longitud y que encajaban en las vértebras formando una unidad rígida que servía de ayuda para mantener la estabilidad dinámica. El pie del Deinonychus es, posiblemente, la prueba más reveladora, desde el punto de vista anatómico, de los hábitos de los dinosaurios en el sentido de que éstos debieron de ser cualquier cosa menos «reptiles» en su conducta, en sus reacciones y en su forma de vida. Este dinosaurio tuvo que ser un animal de carrera rápida, altamente depredador, extremadamente ágil y muy activo, sensible a muchos estímulos y rápido en sus reacciones de respuesta. Esto, a su vez, indica un nivel de actividad poco corriente para un reptil y sugiere la existencia de un índice metabólico alto. Las pruebas en favor de esa teoría radican principalmente, aunque no de modo exclusivo, en el pie.

Pero, ¿qué es lo que asombraba tanto en los pies? El Deinonychus era forzosamente un bípedo, ya que la estructura de sus brazos y manos mostraban claramente que el animal no podía, en ningún caso, andar sobre cuatro patas. El pie del animal se distinguía por presentar únicamente dos dedos en contacto con el suelo. Existía un tercer dedo más corto que, sin embargo, había sufrido algunas modificaciones, convirtiéndose en una estructura ofensiva que contenía una garra letal de 12 centímetros de largo en forma de hoz curvada. Este dedo se había especializado, exclusivamente, como arma extraordinaria cuya función inequívocamente era la de cortar y desgarrar. Sin embargo, para poder matar y desgarrar a sus presas con esta garra, debía de tener un sentido del equilibrio sin par, debido a que el animal debía mantenerse de pie sobre una pata durante el proceso al mismo tiempo que luchaba con la presa. El hecho de mantener precariamente el equilibrio sobre un pie probablemente sólo se podía conseguir si la bestia disponía de una cola rígida, que actuara como una vara de balanceo incorporada, similar a la de los funámbulos. La presa debía ser mantenida alejada del cuerpo a fin de poder ser matada a golpes propinados por las patas traseras. Por esta razón, los brazos eran largos y desgarbados y las manos estaban mejor adaptadas que en ningún otro dinosaurio para agarrar y sujetar objetos. Esto le permitía al Deinonychus agarrar a la desgraciada víctima y mantenerla a distancia mientras las garras de sus pies la descuartizaban. Debido a que las cicatrices en las vértebras de este feroz asesino eran exactamente iguales a las de las grandes aves no voladoras como el emú y el avestruz, John H. Ostrom, un paleontólogo estadounidense, concluyó que la columna vertebral del Deinonychus debía de haberse mantenido en una posición rígidamente horizontal mediante ligamentos. Las largas piernas revelaban al Deinonychus como un veloz depredador, que fácilmente era capaz de dar alcance a sus víctimas. Esta espectacular y pequeña criatura se diferenciaba bastante de todas las encontradas hasta el momento. De hecho es tan diferente que Osbom no está seguro acerca de cuáles son las afinidades, pero apareció en un momento oportuno. En una década anterior probablemente hubiese sido visto de forma bastante distinta, y se hubiese omitido totalmente la importancia funcional de sus características más notables. Coincidiendo su aparición con la «revolución» en nuestro pensamiento, el Deinonychus encarna todo aquello que claramente no asociamos con los reptiles en los dinosaurios. Nos proporciona, declaró Ostrom al presentar a la bestia, una visión completamente nueva de las sorprendentemente sofisticadas capacidades de algunos de los dinosaurios carnívoros depredadores.

En el triásico medio, hace más de 200 millones de años, los tecodontes carnívoros, antepasados de los dinosaurios, habían completado su proceso evolutivo. Probablemente eran animales de sangre caliente con un alto nivel de metabolismo. ¿Por qué estos antepasados de los dinosaurios se volvieron bípedos hace 200 millones de años? Aparentemente habían adquirido sus patas traseras más largas para un fin bastante distinto. Los tecodontes muy primitivos eran habitantes de los pantanos. Al igual que los cocodrilos, habían desarrollado unos miembros traseros más fuertes para moverse y dar patadas en el agua y una fuerte cola muscular para su propulsión. Estos habitantes de los pantanos compartían su mundo con especies de animales que nos son completamente desconocidas hoy en día. En estos pantanos se escondían laberintodontes, anfibios gigantes, criaturas que recordaban mucho a cocodrilos aplanados. Muchos eran tan planos que eran incapaces de bajar sus maxilares, ya que éstos ya estaban apoyados en el suelo. En lugar de ello, cuando el animal quería comer debía levantar el cráneo. En las aguas poco profundas de estos pantanos triásicos pastaban hipopótamos reptiles en miniatura, con colmillos similares a los de las morsas. Estos corpulentos herbívoros evidentemente eran buenos para comer ya que los tecodontes acuáticos primitivos fueron hallados generalmente junto a ellos en forma de fósiles. Sin embargo, cuando el clima del triásico se volvió más cálido, los pantanos se fueron secando lentamente. Los anfibios ya eran escasos a mediados de este período y la comida habitual de los tecodontes carnívoros, los hipopótamos en miniatura, se fue extinguiendo. Eran necesarias medidas drásticas para que los tecodontes pudieran sobrevivir. Por lo tanto, éstos se aventuraron hacia tierra firme por primera vez en busca de nuevas presas donde encontraron comida en abundancia. Volvemos al tema de la adaptación de un medio a otro, que si no se producía rápidamente, podía dejar a los tocodontes en condiciones muy frágiles. Pero en tierra, una vez adaptados, repentinamente se encontraron en posesión de una enorme ventaja heredada de sus días acuáticos, largas patas traseras y una fuerte cola. Los tecodontes se habían adaptado ya parcialmente para correr sobre sus patas traseras y esto es lo que hacían, inicialmente carreras cortas para cazar sus presas o cuando amenazaba algún peligro. El euparkeria, un pequeño reptil del tamaño de un conejo, como incipiente bípedo fue transformando su estilo de vida y, adentrándose en áreas secas altas, pudo hacer buen uso de sus veloces miembros sobre suelo firme, lo que constituía un gran éxito. En el triásico medio ya vivían tecodontes «conejo» muy rápidos, en Argentina. Se trataba de pequeños reptiles con patas traseras extremadamente largas, que tenían aún más aspecto de zancas que las de los dinosaurios-avestruz. Sin lugar a dudas, estos precursores de los dinosaurios ya habían adquirido un metabolismo que producía un alto nivel de energía tan esencial para las criaturas erguidas que eran corredoras. Estos animales habían roto la barrera térmica. Los tecodontes podían dejar atrás a todos sus contemporáneos y alcanzar a cualquier presa de su elección. Con las patas situadas debajo del cuerpo en lugar de a los lados, estas bestias podían crecer hasta alcanzar proporciones gigantes. El haber alcanzado por primera vez una postura erguida constituía la clave para un crecimiento sin precedentes. Este acto fue una de las innovaciones clave más decisivas en la Historia de los vertebrados, y las repercusiones serían inmensas. Permitió a los tecodontes y a sus sucesores conquistar un mundo. Como si ya se hubiese previsto su necesaria evolución para dominar la Tierra durante 150 millones de años.

Y ahora, antes de continuar, veamos algunos aspectos relacionados con el ADN que, tal vez, nos ayuden a comprender estos enigmas que subyacen a la idea de evolución. La teoría de la información del matemático estadounidense Claude Shannon ayudó a mejorar la comprensión biológica de una característica importante del ADN y las proteínas, de los que depende la vida y que son altamente complejas y cuantificables. La teoría de la información ayudó a establecer que el ADN y las proteínas podían llevar grandes cantidades de información funcional. Los biólogos moleculares como Jacques L. Monod y Francis Crick entendían la información almacenada en el ADN y las proteínas como algo más que la mera complejidad y probabilidad o improbabilidad. En realidad, su idea de información se asociaba con las secuencias de ADN, tanto a nivel bioquímico como en la complejidad combinatoria. Los avances de la teoría de la complejidad han hecho posible una explicación general plenamente teórica de la especificación, que se aplica fácilmente a los sistemas biológicos. Las regiones codificantes del ADN funcionan de manera muy parecida a un programa de software o al código de una computadora, pero de una manera mucho más sofisticada, como si fuese un complejo algoritmo de Inteligencia Artificial, dirigiendo las operaciones de un sistema complejo a través de secuencias de caracteres altamente complejas y sin embargo específicas. Como ha señalado el biólogo evolutivo británico Richard Dawkins “el código de máquina de los genes es increíblemente parecido al de una computadora”. O como ha notado Bill Gates, el fundador de Microsoft: “el ADN es como un programa de computadora pero mucho, mucho más avanzado que ninguno que hayamos creado”. Del mismo modo que con el ordenamiento específico de dos símbolos (0 y 1) en un programa de ordenador se puede realizar una determinada función, también la secuencia precisa de las cuatro bases del ADN pueden realizar una función similar dentro de la célula. Como sucede en el código de máquina de una computadora, la especificidad de secuencia del ADN sucede dentro de un dominio sintáctico. Así, el ADN contiene información tanto sintáctica como específica. En cualquier caso, desde los últimos años, el concepto de información, tal y como lo emplean los biólogos moleculares, ha fusionado las nociones de complejidad o improbabilidad, así como especificidad de la función. Los constituyentes biomoleculares de los organismos vivos contienen no solo información sintáctica sino también “información específica”. Por tanto, la información biológica constituye una característica principal de los sistemas vivos, cuyo origen debe explicar cualquier modelo acerca del origen de la vida. Los descubrimientos de los biólogos moleculares suscitaron la pregunta por el origen último de la complejidad o información específica, tanto en el ADN como en las proteínas. Por lo menos desde mediados de la década de 1960 muchos científicos han considerado el origen de la información como la cuestión central con que se enfrentaba la biología del origen de la vida. Según esto, los investigadores del origen de la vida han propuesto tres grandes tipos de explicaciones naturalistas para explicar el origen de la información genética específica; los que hacen hincapié en el azar, en la necesidad o en la combinación de ambos.

El punto de vista naturalista más popular acerca del origen de la vida es que éste tuvo lugar exclusivamente por azar y esto se trasladaría también a las diversas mutaciones en los genes que se han ido produciendo a lo largo de la evolución. Pero casi todos los investigadores del origen de la vida consideran ahora el “azar” como una explicación inadecuada para el origen de la información biológica. Desde que los biólogos moleculares comenzaron a apreciar la especificidad de secuencia en las proteínas y los ácidos nucleicos del ADN, se han realizado muchos cálculos para determinar la probabilidad de obtener proteínas y ácidos nucleicos funcionales. Tales cálculos han mostrado que la probabilidad de obtener biomacromoléculas secuenciadas funcionales al azar es “infinitamente pequeña, incluso en la escala de billones de años”. Deben tenerse en cuenta las dificultades probabilísticas que deben superarse para construir incluso una proteína corta de 100 aminoácidos de longitud. Hay que tener en cuenta que una proteína típica consta de unos 300 aminoácidos y muchas proteínas importantes son aún más largas. Todos los aminoácidos deben formar un enlace químico, conocido como enlace peptídico, al unirse a otros aminoácidos de la cadena proteica. Sin embargo, en la naturaleza son posibles otros muchos tipos de enlace químico entre aminoácidos. Así, dado un sitio cualquiera de la cadena de aminoácidos en crecimiento, la probabilidad de obtener un enlace peptídico es aproximadamente de ½. Por lo tanto, la probabilidad de obtener cuatro enlaces peptídicos es de (½ x ½ x ½ x ½) = 1/16. La probabilidad de construir una cadena de 100 aminoácidos en la cual todos los enlaces impliquen enlaces es de aproximadamente 1 en 1030. Pero todos los aminoácidos que se encuentran en las proteínas tienen una imagen especular diferente de sí mismos, una versión orientada a la izquierda y una orientada a la derecha. Las proteínas funcionales solo admiten aminoácidos orientados a la izquierda. Sin embargo, tanto los orientados a la derecha como los orientados a la izquierda se originan en las reacciones químicas productoras de aminoácidos, con aproximadamente la misma probabilidad. Esto aumenta la improbabilidad de obtener al azar una proteína biológicamente funcional. La probabilidad de obtener al azar solo aminoácidos orientados a la izquierda en una cadena peptídica hipotética de 100 aminoácidos de longitud es de aproximadamente 1 en 1030. Partiendo de mezclas de formas  a la derecha y a la izquierda, la probabilidad de construir al azar una cadena de 100 aminoácidos de longitud, en la que todos los enlaces sean enlaces peptídicos y todos los aminoácidos sean formas a la izquierda es de 1 en 1060.

