Ante la incesante llegada de cayucos a Canarias con trabajadoras y trabajadores provenientes del continente africano, que acumulan un saldo, en lo que va de año, de cerca de 15.000 personas, y las condiciones infrahumanas en las que se les está acogiendo, desde Intersindical Canaria denunciamos las políticas económicas y legislativas que nos han llevado hasta esta situación, cuyo responsable último es el expolio colonial y neocolonial al que se ha sometido a los países africanos, entre los que incluimos a Canarias, hurtando sus recursos naturales, provocando guerras por los mismos, que generan miles de víctimas y una pobreza generalizada, colocando gobierno títeres, destruyendo los procesos identitarios de los pueblos de nuestro continente. Por si todo ello no fuera suficiente, en el plano legislativo se han ido implementado, en las últimas décadas, medidas que solo han servido para convertir, las aguas territoriales de Canarias, entre otras, en una inmensa fosa común, donde yacen un número indeterminado de personas migrantes.
Las leyes de extranjería, la externalización de las fronteras, el Plan África, son todas medidas que han desplazado hacia el sur la ruta migratoria de quienes huyen del hambre, la miseria, la guerra, la persecución política y social. En esa frontera sur, fuera de Europa, es donde se sitúa a Canarias como territorio receptor, con la única diferencia con el entorno, Marruecos, Mauritania, Gambia, etc., de que nuestro país no recibe las compensaciones que si se dan a esos países, pero nos convierten, igualmente, en un muro de contención, en una valla invisible, en la frontera de sus fronteras, en un territorio cárcel para las personas que arriban a nuestras costas, sin intención de permanecer en el mismo, con el único objetivo de llegar al destino final de su proyecto migratorio, Europa y, en concreto, las ciudades y países donde pueden encontrar una oportunidad laboral y de vida futura.
Intersindical Canaria se niega a ser cómplice de semejantes políticas. Nos negamos a seguir el juego a quienes tiran la piedra y esconden la mano, separando, como si fueran ajenas, las causas y las consecuencias. Denunciamos que ni la Unión Europea ni el gobierno español han colocado sobre la mesa alternativas reales, más allá de las represivas, a los masivos movimientos migratorios africanos, ni a la catástrofe humanitaria que estamos viviendo en nuestro territorio. Las imágenes de hacinamiento de los campamentos sobre asfalto o sobre piedra llaman a las conciencias de los hombres y mujeres de esta tierra que nos situamos en una posición de solidaridad, pero no de cualquier solidaridad, sino de la que denuncia el problema desde sus raíces. Hemos podido leer y escuchar en las últimas semanas que nos estamos convirtiendo en las islas de Lesbo o de Lampedusa, creemos que el parecido es mucho mayor con la isla de Alcatraz, una inmensa cárcel en medio del océano, recordando el, no tan lejano, pasado en el que éramos territorio de destierro.
La solidaridad hoy, no se manifiesta pidiendo la habilitación de nuevos espacios de confinamiento en el Archipiélago, sino por el contrario, exigiendo que se traslade a las personas migrantes a otros lugares del estado español y a países europeos, autentico objetivo de las mismas, y ello debe hacerse de forma inmediata, dignificando las condiciones de traslado y acogida de estas personas.
Por último, manifestamos nuestra firme voluntad de seguir denunciando cualquier forma de opresión colonial y neocolonial en nuestro continente, África, así como la utilización de estas islas, de muro de contención del hambre de la población del mismo.