Pero las proteínas funcionales tienen un tercer requisito independiente, el más importante de todos: sus aminoácidos deben enlazarse en un ordenamiento específico secuencial, tal y como deben hacerlo las letras en una frase con significado. No es lo mismo escribir “esto es materia” que “se atemair oset”, que contiene las mismas letras, pero mientras la primera frase tiene sentido, no así la segunda. En algunos casos, incluso el cambio de un aminoácido en un determinado lugar provoca la pérdida de funcionalidad en la proteína. Además, debido a que biológicamente se dan veinte aminoácidos, la probabilidad de obtener un determinado aminoácido en un sitio determinado es pequeña: 1/20. Y la probabilidad de lograr todas las condiciones funcionales necesarias para una proteína de 150 aminoácidos de longitud excede de 1 en 10180, lo que indica una probabilidad de azar prácticamente nula. Como ha dicho el divulgador científico Richard Dawkins, “podemos aceptar cierta cantidad de suerte en nuestras explicaciones pero no demasiada”. Lógicamente, la afirmación de Dawkins da por sentada una cuestión cuantitativa, a saber, “¿cómo de improbable tiene que ser un suceso, una secuencia o un sistema para que la hipótesis del azar pueda ser razonablemente eliminada?”. El matemático estadounidense William Albert Dembski calcula una estimación conservadora del “límite de probabilidad universal” en 1 en 10150, que corresponde a los recursos probabilísticos del universo conocido. Como antes se han calculado probabilidades de 1 en 10180, éste número es claramente superior al “límite de probabilidad universal”, “límite de probabilidad universal”, lo que convierte el azar como algo claramente improbable. Así pues, vemos que este número proporciona la base teórica para excluir las apelaciones al azar como la mejor explicación de sucesos específicos de probabilidad menores. De manera significativa, la improbabilidad de construir y secuenciar incluso una proteína funcional corta se acerca a este límite de probabilidad universal, que es el punto en el que las apelaciones al azar se convierten en absurdas dados los “recursos probabilísticos” de todo el universo. Además, haciendo el mismo tipo de cálculo para proteínas moderadamente largas lleva estas mediciones bastante más allá del límite. Así, supuesta la complejidad de las proteínas, es extremadamente imposible que una búsqueda aleatoria en el espacio de secuencias de aminoácidos posibles, desde el punto de vista combinatorio, pudiera generar incluso una proteína funcional relativamente corta en el tiempo disponible desde el comienzo del universo (y menos desde el origen de la Tierra). Por lo tanto, para tener una posibilidad razonable de encontrar una proteína funcional corta en una búsqueda al azar del espacio combinatorio requeriría muchísimo más tiempo del que permiten la geología o la cosmología.

Cuando se considera todo el complemento de biomoléculas funcionales requerida para mantener la mínima función celular así como la vitalidad, puede verse las razones por las que las teorías sobre el origen de la vida basadas en el azar han sido abandonadas por los científicos. El citólogo y bioquímico inglés Christian de Duve y otros investigadores han reconocido hace tiempo que la célula representa no solo un sistema altamente improbable que se produzca al azar sino también un sistema funcionalmente específico. Por esta razón, a mediados de la década de 1960, la mayoría de los investigadores habían eliminado el azar como explicación plausible del origen de la información específica necesaria para construir una célula. Ello también podría aplicarse a mutaciones complejas en el código genético. En cambio muchos han buscado otros tipos de explicación naturalista basada en la selección natural darwiniana. A mediados del siglo XX, John von Neumann demostró que todo sistema capaz de auto replicarse requeriría subsistemas que fueran funcionalmente equivalentes a los sistemas de almacenamiento, replicación y procesado de las células existentes. Sus cálculos establecieron un umbral mínimo muy alto para la función biológica, del mismo modo que haría más tarde en un trabajo experimental. Estos requerimientos de complejidad mínima plantean una dificultad fundamental para la selección natural, ya que ésta selecciona ventajas funcionales. Por tanto, no puede jugar ningún papel hasta que las variaciones aleatorias produzcan algún ordenamiento biológicamente ventajoso de importancia. Sin embargo, los cálculos de John von Neumann y otros similares de otros científicos, como el físico y matemático Eugene Paul Wigner, el físico P.T. Landsberg y el biofísico Harold J. Morowitz, demostraron que con toda probabilidad las fluctuaciones aleatorias de moléculas no producirían la complejidad mínima necesaria para un sistema de replicación primitivo. Dada la gigantesca improbabilidad y el elevado umbral funcional que implica, muchos investigadores del origen de la vida han acabado considerando la selección natural prebiótica inadecuada y asimilable al azar. Para muchos científicos los modelos auto organizativos parecen representar ahora el enfoque más prometedor para explicar el origen de la información biológica específica. Se sabe que la estructura del ADN depende de varios enlaces químicos. Sin embargo, es importante notar que no hay enlaces químicos entre las bases a lo largo del eje longitudinal en el centro de la hélice del ADN. Sin embargo, es precisamente a lo largo de este eje de la molécula de ADN donde se almacena la información genética. Además, del mismo modo que las letras magnéticas pueden ordenarse y reordenarse de cualquier manera para formar varias secuencias, así también cada una de las cuatro bases –A, T, G y C- se unen a cualquier posición del esqueleto de ADN con igual facilidad, haciendo todas las secuencias igualmente probables (o improbables). Debido a que esto mismo es válido para las moléculas de ARN, los investigadores que especulan con que la vida comenzó en un mundo de ARN no han podido resolver el problema de cómo la información de las moléculas funcionales de ARN pudo surgir por vez primera.

El lugar más obvio para buscar propiedades de auto organización a fin de explicar el origen de la información genética son las partes constituyentes de las moléculas que llevan la información. Pero la bioquímica y la biología molecular dejan claro que las fuerzas de atracción entre los componentes de ADN, ARN y proteínas no explican la especificidad de secuencia de estas grandes moléculas transportadoras de información. Como ha dicho Christian de Duve: “los procesos que generaron la vida fueron altamente deterministas, haciendo inevitable la vida tal y como la conocemos dadas las condiciones que existieron en la tierra prebiótica”. Sin embargo, imaginemos un charco con las cuatro bases del ADN y todos los azúcares y fosfatos necesarios; ¿surgiría cualquier secuencia genética de manera inevitable?, ¿surgiría inevitablemente cualquier proteína o gen funcional, no digamos ya un código genético específico o sistema de replicación? Evidentemente no. Si los intentos de resolver el problema de la información no lo resuelven ni el azar ni la necesidad físico-química, ni la combinación de los dos, ¿Cuál es la explicación? Según la experiencia puede decirse que: “para todos los sistemas no biológicos, las grandes cantidades de complejidad o información específicas se originan tan solo a partir de una acción mental, una actividad consciente o de diseño inteligente”. Los científicos Meyer, Ross, Nelson y Chien, en su libro La explosión cámbrica: el Big Bang de la biología, dicen que ni el mecanismo neo-darwiniano ni ningún otro mecanismo naturalista explica adecuadamente el origen de la información requerida para construir las nuevas proteínas y diseños corporales que aparecen en la explosión cámbrica. La explosión cámbrica o radiación evolutiva del Cámbrico fue la aparición repentina, desde un punto de vista geológico y evolutivo, así como la rápida diversificación de organismos macroscópicos multicelulares complejos en los inicios del periodo Cámbrico, hace entre 542 y 530 millones de años. Este período marca una brusca transición en el registro fósil con la aparición de los miembros más primitivos de muchos filos de metazoos, animales multicelulares. En 1859 Charles Darwin habló sobre este fenómeno como una de las mayores objeciones contra su teoría de evolución por selección natural. Sin embargo, actualmente existen teorías que explicarían evolutivamente este fenómeno, siendo compatible con la selección natural; ya que una evolución moderadamente acelerada y sostenida durante unas decenas de millones de años puede dar lugar a este fenómeno evolutivo. Esto debido a que un aumento en las modificaciones físicas o anatómicas, como lo acontecido durante el Cámbrico, estaría correlacionado igualmente con un aumento en la modificaciones genéticas. Se postula que en ese periodo, en el caso de los artrópodos, las tasas de desarrollo referente a las modificaciones físicas fueron 4 veces más rápidas, y las genéticas unas 5,5 veces más rápidas; con lo cual la evolución que habría podido haber sucedido en un periodo normal de 150 millones de años, se produjo en tan solo 30 millones, lo cual no deja de resultar sorprendente.

En todo caso, vistos los datos anteriormente explicados, el diseño inteligente es la mejor explicación del origen de la información específica necesaria para el origen de la vida primigenia y, tal vez, la causa de grandes mutaciones posteriores, como la del Homo sapiens. La experiencia afirma que la complejidad específica o información surge de manera rutinaria de la actividad de agentes inteligentes. La información en un libro o en la columna de un periódico deriva en última instancia de un escritor, o sea de una causa mental antes que estrictamente material. Además, el conocimiento existente acerca del flujo de información, basado en la experiencia, confirma que los sistemas con grandes cantidades de complejidad o información, tales como los códigos y el lenguaje, invariablemente se originan a partir de una fuerza inteligente, es decir, de la mente de un agente personal. Además, esta generalización se mantiene no solo para la información semánticamente específica presente en los lenguajes naturales, sino también para otras formas de información o complejidad específica, tanto la presente en los códigos de ordenador como en las máquinas o en las obras de arte. Al igual que letras en la sección de un texto con significado, las partes de un motor funcional representan una configuración altamente improbable aunque funcionalmente específica. De igual manera, las figuras de los presidentes de los Estados Unidos, altamente improbables de haberse producido al azar, de las rocas del Monte Rushmore, se conforman a un patrón independientemente dado: los rostros de los presidentes de América conocidos por los libros y las pinturas. Así, ambos sistemas tienen una gran cantidad de complejidad específica o información así definida. No es una coincidencia que se originaran por un diseño inteligente y no por azar y/o necesidad físico química. Está claro que la expresión “grandes cantidades de información específica” da por sentado nuevamente otra cuestión cuantitativa, a saber, “¿cuánta complejidad o información específica tendría que tener una célula mínimamente compleja para que ello implicara diseño?”. Antes hemos indicado que Dembski calculó un valor umbral de probabilidad universal de 1/10150, que corresponde a los recursos de probabilidad y de especificidad del universo conocido. El valor umbral de probabilidad universal se traduce aproximadamente en 500 bits de información (1 o 0 cada bit). Por lo tanto, el azar solamente no constituye explicación suficiente para el origen de cualquier secuencia o sistema específicos que contenga más de 500 bits de información.

Además, dado que los sistemas caracterizados por la complejidad desafían ser explicados mediante leyes auto organizativas, y dado que las invocaciones a la selección natural prebiótica presuponen pero no explican el origen de la información específica necesaria para un sistema auto replicativo medianamente complejo, el diseño inteligente es la mejor explicación del origen de los más de 500 bits de información específica requerida para producir el primer sistema vivo mínimamente complejo. Así, suponiendo un punto de partida no biológico, la aparición de 500 bits o más de información específica indican diseño de manera fiable. La generalización de que la inteligencia es la única causa de información o complejidad específica a partir de una fuente no biológica, ha obtenido el apoyo de la investigación sobre el origen de la vida. Durante los últimos cuarenta años, todo modelo naturalista propuesto ha fracasado a la hora de explicar el origen de la información genética específica requerida para construir una célula viviente. Así, mente o inteligencia, o lo que los filósofos llaman “agente causal”, es ahora la única causa conocida capaz de generar grandes cantidades de información a partir de un estado abiótico. Como resultado, la presencia de secuencias específicas ricas en información, incluso en los más simples sistemas vivientes, implicaría un diseño inteligente. Recientemente ha sido desarrollado un modelo teórico formal de deducción del diseño para apoyar esta conclusión. En su libro La inferencia de diseño, el matemático y probabilista teórico William Dembski señala que los agentes racionales a menudo infieren o detectan la actividad a priori de otras mentes por el tipo de efectos que dejan tras ellos. Por ejemplo, los arqueólogos suponen que agentes racionales produjeron las inscripciones en la piedra de Rosetta; los investigadores de fraude de seguros detectan ciertos “patrones de estafa” que sugieren la manipulación intencional de las circunstancias; los criptógrafos distinguen entre signos aleatorios y aquellos que llevan codificados los mensajes. El trabajo de Dembski muestra que reconocer la actividad de agentes inteligentes constituye un modo común, totalmente racional, de inferencia. Y, lo que es más importante, Dembski identifica los criterios que permiten a los observadores humanos reconocer actividad inteligente y distinguir los efectos de tal actividad respecto de los efectos de causas estrictamente materiales. Señala que invariablemente atribuimos a causas inteligentes, diseño, y no al azar o a leyes físico-químicas, sistemas, secuencias o sucesos que tienen las propiedades conjuntas de “alta complejidad” (o baja probabilidad) y “especificidad”. Estos patrones de inferencia reflejan nuestro conocimiento de la manera en que el mundo funciona.

Por ejemplo, dado que la experiencia enseña que los sucesos o sistemas complejos y específicos surgen invariablemente de causas inteligentes, podemos inferir diseño inteligente de sucesos que muestran conjuntamente las propiedades de complejidad y especificidad. El trabajo de Dembski sugiere un proceso de evaluación comparativa para decidir entre causas naturales e inteligentes basado en las características de probabilidad o “firmas” que dejan tras ellas. De esta manera vemos que la teoría de Dembski, cuando se aplica a la biología molecular, implica que el diseño inteligente jugó un papel en el origen de la información biológica. El cálculo lógico sigue un método que se usa en las ciencias forenses e históricas. En las ciencias de la historia, el conocimiento de las inferencias actuales, potencias causales de varias entidades y procesos, permite a los científicos hacer inferencias acerca de las causas posibles en el pasado. Cuando un estudio minucioso de varias causas posibles produce solo una sola causa adecuada para un efecto dado, los científicos forenses o históricos pueden hacer inferencias definitivas acerca del pasado. Efectivamente, ya que la experiencia afirma que la mente o el diseño inteligente son condición y causa necesaria de la información, puede detectarse la acción pasada de una inteligencia a partir de un efecto rico en información, incluso si la causa misma no puede ser directamente observada. El ordenamiento específico y complejo de las secuencia nucleotídicas del ADN implica la acción pasada de una inteligencia, incluso si tal actividad mental no puede ser directamente observada. Muchos admiten que podemos inferir con justificación la acción de una inteligencia operativa en el pasado, dentro del ámbito de la historia humana, a partir de un artefacto o un suceso rico en información, pero solamente porque ya sabemos que existe la mente humana. Pero algunos aducen que inferir la acción de un agente diseñador que antecede a los humanos no puede justificarse, incluso cuando observamos un efecto rico en información, dado que no sabemos si un agente o agentes inteligentes existieron con anterioridad a los humanos. Sin embargo, yo sí creo que en vista a lo dicho anteriormente, la actuación de un tipo de inteligencia en la creación y modificación del código genético es la alternativa más probable.

Sin embargo, los científicos del SETI, o búsqueda de inteligencia extraterrestre, tampoco saben si existe o no una inteligencia extraterrestre. Pero suponen que la presencia de una gran cantidad de información específica, como la secuencia de los 100 primeros números primos,  establecería definitivamente su existencia. Efectivamente, SETI busca precisamente establecer la existencia de otras inteligencias en un dominio desconocido. De manera similar, los antropólogos han revisado a menudo sus estimaciones sobre el comienzo de la historia humana o de la civilización, porque han descubierto artefactos ricos en información procedentes de épocas que anteceden a sus estimaciones previas. Y, tal como hemos explicado en varios artículos, la presencia extraterrestre en distintas épocas de la historia es bastante evidente. La mayoría de las inferencias de diseño establecen la existencia o la actividad de un agente mental operativo, al que generalmente se le llama Dios o Gran Arquitecto del Universo, en un tiempo o lugar en el que la presencia de tal agente era previamente desconocido. Por tanto, inferir la actividad de una inteligencia diseñadora en un tiempo anterior al advenimiento de los humanos en la Tierra no tiene un estatus cualitativamente distinto de otras inferencias de diseño que ya se aceptan como reales y producidas por causas naturales. La búsqueda de inteligencia artificial extraterrestre de la NASA (SETI) presupone que cualquier información incluida en las señales electromagnéticas proveniente del espacio exterior indicaría una fuente inteligente. Sin embargo, de momento, los radio astrónomos no han encontrado ninguna información en las señales. Pero los biólogos moleculares han identificado las secuencias ricas en información y los sistemas de las células que sugieren, por la misma lógica, una causa inteligente para esos efectos. Algunos investigadores, dentro de la estéril disputa entre evolucionistas y creacionistas, altamente ideologizada, opinan que cualquier argumento sobre el diseño inteligente constituye un argumento desde la ignorancia o el fanatismo religioso. Los objetores acusan a los defensores del diseño de utilizar nuestra ignorancia presente acerca de cualquier causa de información, natural y suficiente, como base única para inferir una causa inteligente de la información presente en la célula. Dado que aún no sabemos cómo pudo surgir la información biológica, se dice que se invoca la noción misteriosa del diseño inteligente. Según este punto de vista, el diseño inteligente funcionaría no como explicación sino como un sustituto de la ignorancia.

Aunque la inferencia de diseño a partir de la presencia de información en el ADN no significa tener una prueba de certeza deductiva absoluta del diseño inteligente, es evidente que no constituye un argumento surgido de la ignorancia. Los argumentos nacidos de la ignorancia se dan cuando la evidencia en contra de la proposición X es presentada como la única razón para aceptar una proposición Y alternativa. En todo caso, la supuesta ignorancia acerca de cualquier causa natural suficiente es solo parte de la base para inferir diseño. También se sabe que los agentes inteligentes pueden y de hecho producen sistemas ricos en información. Tenemos un conocimiento positivo basado en la experiencia de una causa alternativa que es suficiente, a saber, la inteligencia. Por esta razón, la inferencia de diseño no constituye un argumento de ignorancia sino una inferencia para la mejor explicación actual al misterio. Consideramos que el argumento del diseño inteligente es la mejor explicación actual sobre el origen de la información biológica. Como hemos visto, ningún escenario basado en el azar, en la necesidad, o en una combinación de ambos, puede explicar el origen de la información biológica específica en un contexto prebiótico. Este resultado concuerda con la experiencia: Los procesos naturales no producen estructuras ricas en información a partir puramente de precursores físicos o químicos. Tampoco la materia, tanto si actúa al azar como bajo la fuerza de la necesidad físico-química, se ordena a sí misma en secuencias complejas ricas en información. Sin embargo, no es correcto decir que no sabemos cómo surge la información. Sabemos por experiencia que los agentes conscientes inteligentes pueden crear secuencias y sistemas informativos. La creación de nueva información está asociada habitualmente con la actividad consciente. Además, la experiencia enseña que cuando grandes cantidades de información o complejidad especifica están presentes en un artefacto o entidad cuya historia es conocida, invariablemente la inteligencia creativa, o el diseño inteligente, ha jugado un papel causal en el origen de esa entidad. Así, cuando encontramos tal información en las biomacromoléculas necesarias para la vida, podemos inferir, basándonos en el conocimiento de las relaciones de causa y efecto, que una causa inteligente operó en el pasado para producir la información o complejidad especifica necesaria para el origen de la vida. Ello se ve reforzado, como hemos dicho antes, por nuestros actuales conocimientos en Genética.

Esta inferencia de diseño emplea el mismo método de argumentación y razonamiento que los científicos de la historia utilizan generalmente. En El Origen de las especies, Darwin desarrolla su argumento a favor de un ancestro común universal como inferencia para la mejor explicación. Como explicó en una carta a Asa Gray: “Compruebo esta hipótesis [de ascendencia común] comparando con tantas proposiciones generales y muy bien establecidas como puedo encontrar –en distribuciones geográficas, historia geológica, afinidades, etc. Y me parece que, suponiendo que tal hipótesis fuera a explicar tales proposiciones generales, deberíamos, de acuerdo con la manera común de proceder de todas las ciencias, admitirla hasta que otra hipótesis mejor sea encontrada”. Además, tal y como se ha explicado, el argumento de diseño de la información del ADN se adecua a los cánones empleados en las ciencias de la historia. El principio de uniformidad establece que “el presente es la clave del pasado”. En particular, el principio especifica que nuestro conocimiento de las relaciones actuales de causa y efecto debe gobernar nuestras valoraciones de la plausibilidad de las inferencias que hacemos acerca del pasado causal remoto. Sin embargo, es precisamente ese conocimiento de las relaciones de causa y efecto el que informa la inferencia del diseño inteligente. Ya que nosotros sabemos que los agentes inteligentes producen grandes cantidades de información, y ya que todos los procesos naturales conocidos no lo hacen, podemos inferir diseño como la mejor explicación del origen de la información en la célula. La objeción de que la inferencia de diseño constituye un argumento nacido de la ignorancia se reduce en esencia a replantear el problema de la inducción. Sin embargo podría hacerse la misma objeción contra cualquier ley o explicación científica, o contra cualquier inferencia histórica que tenga en cuenta el presente conocimiento, no en el futuro, de las leyes naturales y los poderes causales. Como han señalado John D. Barrow y Frank Tipler, en su libro Principio antrópico, criticar los argumentos de diseño, como hizo el filósofo David Hume, simplemente porque asumen la uniformidad y el carácter normativo de las leyes naturales realiza un profundo corte en “la base racional de cualquier forma de investigación científica”. Nuestro conocimiento acerca de lo que puede y de lo que no puede producir grandes cantidades de información específica puede tener que ser revisado, pero lo mismo sucede con las leyes de la termodinámica. Las inferencias de diseño pueden demostrarse más adelante incorrectas, como sucede con otras inferencias que implican varias causas naturales. Tal posibilidad no detiene a los científicos a la hora de hacer generalizaciones acerca de poderes causales de varias entidades o de utilizar esas generalizaciones para identificar causas probables o muy plausibles en casos concretos.

Las inferencias basadas en la experiencia presente y pasada constituye conocimiento, aunque provisional, pero no ignorancia. Aquellos que objetan contra tales inferencias objetan contra la ciencia, tanto como objetan contra una hipótesis de diseño particular de base científica. Es evidente que algunos rechazan la hipótesis de diseño alegando que no alcanza la categoría de “científica”. Tales críticos afirman un principio fuera de toda evidencia conocido como naturalismo metodológico. El naturalismo metodológico afirma que, por definición, para que una hipótesis, teoría, o explicación sea considerada “científica”, tiene que invocar solo entidades naturalistas o materialistas. De acuerdo con tal definición, los críticos dicen que el diseño inteligente no es válido. Entonces, ¿podemos considerar como no válido el diseño inteligente que actualmente pueden realizar científicos humanos? Sin embargo, incluso si se da por buena esta definición, no se sigue que ciertas hipótesis no científicas, según las define el naturalismo metodológico, o metafísicas no puedan constituir una mejor explicación, más adecuada causalmente. Pero cualquiera que sea su clasificación, la hipótesis de diseño constituye una explicación mejor que sus alternativas materialistas o naturalistas para el origen de la información biológica específica. Seguramente, la mera clasificación de un argumento como metafísico no lo refuta. Para ser un buscador de la verdad, la cuestión que el investigador del origen de la vida debe plantearse no es “¿qué modelo materialista es el más adecuado?” sino más bien “¿qué provocó la aparición de la vida en la Tierra?”. Claramente, una posible respuesta a esta última cuestión sea esta: “la vida fue diseñada por un agente inteligente que existió antes del advenimiento de los humanos”. La apertura a la hipótesis del diseño parecería necesaria, por tanto, para cualquier biología histórica que busque la verdad, Una biología histórica comprometida a seguir la evidencia, dondequiera que esta lleve, no excluirá hipótesis a priori por razones metafísicas. Este enfoque más abierto y más racional sugeriría ahora la teoría del diseño inteligente como la mejor explicación o más adecuada causalmente para el origen de la información necesaria para construir el primer organismo vivo. Y si hay un diseño inteligente, ello implica un tipo de inteligencia detrás de este diseño. Y si una determinada inteligencia fue capaz de diseñar el código ADN, también estaría en condiciones de modificarlo cuando lo considerase adecuado.

Parece que el ADN humano es como un super-Internet biológico. Las últimas investigaciones científicas rusas explican fenómenos como la clarividencia, la intuición, los actos espontáneos y remotos de sanación, la curación misma, técnicas de afirmación, las auras de luz alrededor de las personas, como en los maestros espirituales, tal como pude verse en múltiples pinturas, o la influencia de la mente en patrones climáticos. A continuación podemos preguntarnos: ¿quién controla este tipo de super internet? En un informe de la tercera conferencia anual de la International Society for the Study of Subtle Energies and Energy Medicine [Sociedad Internacional para el Estudio de las Energías Sutiles y para la Medicina Energética], los científicos han demostrado que la fuerza invisible de la emoción cambia realmente la molécula física del ADN. Gregg Braden, diseñador de sistemas aeroespaciales y geólogo jefe de Phillips Petroleum, conocido por estudiar la interrelación entre el mundo de la ciencia y el mundo espiritual, nos dice que un estudio basado en rigurosas pruebas con personas capaces de controlar sus emociones, así como con un grupo de control sin ninguna formación especial, indicaba que «las personas entrenadas para generar sentimientos de amor profundo eran capaces de provocar un cambio intencional en la conformación del ADN». Siempre que muchas personas enfoquen su atención o conciencia en algo común, como la Navidad, un campeonato mundial de fútbol o un concierto de los Beatles, ciertos generadores de números al azar de computadoras comienzan a entregar números en orden en vez de al azar. Esto indica que una conciencia de grupo organizada crea orden. De nuevo, ¿quién controla esta conciencia de grupo? Cuando un gran número de personas enfoquen su atención o conciencia en algo común, los potenciales de violencia también se disuelven. Parece como si aquí también, se cree un tipo de conciencia global de toda la humanidad. El ADN es, al parecer, también un superconductor orgánico que puede funcionar a la temperatura normal del cuerpo. Los superconductores artificiales requieren temperaturas sumamente bajas, de entre -200 y -140°C para funcionar. Como recientemente se ha descubierto, todos los superconductores pueden guardar la luz y la información. Ésta es una explicación de cómo el ADN puede guardar información.

Un equipo interdisciplinar ruso, dirigido por el Dr. Peter Gariaev, llegó a la conclusión  de que podemos cambiar nuestro ADN mediante resonancias y paquetes de datos. Gracias a estas investigaciones hoy podemos entender que nuestro ADN funciona como una especie de antena de comunicación a nivel cuántico que rompería las barreras del espacio y del tiempo, lo que confirmaría la visión holística de un ser humano interrelacionado con todo y con todos, en que este todo tal vez se identificaría con el concepto de Dios o del Gran Arquitecto del Universo masónico. Esto también permitiría una influencia externa en el ADN por parte, tal vez, de quién o quiénes hubiesen diseñado el ADN. Estos científicos descubrieron con sus experimentos que la oscilación vibratoria de nuestro ADN puede causar patrones de perturbación en el vacío, produciendo así minúsculos agujeros de gusano magnetizados. Y recordemos que los agujeros de gusano son considerados por la Física teórica como túneles que conectan áreas completamente diferentes del universo, a través de los cuales se puede transmitir información más allá del espacio y del tiempo. Por lo tanto, a través de los agujeros de gusano microscópicos, el ADN podría atraer información de más allá del espacio e incorporarla a nuestra conciencia. De nuevo volvemos al concepto de quién o quiénes hubiesen diseñado el ADN. En el ser humano tenemos ejemplos que podrían referirse a este tipo de hipercomunicación, que normalmente es experimentada como inspiración o intuición. Entre muchos posibles ejemplo podemos citar al químico ruso Dimitri Mendeleyev, que aseguraba que había visto en sueños la clave para la organización de la tabla periódica de elementos; también al también químico Friedrich Kekulé, que mantenía que había deducido la estructura hexagonal de la molécula del benceno después de soñar con una serpiente que se mordía la cola, o bien de Igor Stravinsky, que escuchó en su cabeza, mientras dormía, la música de La consagración de la primavera.  Hay evidencia, además, para un nuevo tipo completo de medicina, en que el ADN puede ser influenciado y puede ser reprogramado con palabras y frecuencias, sin recortes invasivos, reemplazando genes individuales. Aquó otra vez vemos una posible intervención externa para modificar genes. Solamente el 10% de nuestro ADN se usa para construir proteínas. Es este subconjunto de ADN que es interesante para los investigadores occidentales y está siendo examinado y categorizado. El otro 90% es considerado “ADN basura“. Sin embargo, los investigadores rusos se convencieron de que la naturaleza no es tonta, y lingüistas y genetistas se unieron en una aventura para explorar ese 90% de “ADN basura“. Sus resultados, y conclusiones son absolutamente revolucionarios. Según ellos, nuestro ADN no sólo es responsable de la construcción de nuestro cuerpo, en base a un modelo preestablecido, sino que también sirve como almacenamiento de datos y comunicación.

Los lingüistas rusos encontraron que el código genético, sobre todo en el aparentemente inútil 90% del “ADN basura“, sigue las mismas reglas que todos nuestros idiomas humanos. Con este fin, ellos compararon las reglas de sintaxis (la manera en que se reúnen las palabras para formar frases y oraciones), de semántica (el estudio del significado en formas de lenguaje) y las reglas básicas de gramática.  Encontraron que los alcalinos de nuestro ADN siguen una gramática regular y poseen reglas como nuestros idiomas. Así que los idiomas humanos no aparecieron por coincidencia, sino que son un reflejo de nuestro ADN inherente. Pjotr Gariajev y sus colegas también exploraron la conducta vibratoria del ADN. Dado que las invocaciones a la selección natural prebiótica presuponen pero no explican el origen de la información específica necesaria para un sistema autoreplicativo medianamente complejo, el diseño inteligente, tal como hemos dicho anteriormente, es la mejor explicación del origen de los más de 500 bits de información específica requerida para producir el primer sistema vivo mínimamente complejo. Así, suponiendo un punto de partida no biológico, la aparición de 500 bits o más de información específica indican diseño de manera fiable. La generalización de que la inteligencia es la única causa de información o complejidad especificada, por lo menos, a partir de una fuente no biológica, ha obtenido el apoyo de la investigación sobre el origen de la vida. Durante los últimos cuarenta años, todo modelo naturalista propuesto ha fracasado a la hora de explicar el origen de la información genética específica requerida para construir una célula viviente. Así, mente o inteligencia, o lo que los filósofos llaman “agente causal”, es ahora la única causa conocida capaz de generar grandes cantidades de información a partir de un estado abiótico. Como resultado, la presencia de secuencia específicas ricas en información incluso en los más simples sistemas vivientes implicaría un diseño inteligente. Tal y como recogen Gariaev y sus colaboradores en The DNA-wave Biocomputer, los experimentos llevados a cabo en el Institute of Control Sciences, en Wave Genetics Inc, en Moscú., así como otros trabajos teóricos, les han llevado a algunas conclusiones. Se considera que la evolución ha creado en los organismos vivos unos textos genéticos articulados, de acuerdo a patrones semejantes al conjunto de normas y reglas subyacentes en todas las lenguas humanas. En este sistema, los nucleótidos del ADN, dotados de frecuencias cargadas de información, juegan el papel de caracteres o letras. Y a partir de esos textos genéticos, que actúa como un programa de instrucciones, se van conformando los distintos procesos orgánicos. Asimismo, el sistema cromosómico actúa como una antena de recepción y transmisión de los textos genéticos, que descifra, codifica y reenvía.

Y, por si faltara algo, los cromosomas de los organismos multicelulares constituyen, mediante sus repliegues, una puerta holográfica capaz de reproducir la imagen de todo el organismo en cada una de su partes y, además, abierta al espacio y al tiempo. De nuevo, un contacto con entidades externas que influyan en nuestros genes. Hay que decir que la base de todo este complejo proceso de intercambio de “textos” en forma de sonidos está, según comprobaron Gariaev y sus colegas mediante experimentos, en su naturaleza vibracional. Concretamente, el ADN se expresa, según los investigadores rusos, a través de ondas solitónicas, que son ondas que pueden almacenar información durante mucho tiempo y son capaces de propagarse sin deformarse a grandes distancias en medios no lineales. Cuando hablamos de información pensemos que, habitualmente, las ondas de radio y televisión, por ejemplo, trasladan información de un lado a otro. Pero para hacernos una idea de la capacidad de las ondas solitónicas recordemos que ya en 1988 Thierry Georges y su equipo del Centro de Investigación y Desarrollo de France Telecom combinaron ondas solitónicas de diferentes longitudes para realizar una transmisión superior a un terabit por segundo (1x 1012 bits / segundo). Según Gariaev: “La mayoría intenta entender los principios del ordenador biológico que es el ADN a través de las reglas del ADN de Watson, Crick y Chargaff: la igualdad entre las bases adenina-timina, guanina-citosina. ¡Y eso es correcto pero no suficiente! El ADN cromosómico en los sistemas vivos tiene atributos de onda que nos llevan a una dimensión desconocida. El ‘muy conocido’ código genético es tan sólo la parte del código referida a la síntesis de proteínas y nada más. Pero los cromosomas trabajan como ordenadores solitónicos holográficos bajo la influencia de radiaciones láser endógenas del ADN”. Las consecuencias de todo esto son tan incomprensibles como simples y lógicas. Si uno modula un láser con una determinada frecuencia puede afectar con ella la información de las ondas del ADN y la información genética. Dicho de otro modo, es como si quiénes diseñaron el código ADN, hubiesen dejado una puerta “secreta” en el código para poder modificar los genes a distancia. Y, tal vez, ello explicaría los saltos evolutivos acelerados, que podemos observar. Para ello el ADN funciona como una antena cuyas características técnicas vienen determinadas por su tamaño. La molécula extendida tiene alrededor de dos metros de longitud y una frecuencia natural de 150 megahercios. Curiosamente esta frecuencia está exactamente en la banda utilizada por el radar humano para las telecomunicaciones e ingeniería de microondas. Es decir, que nosotros usamos exactamente el mismo rango de frecuencia para recibir y emitir señales a nivel de ADN como en nuestra tecnología. ¡Singular coincidencia! Además el ADN puede también almacenar ondas armónicas de 150 megahercios. Es decir, el ADN no sólo puede resultar afectado por la radiación electromagnética de forma dañina, sino que también puede ser alterado en la dirección contraria con la radiación adecuada, porque, en el fondo, para ello somos portadores de un tipo de microchip electro-biológico, un superconductor que toma la información electromagnética del ambiente, la almacena y posiblemente, después de codificarla, puede también emitirla. Este hecho abre posibilidades desconocidas hasta ahora para la medicina. Pero también para quienes supuestamente nos están manipulando.

¿Que habría podido pasar si el asteroide que supuestamente golpeó la Tierra a finales del período Cretácico, hace 65 millones de años, no hubiese chocado contra la Tierra? Una de las posibilidades es que los dinosaurios no se hubiesen extinguido, y por consiguiente los mamíferos avanzados no habrían aparecido, por lo que algunos descendientes de los dinosaurios podrían haber evolucionado hasta ocupar el nicho de inteligencia que ahora nos corresponde. De todos modos, tal como ya hemos indicado anteriormente, puede ser que la extinción de los dinosaurios se debiese a alguna intervención externa sobre su ADN. Está claro que algunos dinosaurios se estaban haciendo más inteligentes para cuando cayó el asteroide. Si los seres homínidos se considera que se han desarrollado desde hace unos 2 o 3 millones de años y el Homo sapiens en solo 150.000 años ha sido capaz de alcanzar el actual desarrollo tecnológico, ¿no podríamos pensar que algunos dinosaurios, a lo largo de 150 millones de años, hubiesen podido alcanzar un alto nivel tecnológico? Si hubiese sido el caso, ¿hasta dónde podría haber llegado su nivel tecnológico? Se sabe que en cualquier civilización que hubiese existido hace millones de años, se habrían degradado totalmente los posibles restos tecnológicos que nos mostrasen rastros de una civilización avanzada. Curiosamente los humanoides reptilianos han sido muy comunes en los mitos y leyendas de muchas culturas a lo largo de la historia. por ejemplo, tenemos antiguas leyendas de la tribu Nyoro, en África, que indican que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones y fundaron la humanidad. Esta es una de las leyendas que forman parte de la extensa literatura y mitología de las antiguas culturas, que están llenas de relatos de dragones o serpientes que vuelan. ¿Quiénes eran estas fantásticas criaturas voladoras o que iban sobre naves voladoras que parecen haber coexistido con el hombre primitivo, algunas veces como benefactores y otras como destructoras? ¿Serían los dinosaurios, que hubiesen evolucionado tecnológicamente después de unas mutaciones como las producidas posteriormente en la aparición del Homo sapiens? Quizás eran sólo criaturas fabulosas, producto de la imaginación del hombre antiguo. O es posible que sean la manifestación de acontecimientos perturbadores y profundamente arraigados en su pasado, que han sido inconscientemente reprimidos y recordados solamente en términos alegóricos. Bastantes civilizaciones de este mundo remontan su ascendencia a estos seres identificados como dragones o serpientes voladoras. En la mayoría de los casos son los que llevaron  la civilización a la humanidad. Y los describen frecuentemente como los dioses que los crearon. El hombre antiguo se refiere a estos seres como dioses, que podían moverse libremente por los cielos en sus “carros de fuego” o “barcos celestiales“. Es curioso que se haga referencia como “dioses” a criaturas que podrían ser descendientes de los dinosaurios.

Aparentemente estos “dioses” vivían en una “morada divina” y descendían a menudo para interferir en los asuntos de los seres humanos. Las más antiguas e  importantes culturas de Mesopotamia fueron fundadas probablemente por estos dioses serpientes o dragón. La colonización de este planeta por estos seres se describe en la “lista de los Reyes Sumerios“. Este documento data del tercer milenio antes de Cristo y proporciona la sucesión de los reyes de Sumer, la duración de sus reinados y el tiempo en que vinieron sus antepasados. Y nos dice que descendieron a la a Tierra para establecer sus ciudades en Mesopotamia. Se les llamaba Anunnaki. Asombrosamente hay múltiples datos sobre estas primeras civilizaciones sumerias, que luego fueron substituidos por los Acadios y las culturas babilónicas. De las numerosas tablillas, monumentos y escrituras cuneiformes que han sido descubiertos en épocas recientes es posible reconstruir de una manera bastante completa los acontecimientos que transcurrieron en aquella época remota de la humanidad. Hay también una gran cantidad de evidencias, como el Antiguo Testamento, provenientes de la misma fuente, pero que sufrió una distorsión por parte de las castas sacerdotales. De la combinación de estas antiguas fuentes seculares y religiosas es posible ensamblar la historia de nuestra ascendencia, que parecen indicar que descendemos de dioses serpiente, tal vez extraterrestres o seres venidos del pasado, que colonizaron la Tierra hace muchos miles de años. Parece que nuestros antepasados comenzaron a colonizar la Tierra para obtener los metales necesarios para su planeta. Para procesar y transportar estos metales en cargueros aéreos construyeron cinco ciudades operacionales en Mesopotamia. Una de éstas parece que servía como plataforma del lanzamiento espacial. La gente de sumeria se refería a estos “dioses” como Anunnaki, literalmente los hijos de An, o Anu, su principal dios y líder. Parece bastante evidente que los Anunnaki eran una raza extraterrestre. Y según algunos textos todo parece indicar que era una raza inteligente de origen reptiloide. Esto no debería sorprendernos, cuando en la Tierra tenemos constancia de que durante muchos millones de años los dinosaurios fueron los amos del planeta y que incluso se considera que las aves actuales son de origen dinosaurio. En las tablillas sumerias se explica que en un momento dado requirieron una mano de obra barata y por esta razón crearon al hombre primitivo, combinando las características genéticas de la raza Anunnaki con las del hombre primitivo, produciendo el “Adán” del Antiguo Testamento. Por esta razón se supone que este Adán era mitad humano y mitad reptiloide. Y sin embargo, inicialmente no podía reproducirse.

Cuando las condiciones comenzaron a cambiar en la Tierra y el clima se fue volviendo más seco, les relatos nos dicen que se hizo necesario modificar el Adán para adaptarlo mejor al clima variable. El Homo saurus fue modificado y se le aplicaron rasgos más mamíferos. Ésta habría sido la “caída bíblica del hombre“, donde el Adán alcanzó el conocimiento o la capacidad para reproducirse sexualmente. Como resultado de esta modificación genética, el hombre perdió la mayor parte de su aspecto y naturaleza reptil, compuesta de piel brillante, luminosa y escamosa, y adquirió características mamíferas, con una piel suave y flexible, pelo en el cuerpo, la necesidad de sudar y la capacidad de reproducirse. Ya no corrió más desnudo, sino que ahora tuvo que usar ropa para su comodidad y protección. Para todos los propósitos, el hombre ahora era un Homo Sapiens, también llamado Hombre moderno u Hombre de Cro-Magnon. El Homo sapiens pronto pobló la Tierra como esclavo para sus amos Anunnaki. Esta descrito en diversas fuentes que los “dioses” Anunnaki se  aparearon con las hijas del hombre, produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en el Antiguo Testamento como los Nefilim. Ellos también realizaron experimentos genéticos que produjeron formas monstruosas, tal como se refleja en distintos mitos y leyendas, como la del Minotauro. La agitación en la tierra fue terminada precipitadamente por el inicio de una gran catástrofe mundial, conocida como el Diluvio Universal o la Gran inundación. En este tiempo, los dioses se retiraron de la Tierra en sus naves espaciales, dejando atrás a su descendencia semidivina, que perecería con la humanidad en la gran inundación. Cuando  se  empezaron a retirar las aguas, descendieron una vez más para establecer nuevas ciudades en las llanuras de Mesopotamia.  Apareándose nuevamente con humanos produjeron una raza de nuevos seres semidivinos para gobernar sus imperio en la Tierra. En resumen, crearon una raza de dioses guerreros. Los descendientes de los Nefilim, conocidos por el nombre de Rephaim, sometieron a la humanidad por miles de años y luego, alrededor del primer milenio a.C., aparentemente fueron exterminados.

En la antigua Mesopotamia los dioses residían en templos situados en la cima de  zigurats, una construcción de tipo piramidal. Esta zona estaba prohibida para la gente normal y solo era accesible para algunos sacerdotes de confianza. Aquí los dioses comían en privado rodeados por cortinas, de modo que incluso los sacerdotes que los atendían no pudieran verlos comer. Uno se pregunta a que se debía esta privacidad. En el Antiguo Testamento también se hace referencia a la necesidad de privacidad de los “dioses”. Durante el Éxodo, la deidad vivía en una tienda y nunca fue vista por nadie, y tampoco comía en público. Instrucciones específicas le fueron dadas a Moisés de cómo preparar el alimento que era dejado en una parrilla cerca de las habitaciones de la deidad para su comida en privado. Estaba prohibido a los humanos el verlos. A Moisés le fue dicho rotundamente por su Dios: “No puedes ver mi rostro, el hombre quizás no me vea y viva“. Y esta prohibición es llevada al extremo a lo largo de las Sagradas Escrituras. Se convirtió en un mandato de no hacer “una imagen tallada” parecida a una deidad. De este modo al hombre no solo le fue prohibido el ver lo que aparentemente era su dios, sino incluso ver una representación de dicha deidad. ¿Por qué este tabú? ¿Podría ser que su aspecto fuese tan extraño y repulsivo que tuvo que ser mantenido ignorado por el hombre? ¿Era un aspecto reptiloide? Uno asumiría lógicamente que si las deidades eran tan superiores y grandes como indican las Sagradas Escrituras, se complacerían en permitir que el hombre los viese en su magnificencia. Solo a unos pocos privilegiados les fue permitido el acercamiento a las deidades. En Mesopotamia estaban los semidioses, los descendientes del apareamiento de un dios o diosa con un ser humano, por lo que recibieron su herencia genética. Éstos formaron la aristocracia y tuvieron la confianza de los dioses para establecer una barrera entre ellos y la humanidad. Pero todo parece indicar que incluso estos semidioses tenían un aspecto algo extraño y probablemente tenían aún ciertas características reptilianas. El legendario Gilgamesh, por ejemplo, tuvo algo extraño en su aspecto que le hizo permanecer alejado del hombre normal. Los patriarcas bíblicos también tenían algo inusual en su aspecto, como se demuestra en el comportamiento irracional de Noé cuando fue visto desnudo por sus hijos. Según la antigua tradición babilónica, descrita por el sacerdote Beroso, el origen del hombre puede ser atribuida a Oannes, criatura medio anfibia y medio humana que salió del Golfo Pérsico para enseñar las artes y la civilización al ser humano. Beroso los llamó  “annedoti“, que en griego se traduce como “los repulsivos“. Él también se refería a ellos como “musarus“, que significa “una abominación“. De esta manera, la tradición babilónica acredita la fundación de la civilización por una criatura que era considerada una abominación repulsiva. ¡Curioso! En circunstancias normales la actitud habría sido glorificar a estas criaturas como héroes o dioses espléndidos.

El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos era un secreto bien guardado y solo ocasionalmente es perceptible en el Antiguo Testamento, como, por ejemplo, en la adoración del “seraphim” o la “serpiente de bronce” durante el Éxodo. Hay muchas más referencias en la literatura religiosa que forma la base para el Antiguo Testamento. En el Haggadah, de la tradición judía, revela que Adán y Eva perdieron su “piel brillante y dura” como resultado de comer la fruta prohibida. Los Gnósticos, rivales de los primeros cristianos, relatan que como resultado de comer la fruta prohibida, Adán y Eva adquirieron conocimiento, parte del cual era darse cuenta que sus creadores eran “figuras bestiales“. La realidad es que hemos creado a Dios en nuestra imaginación y no de otra manera. De este modo, hemos ocultado la verdadera identidad de nuestros “dioses“. La mayoría de las mitologías y de las religiones del mundo se refieren a sus antepasados como las serpientes voladoras o dragones que trajeron los artes y la civilización a la humanidad. El más viejo de los libros chinos, el misterioso Yih King, afirma que el primer humano fue formado por la antigua diosa Nu Kua, que parece es el nombre chino de la diosa serpiente sumeria Ninkhursag. Los primeros emperadores chinos afirmaban ser descendientes de esta diosa dragón. Las más antiguas y famosas de las obras clásicas hindúes, el Ramayana y el Mahabharata, se refieren al contacto sexual del primer hombre con los dioses serpiente, que eran también sus antepasados. ¿Serían los antiguos dinosaurios, que hubiesen evolucionado tecnológicamente, huido al espacio ante un cataclismo terrestre, y viajado al futuro? El Libro de Dzyan, probablemente el más antiguo de los escritos sánscritos conocidos, habla de una raza serpiente que descendió de los cielos y enseñó a la humanidad. La teósofa Helena Petrovna Blavatsky pasó tres años en el Tíbet, Bhután, y Sikkim, acumulando millares de escritos sánscritos que fueron compiladas en el Libro de Dzyan. Estas fuentes se refieren a los antiguos habitantes llamados Nagas, o Sarpa, que eran seres semidivinos con rostro humano y cola de dragón. Blavatsky creyó que estos Sarpa eran indudablemente los seraphim del Antiguo Testamento. Se cree que los seraphim tendrían las mismas raíces etimológicas que los Sarpa de la antigua India. La mitología centro americana y africana relatan cómo seres parecidos a serpientes voladoras y dragones descendieron de los cielos para enseñarles las bases de la civilización. Los dragones y las serpientes voladoras, que han impregnado en gran manera la mitología antigua, ¿eran realmente grandes saurios que además tenían la capacidad de viajar en sus naves espaciales? ¿Cómo podían los antepasados ilustrar este hecho excepto proveyéndoles de alas? Incluso el Antiguo Testamento implica que la serpiente del jardín del Edén era un reptiloide, ya que dice que la serpiente había perdido sus manos y pies como resultado de la caída del hombre. Entonces, lógicamente, anteriormente tuvo que haber sido una serpiente o un reptil con manos y piernas. La dualidad de la serpiente como fuente de bien y del mal puede verse en la religión egipcia, probablemente debido a ciertos acontecimientos históricos singulares. En los reinos más antiguos la serpiente es considerada benevolente y está asociada a los dioses y la inmortalidad.

Más adelante, en particular durante  la XVIII dinastía egipcia, alrededor del 1.600 a.C., la serpiente se convierte en una criatura siniestra y en objeto de odio y exorcismo. Aquí comenzó el “milenio de los dioses“, que duró hasta alrededor del año 700 a.C.,, que es la época del advenimiento de la famosa XIX dinastía del nuevo reino, con Seti y Ramsés el Grande. Si la influencia del planeta Nibiru de las tablillas sumerias causó los cataclismos adicionales en esta época, ello coincidiría con la campaña guerrera de Sargón de Asiria. Si esto fuera así, explicaría  que en Egipto se dejase de ver a los “dioses serpiente” como benévolos y se los empezara a ver como siniestros. En las paredes de las tumbas de las primeras dinastías la serpiente es representada como una criatura amistosa que el rey lleva en su espalda hacia el cielo estelar. El rey era llevado por el dios serpiente a la tierra de la inmortalidad, la tierra de los dioses. Y en este tiempo la serpiente fue adoptada como símbolo de realeza o divinidad, y comienza a representarse como el áspid divino en el tocado del faraón. Aratta se menciona a menudo en la literatura sumeria como tierra lejana, controlada por la diosa Inanna desde Uruk. Según el poema Enmerkar y el Señor de Aratta, situado más allá de Anshan (ahora Irán), el viaje a Aratta requirió atravesar las siete montañas y el temido río Kur. Ha sido sugerido que Aratta puede ser la Harappa de la civilización perdida del valle de Indo. Harappa, junto con Mohenjo-daro, era una de las ciudades de los antiguos Dravidianos, los legendarios seres serpiente que precedieron la ocupación aria de la India. Mientras que los dioses serpiente se mostraban en forma de dragones en la historia y mitología china, no hay ninguna duda de que estamos hablando de los mismos seres que las serpientes aladas con piernas o los Nagas hindúes. China eligió al dragón como el emblema nacional por razones profundas. Creyeron que el dragón celestial era el padre de la primera dinastía de emperadores divinos y consecuentemente el emblema del dragón se consideró como la representación de la influencia divina en la tierra de China. Según la historia china, los dragones estaban presentes en la creación y compartieron el mundo con la humanidad. Como la serpiente occidental, el dragón fue ligado al desarrollo del hombre; y era el dragón el que le enseñó las artes esenciales, tales como hacer fuego, tejer las redes para la pesca, y crear música. Entre los mayas de América Central, el simbolismo de la serpiente era muy común. La mayoría de las serpientes representadas en su arte son emplumadas, indicando su capacidad de volar. El antiguo libro maya Chilam Balam relata que los primeros habitantes de Yucatán eran los Chanes o “Gente serpiente“, quiénes vinieron a través del mar desde el Este (¿Atlántida?) conducidos por Itzamna, un dios serpiente. Él era la deidad más importante del panteón maya; y como dios dominante, gobernaba los cielos. Y es uno de los pocos dioses mayas que no está asociado a la muerte y la destrucción. Algunos autores partidarios de teoría de la conspiración o adherentes a la teoría de antiguos astronautas se basan en la existencia de estas figuras para acreditar la tesis de los extraterrestres reptilianos. Y esto es solo una pequeña muestra de las antiguas referencias a seres reptilianos. ¿Y si realmente hubo razas de origen reptiloide que alcanzaron una alta tecnología? En este caso, ¿podrían ser visitantes del pasado, de la época de los dinosaurios, que hubiesen huido de la Tierra ante la llegada de un gran cataclismo, de manera similar a como se muestra en la película El Planeta de los Simios?

Pero aún hay más. “Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo“, dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del National Institute of Mental Health (NIMH). No sé si habrás oído hablar del complejoR” o cerebro reptiliano. De acuerdo a la teoría de Paul MacLean, el cerebro humano resulta de la superposición e integración de las funciones de tres cerebros distintos, con diferentes características estructurales, neurofisiológicas y de comportamiento. El cerebro es una masa arrugada de aproximadamente 1.4 Kg que se comporta como un sistema que recibe, procesa y emite información. Rige nuestros movimientos, pensamientos, recuerdos, gustos, anhelos, sueños y es el órgano que nos hace ser quienes somos. El cerebro es un sistema auto-regulado que dispone de diez billones de neuronas que se interconectan y se comunican unas con otras a fin de realizar todos los procesos necesarios para nuestra existencia. Se comunican entre ellas y procesan/emiten información mediante señales químicas y eléctricas. Y  la actividad normal cerebral requiere que estas señales funcionen de manera equilibrada. A lo largo de su evolución, el cerebro humano adquirió tres componentes que fueron surgiendo y superponiéndose. Estos son, respectivamente: el cerebro primitivo (arquipálio), constituido por la estructuras del tronco cerebral: bulbo, cerebelo, ponte y mesencéfalo, con el más antiguo núcleo en la base, el globo pálido y bulbos olfatorios. Se dice que corresponde al cerebro reptiliano, también llamado complejo-R por el neurofisiologo Paul MacLean. ¿Implica ello un origen reptiliano de los seres humanos? Luego vemos al cerebro intermedio (paleopálio), formado por las estructuras del sistema límbico. Se dice que corresponde al cerebro de los mamíferos inferiores. En la capa superior está el cerebro superior o racional (neopálio), que comprende la mayor parte de los dos hemisferios cerebrales, formados por el neocórtex y algunos grupos neuronales subcorticales. Este último solo es compartido por los mamíferos superiores, incluyendo a los primates y el hombre. Esas tres capas se desarrollan de manera superpuesta durante la evolución embrionaria y del feto. Y también cronológicamente en la evolución de las especies (filogenia), desde el lagarto hasta el Homo sapiens. En palabras de MacLean, son como tres computadoras biológicas que, aunque íntimamente interconectadas, conservan cada una sus propias formas peculiares de inteligencia, subjetividad, sentido del tiempo y del espacio, memoria, motricidad y otras funciones menos específicas.

Tal como hemos dicho antes, la parte de nuestro cerebro que es más primitiva es el cerebro básico, instintivo y reptiliano. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tallo cerebral y el sistema reticular. Es esa parte la que se ocupa de las actividades intuitivas. Alojado en el tronco cerebral, es la parte más antigua del cerebro y se calcula que se desarrolló hace unos 500 millones de años, entre los antepasado de los dinosaurios. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles, que actualmente son las especies animales con un menor desarrollo cerebral. El suyo está diseñado para manejar la supervivencia desde un sistema binario: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental. Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva y se encarga de auto regular el organismo. Por lo tanto este cerebro no está capacitado supuestamente para pensar ni sentir. Su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda. El complejo reptiliano, en los seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los rituales animales como el de aparearse. La conducta animal e instintiva está en gran medida controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa y, por lo tanto, muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia, como comer, beber, mantener la temperatura corporal, el sexo, la territorialidad, o la necesidad de cobijo y de protección. Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y el responsable de las mayores atrocidades. Nos sitúa en el presente, sin pasado ni futuro, y por tanto es incapaz de aprender o prever. No piensa ni siente emociones y es pura impulsividad. En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo. Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual incluye las rutinas, los hábitos, la territorialidad, el espacio vital, las adicciones, los rituales, los ritmos, las imitaciones, las inhibiciones y la seguridad. Es el responsable de las conductas automáticas, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la sobrevivencia. En síntesis: este cerebro se caracteriza por la acción. El sistema básico o reptiliano controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso colabora en la continua expansión-contracción de nuestros músculos.

Este primer cerebro es, sobre todo, como un guardián de la vida, pues en él están los mayores sentidos de supervivencia y lucha. Y, además, mantiene la  interrelación con los poros de la piel, los cuales son como una especie de interface que poseemos con el mundo externo.  Este primer cerebro es nuestro agente avisador de peligros para todo el cuerpo. Permite la adaptación con rapidez por medio de respuestas elementales poco complicadas, emocional o intelectualmente. Esta conducta no está basada en consideraciones basadas en las experiencias previas ni en los efectos a medio o largo plazo. Las conductas de las personas calificadas como de psicópatas, que carecen de sentimientos de culpa, y de paranoicos se ajustan a este patrón de conducta. En la psicopatía se juega el papel de depredador y en la paranoia el de presa. Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien, o a una forma de actuar. Por decirlo de alguna forma rápida, este primer cerebro es una herencia de los períodos cavernarios, donde la supervivencia era lo esencial. El cerebro reptil sustenta una parte de la mente inconsciente, o subconsciente, donde se graba, se aloja y se desarrolla el Trauma Psicológico, aquello que determina la mayoría de miedos y fobias que conforman la mente reactiva, la cual, en algunas ocasiones, lleva al ser humano a comportarse como un animal salvaje. Hasta ahora hemos visto la parte del cerebro que, supuestamente, se remonta a la época de los reptiles y dinosaurios. El sistema límbico del cerebro pertenece a la evolución intrínseca de los mamíferos, es el encargado de gestionar las emociones, artífice de la ira, el miedo, la pasión y el amor. La parte reptiliana del cerebro posee un poder atávico dentro de nuestras vidas, que es el impulso y el lugar donde se revelan los rituales más ancestrales, sexo, territorialidad o necesidad de cobijo. En este punto tenemos que incidir en algo que hemos detallado en otros artículos, como “los dioses serpiente y dragón en la mitología, ¿reflejan una realidad en las antiguas civilizaciones?”. El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos, tal como ya hemos dicho, era un secreto bien guardado y ocasionalmente solo es perceptible en algunos párrafos del Antiguo Testamento, como por ejemplo la adoración del “seraphim” o “serpiente de bronce” en el incidente durante el Éxodo. Hay muchas más referencias, muchas de ellas explícitas en distintos mitos y leyendas de todo el mundo. También son muy comunes los mitos sobre la “Serpientes de la sabiduría” que iluminaban a la humanidad.

En el libro del Génesis Dios castiga a la serpiente por haberle dado a Eva la fruta prohibida, declarando: “sobre tu vientre andarás y polvo comerás todos los días de tu vida“. De esta manera la Biblia daba a entender que la serpiente antiguamente tenia, brazos y piernas, y que al ser maldecida le fue quitado este privilegio. También en las viejas catedrales europeas se ven adornos de gárgolas, que son un tipo de reptil. Asimismo, también hay muchas referencias al cruce entre “dioses” y humanos, así como a manipulaciones genéticas de humanos, lo que aún fortalecería más la idea del posible origen de esta parte reptiliana del cerebro. El concepto dinosauroide surge de una investigación sobre los dinosaurios terópodos como el troodon, y el saurornithoides. En efecto, uno de los dinosaurios con el cerebro más grande que conocemos al final del Cretácico fue el troodon, también conocido como stenonychosaurus inequalis, un dinosaurio carnívoro de 1,2 metros de alto y 70 kilos de peso con, tal vez, una apreciable inteligencia. ¿Qué habría pasado si la evolución del troodon hubiese continuado o si se hubiese producido durante los 150 millones de años de los dinosaurios, tal vez mediante manipulación genética? A comienzos de la década de 1980, el paleontólogo Dale Russell, conservador de la colección de fósiles de vertebrados del Museo Nacional de Canadá, en Ottawa, exploró esta posibilidad. De haber sobrevivido los dinosaurios, argumentó Russell, y de haberse hecho más inteligentes especies como el troodon, finalmente habrían tenido que erguirse para contrarrestar el equilibrio de su pesada cabeza. Pero ya sabemos que había dinosaurios bípedos y de sangre caliente en aquellos tiempos. Se habría dado la aparición de una estructura similar a la de los humanos para permitir que el dinosauroide arrojara objetos. Haciendo una proyección sobre la posible evolución de una serie de características de esta especie, Russell llegó a un modelo de bípedo reptil con un cerebro grande y ojos enormes, manos de tres dedos, ausencia de genitales externos, típico de los reptiles, y de ombligo, ya que algunos reptiles modernos presentan placenta, y esto último habría sido necesario para permitir el nacimiento de criaturas con grandes cavidades craneales. ¿Fue el troodon el último escalón en inteligencia de los dinosaurios, o aún quedan fósiles de especies más inteligentes a la espera de ser descubiertas? Por supuesto no tenemos evidencias de que esto haya sucedido, pero no se trata de una hipótesis tan descabellada. Al menos es un punto de vista interesante a la hora de pensar en escenarios evolutivos alternativos. Los dinosaurios caminaron sobre la tierra durante un período muy largo, ya que surgieron hace unos 225 millones de años y desaparecieron hace unos 65 millones de años. Tengamos en cuenta el progreso evolutivo alcanzado desde la aparición de los primeros mamíferos a finales de Cretácico, un período de tiempo hasta nuestros días que no llega ni a la mitad que el transitado por los dinosaurios, que comenzó con unas pequeñas criaturas y ha llegado a crear seres, como los humanos, capaces de viajar por el espacio.

Los dinosaurios ciertamente tuvieron tiempo de sobra para desarrollar grandes cerebros e incluso para crear su propia cultura y civilización. ¿Lo hicieron? Probablemente no, pero no es algo que pueda descartarse por completo. Después de todo, ¿qué pistas quedarían de nuestra civilización y tecnología actual en el futuro, después de 65 millones de años? Y no olvidemos la referencia a serpientes y dragones en diversas antiguas mitologías y leyendas. Dinosauroide es un término científico que se utiliza para referirse al objeto de una hipótesis propuesta por varios científicos, basándose en una predicción evolutiva de dinosaurios, como el troodon, de no haberse extinguido. ¿O tal vez no se extinguieron en su totalidad?  Esta suposición corresponde a la adaptación progresiva de los dinosaurios hacia una forma antropomorfa, una forma que llamaríamos reptiloide. Los trodóntidos o saurornitóididos son dinosaurios raptores, con grandes ojos y el cerebro más grande de estos reptiles del Mesozoico, comparándolo con su tamaño corporal. Emparentados con los dromeosáuridos, los saurornitóididos se diferencian de estos en su menor tamaño, sus dientes con sierra sólo hacia el interior de la boca, y su poco desarrollada garra falconiforme. Se maneja también la posibilidad de que estuviesen cubiertos de plumas, dada su relación con criaturas como el velociraptor, con presencia de plumas bien documentada. Los principales representantes de este grupo de dinosaurios son el saurornithoides mismo y el troodon, antiguamente llamado stenonychosaurus. En 1982, los científicos Dale Russell y R. Séguin publicaron un artículo en el que detallaban la reconstrucción completa del stenonychosaurus, una especie actualmente asignada al género troodon, basada en un esqueleto incompleto descubierto en Alberta en 1967. Conjuntamente con el estudio del troodon, los investigadores se dedicaron a imaginar una posible evolución del animal, de no haberse extinguido. La idea partía de una base muy interesante, ya que el troodon es uno de los dinosaurios supuestamente más inteligentes de su época. Dado que estos pequeños dinosaurios eran cazadores de presas pequeñas, como lagartijas y mamíferos primitivos, dotados de una vista estereoscópica y capaces de depredar en horas de poca luz, las características del llamado dinosauroide se fijaron tomando las del troodon y considerando su posible evolución. Así, el dinosauroide sería un dinosaurio de gran capacidad intelectual, que compensaría su menor velocidad con la fabricación de herramientas sencillas y el desarrollo de tácticas que le permitirían huir de sus predadores y atacar a sus presas de una forma más eficiente.

Al reconstruir al troodon, Russell y Séguin notaron su gran cerebro. Por ello, plantearon como base de su hipótesis que el dinosaurio hubiese evolucionado hasta desarrollar un cerebro más grande. Siendo así, el dinosauroide adquiriría la postura erecta y acortaría el cuello, para soportar mejor el peso. Al erguirse, el antiguo troodon ya no necesitaría la cola para equilibrarse y la perdería. Es curioso que en los seres humanos aún puede detectarse lo que habría sido una cola en el pasado. Para soportar la nueva posición, el tobillo bajaría, y el pie se volvería más largo y plano, perdiendo agilidad y rapidez, y tal vez perdiendo la presencia de la garra falconiforme de trodóntidos y dromeosáuridos. A estas hipótesis, publicadas en 1982, se añaden otras, producto de las nuevas investigaciones. Dada la estrecha relación del troodon con dinosaurios emplumados, como el velociraptor y sus parientes, hubiera sido probable que el dinosauroide presentara plumaje, aunque tal vez diferente al de las aves actuales, y más cercano al que se conoce, por ejemplo, de fósiles de beipiaosaurus, un pariente de los raptores. Dado el gran tamaño de su cerebro, la capacidad intelectual del dinosauroide le habría permitido, quizá, habilidades cognitivas como la fabricación de herramientas y la estructuración de un lenguaje, lo que los acercaría a las capacidades humanas. Separando al dinosauroide “científico” de Russell y Séguin de otros reptiloides presentes tanto en mitología como en la literatura, las teorías de la conspiración y otras tendencias actuales, tenemos que su participación e impacto en la cultura humana ha sido casi exclusivamente para con los científicos, especialmente los paleozoólogos. Sin embargo, este interesante dinosauroide se ha dejado ver, por ejemplo, en la adaptación televisiva de Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, realizada por Hallmark Channel. En ella, los “sauroides“, como son llamados, son rivales de los humanos del interior de la Tierra, menos evolucionados culturalmente. Los sauroides poseen una mente científica que los lleva a tomar prisioneros para experimentar con ellos, en áreas como hibridación y taxidermia. En la serie de ciencia ficción Star Trek: Voyager la tripulación descubre que una especie reptiloide, los Voth, habitantes del otro extremo de la Galaxia, son descendientes de los dinosaurios de la Tierra quienes desarrollaron inteligencia y viajaron por el espacio escapando de un cataclismo. En la saga de ciencia ficción Space Map, la especie de los Broctons son seres reptiloides bípedos, cuyo aspecto está fuertemente basado en el dinosaurioide. En la película Super Mario Bros hacen referencia a lo que habría pasado si los dinosaurios hubiesen seguido evolucionando, pasando por la etapa de dinosauroide hasta adquirir la misma forma que un ser humano, que tal vez es lo que sucedió. En la serie británica de ciencia ficción Doctor Who, los Silurianos aparecen como enemigos y aliados recurrentes. En ella son seres humanoides muy avanzados científicamente que habitaron la tierra mucho antes que los humanos. En la serie animada Dinosaucers se narran las aventuras de cuatro adolescentes que conocen y aúnan fuerzas con los Dinoplativolos, un equipo de dinosaurios extraterrestres, para combatir a otro grupo de saurios humanoides; los malvados Tiranos, quienes buscan conquistar el mundo.

Para terminar, contamos algunas de las teorías de David Icke, escritor británico, autor entre otros libros de El Mayor Secreto: El libro que cambiará el mundo. Sé que algunas de sus teorías son difíciles de aceptar, pero creo vale la pena pensar sobre ellas después de lo explicado anteriormente en este artículo. En el centro de su teoría se encuentra la idea de que un grupo secreto de humanoides reptilianos, llamados la Hermandad Babilónica o Hermandad de la Serpiente, controla a la humanidad, y que muchas figuras prominentes de nuestro mundo serían de origen reptiliano. Según Icke, en base a distintas evidencias, investigaciones y opiniones, cree que los Anunnaki, los “dioses” sumerios, serían una raza de una corriente genética reptiloide. En la investigación ovni tradicional éstos han sido conocidos como los reptilianos. El Dr. Arthur David Horn, un ex profesor de antropología biológica en la Colorado State University, en Fort Collins, con el que David Icke coincide en muchas de sus ideas, una vez creyó en la versión darwinista de la evolución humana, que implica la lenta evolución basada en la selección natural. Actualmente está convencido de que la humanidad fue hibridada por seres extraterrestres mediante manipulación genética, y que una raza reptiloide ha controlado el planeta durante miles de años y lo continúa haciendo hoy. La investigación del Dr. Horn está detallada en su libro Humanity’s Extraterrestrial Origins (Orígenes Extraterrestres de la Humanidad), en el que sugiere que los seres que las Tablillas Sumerias llaman los Anunnaki serían esta raza reptiloide. El famoso astrofísico británico Fred Hoyle dijo en una conferencia de prensa en Londres, en 1971, que el mundo estaba controlado por una fuerza que podía manifestarse en muchas formas: “Están por todas partes, en el cielo, en el mar y sobre la Tierra….”. Dijo que “ellos” controlaban a la humanidad a través de la mente. Icke considera que había otras razas extraterrestres en la Tierra y que todavía las hay, además de la raza extraterrestre que los sumerios llamaron los Anunnaki y otros textos antiguos llamaron la Raza Serpiente, que Icke cree es una raza reptiloide. Los textos antiguos registran “guerras de los dioses” y éstas podrían incluir conflictos entre razas extraterrestres diferentes, así como aquellos descriptos en las Tablillas Sumerias que parecían involucrar facciones de Anunnaki peleando entre sí. Jason Bishop III, un investigador del fenómeno extraterrestre, dice que los reptiloides son mucho más altos que los humanos. Además, parecen ser menos sensibles emocionalmente que los humanos, aunque son sumamente inteligentes y tienen una tecnología muy avanzada. Los relatos modernos de reptiloides se ajustan a las descripciones de muchos “dioses” del mundo antiguo en los textos y en las leyendas.

La cultura Ubaid existió entre el 5000 y el 4000 a.C., incluso antes que la cultura Sumeria, en lo que es ahora Irak, y las estatuillas de sus dioses son representaciones claras de humanoides tipo reptiloide, incluyendo uno de estos seres abrazando a un bebé, también reptiloide. La región donde las culturas Ubaid y Sumeria aparecieron es fundamental para comprender la verdadera historia y las estatuillas de la cultura Ubaid retratan físicamente las descripciones de los “dioses” que gobernaban muchas sociedades antiguas. Asimismo, las culturas centroamericanas tenían su dios serpiente alado, Quetzalcoatl, mientras que los indios Hopi tenían el dios serpiente emplumado, Baholinkonga, y la cultura americana Nativa está inundada con imaginería de serpientes, incluyendo el misterioso túmulo de tierra de forma de serpiente en Ohio. Los antiguos hindúes hablan de los dioses reptiles, los Nagas, que eran una raza de ‘demonios‘ en la cultura india, en que su nombre significa “aquellos que no caminan, sino que se arrastran“. Los egipcios tenían su dios serpiente, Kneph, y los faraones fueron dibujados a menudo con serpientes, mientras que los fenicios tenían a Agathodemon, otra figura de serpiente. Las personas que siguen el rito vudú tienen un dios al que ellos llaman Damballah Wedo, que es retratado como una serpiente. Los hebreos tenían a Nakhustan, la serpiente de latón. El antiguo dios británico, conocido como el Dragón gobernante del mundo, fue llamado HU. El símbolo del disco alado de los sumerios, que es encontrado por todo el mundo antiguo, era normalmente representado con dos serpientes. Vemos pues que el simbolismo de la serpiente y su asociación con “dioses” antiguos abunda en todo el mundo. John Bathhurst Deane en su libro The Worship of the Serpent (La Adoración de la Serpiente), escribió: “…. Uno de los cinco constructores de Tebas (en Egipto) fue nombrado por el dios serpiente de los fenicios, Ofhion. El primer altar levantado a los Cíclopes en Atenas, era para Ops, la deidad serpiente. La adoración simbólica de la serpiente era tan común en Grecia, que San Justino Mártir acusa a los griegos de introducirla en los misterios de todos sus dioses. Los chinos se dice que son supersticiosos al elegir una parcela de tierra para erigir una casa como morada o sepulcro, relacionándolo con la cabeza, la cola y pies de dragones diversos que viven bajo la Tierra”. La idea de dragones lanzando fuego y serpientes malvadas que aparecen en leyendas y textos en todo el mundo podrían fácilmente basarse en los “dioses” reptiloides que operaron abiertamente hace miles de años. ¿Y si estos seres reptiloides fueran frecuentes en el universo, lo que tal vez explicaría la aparición de los dinosaurios sobre la Tierra? Ésta era la Gente Serpiente de los textos antiguos, incluyendo la Biblia, donde la serpiente es un tema recurrente. Por supuesto, la serpiente ha sido usada para simbolizar muchas cosas y no cada referencia sería literalmente un reptiloide, pero muchas de ellas lo son. También hay un tema común de un lugar sagrado que está protegido por una serpiente o dragón. Tenemos la serpiente en el Jardín del Edén y el tema de serpiente / dragón está presente en todo el mundo.

Los persas hablaron de una región de dicha y deleite llamada Heden que era más hermosa que todo el resto del mundo. Era la morada original de los primeros hombres, decían, antes de que fueran tentados por el espíritu maligno, en forma de una serpiente, a compartir la fruta del árbol prohibido. También está el Árbol Banyon bajo el que Krishna se sentó sobre una serpiente enrollada y otorgó conocimientos a la humanidad. Los antiguos griegos tenían una tradición de las Islas de los Benditos y el Jardín de las Hespérides, en el cuál crecía un árbol que producía las manzanas doradas de la inmortalidad. Se cuenta que este jardín era protegido por un dragón. En los libros sagrados chinos hay un jardín en que crecían árboles que producían la fruta de la inmortalidad y que también era protegido por una serpiente alada o dragón. Otra leyenda hindú habla de la montaña sagrada de Meru vigilada por un dragón terrible. Una y otra vez vemos el mismo tema de lugares sagrados, protegidos por dragones temibles, y además relatando que seres mitad reptil, mitad humano, daban conocimientos a los humanos. La especie reptil  y de los dinosaurios tiene una larga conexión con la Tierra, que se remonta a los más de 150 millones de años de los dinosaurios y aún más allá. Las especies reptiles, como las serpientes, no son sino una forma de la corriente genética reptiliana en este universo. Mientras los dinosaurios no eran todos reptiles de sangre fría, tal como investigación moderna ha indicado y anteriormente hemos indicado en este artículo, los reptiles y dinosaurios están estrechamente relacionados por su similar apariencia física y ambos han engendrado una variedad asombrosa de formas diferentes. Los dinosaurios se manifestaron desde como criaturas voladoras, grandes y pequeñas, hasta como el terrible tiranosaurio rex. ¿Podemos negar que la corriente genética reptil / dinosaurio que pudo producir tal diversidad, no pudo manifestarse en una forma bípeda con una capacidad cerebral que permitiese una civilización técnicamente avanzada? Un mayor entendimiento de los dinosaurios ha revelado que aparentemente muchos eran muy inteligentes. Los saurornithoides, nombrado por su apariencia como un pájaro reptil, tenían un cerebro grande, ojos que le daban visión tridimensional, y dedos con pulgares en oposición que le permitían atrapar y comer mamíferos pequeños. Adrian J. Desmond, uno de los investigadores en dinosaurios líderes del mundo, dice que criaturas como los saurornithoides, estaban separadas de otros dinosaurios “por un golfo comparable al que divide a los hombres de las vacas“. Desmond se pregunta: “¿Quién sabe qué máximos habrían logrado los sofisticados imitadores de aves si hubieran sobrevivido?“. Y quizás, de alguna manera, sobrevivieron.

La NASA pidió a Dale Russell, un paleontólogo antes mencionado de la Universidad de California del Norte, redactar un informe sobre a qué se podría parecer la vida extraterrestre. A partir del dinosaurio troodon creó un modelo de un ser al que llamó dinosauroide, tal como hemos dicho antes. Este tenía una semejanza extraordinaria a lo que podría ser un humanoide reptil y era muy parecido a aquellos descritos por las personas que afirmaban haber visto extraterrestres reptiloides. ¿Podemos afirmar que este salto evolutivo desde dinosaurios al dinosauroide no ocurrió en otra dimensión, en otro planeta, o tal vez en la propia Tierra antes de que los dinosaurios se extinguiesen?. La paleontología moderna, en su estudio de fósiles, indica ahora que no todos los dinosaurios se extinguieron por el choque de un meteorito hace 65 millones de años y, por lo tanto, algunos continuarían viviendo actualmente. En realidad ya tenemos muchas evidencias  de que las aves actuales son descendientes de los dinosaurios. Nos podemos preguntar: ¿Qué sucedió con esa conciencia de dinosaurio que dominó la Tierra durante 150 millones de años? Como hemos visto, los antiguos relatos de Asiria, Babilonia, el Antiguo Testamento, China, Roma, América, África, India y de otras partes, presentan relatos en que están involucrados dragones y serpientes. El símbolo de serpiente también ha sido encontrado en restos de la antigua Gran Bretaña, así como en Grecia, Malta, Egipto, Nuevo México, Perú y en diversas islas de Pacífico. Hay una inconfundible semejanza entre algunos dinosaurios y las representaciones antiguas de dragones. Varias especies de pequeñas lagartijas en India y Malasia, dotadas de alas palmeadas se parecen tanto a dragones que se les ha dado el nombre de Draco (Dragón), en memoria de la constelación estelar en la que se dice se originó la raza reptiloide. El geólogo Charles Gould, que ha escrito sobre dragones y reptiles, entre los que destaca el libro Monstruos míticos, dice: “Hay una especie perdida de lagarto que hiberna y que es un carnívoro que tenía alas como de Dragón y estaba protegida por armadura y púas“. Gould cree que su hábitat estaba en las tierras altas de Asia Central y su desaparición coincidió con la Gran Inundación o Diluvio. Pero todavía hoy en día hay supuestos avistamientos de “lagartos voladores” en áreas lejanas del mundo, especialmente en México, Nuevo México y Arizona. ¿Quiénes son y de dónde vienen? ¿Son los descendientes de los antiguos dinosaurios?

Icke sugiere que hay tres posibles orígenes de los Anunnaki, supuestamente reptiloides, que habrían intervenido en los asuntos humanos: 1) que fuesen extraterrestres; 2) que fuesen intraterrestres, que implicaría que viviesen en el interior de la Tierra; 3) que manipulasen a la humanidad desde otra dimensión. Según Icke, las tres opciones, por separado y juntas, serían posibles. La primera opción es que fuesen extraterrestres. Los investigadores del fenómeno reptiloide concluyen que por lo menos algunos se originaron en la constelación estelar del Dragón (Draco), que incluye la estrella Thuban. Entre el 2900 y el 2700 a. C., Thuban fue la Estrella Polar en el hemisferio norte y las pirámides egipcias estarían orientadas hacia esta constelación. De acuerdo con la investigación de Graham Hancock, escritor británico especializado en civilizaciones antiguas, el antiguo complejo de templos en Angkor Wat, en Camboya, es una réplica de la constelación del Dragón como se habría visto en el 10.500 a.C. Se supone que esta es la época cuando la Tierra y sus habitantes, humanos y extraterrestres, habrían estado recuperándose del cataclismo ocurrido hacia el 11.000 a.C., cuando se supone se hundió la Atlántida y hubo el llamado Diluvio Universal. Esta fecha también coincide con el final de la última glaciación. El investigador Robert Bauval afirma que las pirámides de Giza se alinean con las estrellas del cinturón de Orión tal como se habrían visto asimismo en el 10.500 a.C., cuando Orión estaba en el punto más bajo en su ciclo. Y Graham Hancock y otros investigadores sugieren que la esfinge de cuerpo de león en Giza, que se cree que es mucho más antigua que su datación original, habría estado mirando directamente hacia la constelación de Leo también hacia el 10.500 a.C. Encontrar la verdad, especialmente después de tanto tiempo, no es fácil. Es ciertamente asombroso cómo las estructuras y templos antiguos, de sociedades aparentemente inconexas en todas partes del mundo, se alinean con precisión astronómica, matemática y geométrica fantástica. Pero en realidad estas sociedades no estaban inconexas, sino que tenían un origen común. Los templos en Angkor Wat están cubiertos de imágenes de reptiles, una característica de todas las culturas antiguas, incluyendo la egipcia, la centroamericana y la india. El profesor Phillip Calahan en su estudio sobre las misteriosas torres redondas de Irlanda ha dicho que están colocadas con un sincronismo extraordinario con respecto a determinadas constelaciones de estrellas del hemisferio norte durante el solsticio de invierno, especialmente con respecto a la constelación del Dragón.

John Rhodes, uno de los más importantes investigadores sobre la presencia reptiloide en la Tierra, en un libro titulado La Conexión Reptil-Humana nos dice que podrían ser invasores del espacio que se mueven de planeta a planeta, infiltrando encubiertamente la sociedad anfitriona y prevaleciendo al final. El ejército reptiloide, se dice, lleva a cabo raptos de formas de vida de un determinado planeta, mientras sus científicos estudian su biología e introducen el código genético reptiloide en especies que ellos desean manipular. Esto involucra un programa de cruzamiento y eso es precisamente lo que los textos sumerios están describiendo en relación con los Anunnaki. V Invasión Extraterrestre es una serie de televisión de ciencia ficción transmitida entre 1983 y 1985, producida en los Estados Unidos, y que fue escrita y dirigida por Kenneth Johnson. Esta serie trata de seres extraterrestres con apariencia humana, pero que en realidad son reptiloides, que llegan a la Tierra desde el cuarto planeta de la estrella Sirio en una flota de 50 enormes platillos voladores que se posan sobre las principales ciudades del mundo. Parecen ser amigables y buscan la ayuda de los seres humanos para obtener ciertos productos químicos que necesitan en su propio planeta. A cambio, prometen compartir su avanzada tecnología con estos. Los gobiernos del mundo aceptan y los extraterrestres ganan una gran influencia en las más altas esferas de poder del mundo. Sin embargo, rápidamente empiezan a pasar cosas raras. Conforme la serie avanza, se revelan las verdaderas intenciones de los Visitantes, como son robar toda el agua de la Tierra y cosechar a la humanidad como fuente de alimento, dejando sólo unos pocos como esclavos y soldados para las guerras que los Visitantes tienen con otras razas extraterrestres. John Rhodes afirma que después de que los reptiloides invaden un planeta desde el espacio y desde sus bases subterráneas, la población de superficie se rinde rápidamente a su superior tecnología y armamento. Entonces los reptiloides despojan el planeta de sus recursos, como agua, minerales e información del ADN. Rhodes afirma que la infiltración en la sociedad humana mediante sociedades secretas es un método clave del control reptiloide. El escritor e investigador estadounidense, William Bramley, concluyó, en su libro Dioses de Edén, que los Anunnaki crearon una sociedad secreta llamada originalmente la Hermandad de la Serpiente y ésta ha sido usada para manipular la humanidad. Esta Hermandad de la Serpiente sería el núcleo del centro de la red global de sociedades secretas actuales que, según William Bramley, estarían controladas por seres reptiloides.

Otra opción propondría que serían intraterrestres. Icke nos dice que, en su expresión física, los Anunnaki son una de las muchas razas del interior de la Tierra, que viven en catacumbas enormes, cavernas y túneles. Una leyenda india Hopi dice que existe un complejo de túneles muy antiguo bajo Los Ángeles, que fue habitado por una raza de “reptiloides” hace unos 5.000 años. En 1933, G. Warren Shufelt, un ingeniero de minas de Los Ángeles, afirmó haber encontrado este complejo de túneles. Pero ha habido un masivo encubrimiento por parte de las autoridades sobre la existencia de estas razas subterráneas y donde viven. En 1909 una ciudad subterránea fue encontrada por G.E. Kincaid, arqueólogo del Instituto Smithsoniano, cerca del Gran Cañón en Arizona. Era suficientemente grande para acomodar a unas 50.000 personas, y donde se encontraron cuerpos momificados que eran de origen oriental, posiblemente egipcio, de acuerdo con el jefe de la expedición, el Profesor S. A. Jordan. Allí se encontraron numerosos artefactos, incluyendo utensilios de cobre tan duro como el acero. Pero el Instituto Smithsoniano se ha asegurado que estos hallazgos permanezcan desconocidos para el público. Y nadie habría sabido de este descubrimiento si no fuera por dos artículos en un periódico local, la Gaceta de Arizona, en abril de 1909. El investigador John Rhodes afirma haber ubicado este sitio y lo conecta con Sipapuni, el mundo subterráneo donde los indios hopis afirman haberse originado. La leyenda Hopi también cuenta cómo los reptiloides, llamados también Gente Serpiente, o Gente Hormiga, jugaron un papel importante en su historia. Según la historia Hopi, sus ancestros solían vivir en un gran mundo subterráneo junto a una raza de seres llamados la Gente Hormiga. Esta Gente Hormiga, que algunos creen que se podría tratar de los conocidos como alienígenas grises, ayudaron a la alimentación de los Hopi durante su vida bajo tierra. Un día, bajo la dirección de su diosa matriarcal, la Mujer Araña, ellos ascendieron a la superficie por medio de un brote de bambú ahuecado que brotó a través de una abertura en el techo de la cueva llamada Sipapuni. Dicen que poco después de su llegada a la superficie, un pájaro burlón llegó y confundió el idioma de los Hopi, lo que les animó a romper en pequeños clanes que hablaban diferentes idiomas. Se parece a la historia de la Torre de Babel. Un día, poco después, una estrella extremadamente brillante, o nave estrella, apareció por encima de ellos en el cielo y les dijo que debían seguirlo. Lo hicieron hasta que se detuvo en un lugar. Cuando se detuvo, algunos de los Hopi se quedaron y se establecieron. Cuando la estrella apareció más tarde, de nuevo los Hopi viajaron con ella hasta que se detuvo de nuevo.

El diseño del mundo subterráneo descubierto en Arizona fue descrito por G.E. Kincaid como “una cámara gigantesca desde la que se radian montones de pasadizos como los rayos de una rueda“. Mundos y ciudades subterráneos, antiguos y modernos, abundan en leyendas y tradiciones en todo el planeta. Hay informes de testigos oculares de humanoides gigantes avistados en las catacumbas Hal Saflini en Malta durante la década de 1930, que fueron cerradas después de que un grupo de escolares y su guía desaparecieron. Más de 30 vastos antiguos complejos de túneles y ciudades subterráneas han sido encontrados en Turquía. Hay una creencia generalizada entre investigadores del tema ovni de que hay bases subterráneas de reptiloides. La pregunta es si son nativos de la Tierra o si provienen de otro lugar. Tal vez la respuesta sea que ambos. Pero hay otra opción, que sería la de que vengan de otra dimensión. Según Icke  sería desde otra dimensión, la cuarta dimensión (espacial) inferior, desde la que el control y manipulación reptiloide se llevarían a cabo. Sería desde una de estas otras dimensiones, desde la que los Anunnaki estarían controlando este mundo a través de ciertos linajes. Pero, según Icke, los controladores reptioides de la cuarta dimensión estarían a su vez controlados por entidades de la quinta dimensión. El lugar desde la que los reptiloides funcionarían sería el nivel más bajo de la cuarta dimensión, el más cercano a este mundo físico. En entornos esotéricos se le conoce como el Bajo Astral, la residencia legendaria de demonios y entidades malévolas que se remonta a la antigüedad. Sería desde aquí donde los satanistas actuales convocarían a sus entidades demoníacas en sus rituales de magia negra. Pero en realidad estarían convocando a los reptiloides de la cuarta dimensión inferior. Algunos investigadores sugieren que estos reptiloides de la cuarta dimensión pudieron ingresar en nuestra dimensión a través de agujeros de gusano o portales estelares, a causa de las explosiones nucleares que se iniciaron en los desiertos de Nuevo México a comienzos de la década de 1940. Pero probablemente tales portales empezaron a ser creados hace mucho tiempo, antes de los grandes cataclismos, cuando el mundo estaba en una etapa tecnológica aún más avanzada que hoy. La corriente genética reptiliana operaría en todo el universo y no todos serían malévolos.

Según Icke, este grupo controlador habría venido aquí desde la constelación del Dragón y otros lugares, y este es el origen de términos como draconiano, una palabra que resumiría sus actitudes y su programa. Las historias de vampiros serían simbólicas sobre el comportamiento de estos seres. El programa de hibridación, a través de manipulación genética y relaciones sexuales, es descrito en las Tablillas Sumerias y en el posterior Antiguo Testamento, que nos dice que los hijos de Dios se unieron a las hijas de los humanos. Según Icke estas líneas híbridas derivadas de los cruzamientos humano – reptiloide llevarían el código genético reptiloide y, por lo tanto, podrían ser más fácilmente poseídos por los reptiloides desde la cuarta dimensión inferior. Icke afirma que estos linajes se convirtieron en la aristocracia británica y europea, que luego fueron exportados alrededor del mundo para gobernar América, África, Asia, Australia, etc… Estas líneas genéticas serían catapultadas hasta los puestos de poder político, militar, de los medios de comunicación, de la banca y de los negocios. Icke opina que al igual que se indica en la serie televisiva V Invasión Extraterrestre, estos puestos son retenidos por reptiloides de la cuarta dimensión inferior enmascarados detrás de una forma humana o bien por humanos controlados mentalmente por éstos mismos seres. Aunque actúan a través de todas las razas, predominantemente actúan a través de la raza blanca. El astrónomo, Carl Sagan, sabía más de lo que aparentaba públicamente. Curiosamente si invertimos el nombre Sagan, se lee Nagas, los seres serpiente de la antigua India. Su conocimiento de la situación verdadera se manifestó cuando dijo que: “no hace ningún bien en absoluto ignorar el componente reptil de la naturaleza humana, particularmente nuestro comportamiento ritualístico y jerárquico. Al contrario, el modelo puede ayudarnos a comprender todo sobre los seres humanos“. Sagan añade, en su libro Los Dragones de Edén, que incluso el lado negativo del comportamiento humano es expresado en términos reptiloides. Cuando el feto humano se está formando pasa por muchas fases que se conectan con los mayores puntos evolutivos en el desarrollo de la forma física actual. Éstas incluyen conexiones con mamíferos no primates, reptiles y peces. Hay un punto en el que el embrión desarrolla branquias, por ejemplo. El embrión humano es exactamente como los de aves, ovejas y cerdos hasta la octava semana, cuando sigue su propio camino evolutivo. Ocasionalmente las instrucciones genéticas dejan de recordar el guión más reciente y algunos bebés nacen con colas. Éstos son llamados apéndices caudales y se forman en la región lumbar más baja. La mayoría es retirada inmediatamente, pero en algunos países más pobres, donde tal apoyo médico no está disponible, hay personas que viven todas sus vidas con colas. Sabemos que la feromona es la sustancia segregada y liberada por los animales para poder ser detectados por miembros de su misma especie. Pues bien, los científicos nos dicen que las feromonas en mujeres humanas e iguanas concuerdan químicamente. ¡Curioso! Tal vez sea una reminiscencia de nuestro pasado evolutivo.

Fuentes:

  • Desmond Adrian – Los Dinosaurios de Sangre Caliente
  • Charig Alan – La Verdadera Historia de los Dinosaurios
  • Wilford John N. – El Enigma de los Dinosaurios
  • Stephen C. Meyer – El ADN y el Origen de la Vida: Información, Especificidad y Explicación
  • Oswaldo Faveron Patriau – El Hacker Cuántico y el Biohacking
  • Sarah Romero – La revolución del biohacking
  • Stuart Russell y Peter Norvig – Inteligencia artificial: Un enfoque moderno
  • Alejandro Madruga – Inteligencia artificial, el futuro del hombre
  • Helena Petrovna Blavatsky – La Doctrina Secreta
  • R.A. Boulay – Serpientes y dragones voladores
  • Sitchin, Zecharia – El 12º Planeta
  • Charles Gould – Monstruos míticos
  • William Bramley – Dioses de Edén
  • Meyer, Ross, Nelson y Chien – La explosión cámbrica: el Big Bang de la biología
  • John Bathhurst Deane – La Adoración de la Serpiente
  • Mahabharata
  • Ramayana
  • Antiguo Testamento
  • Chilam Balam maya
  • David Icke – El Mayor Secreto

Fuente del articulo: https://oldcivilizations.wordpress.com/2021/01/22/los-dinosaurios-un-ejemplo-para-especular-sobre-nuestra-prehistoria/