Peter y Didier, el color de los hijos de África

Hace años en las fiestas de La Gomera, en el norte, en el sur, en cualquier romería teníamos la imagen de la gente del interior, la gente del campo sobretodo, extendiendo sobre el suelo y junto a las ramas de helecho unos manteles o pañuelos con montones de colores, vivos, luminosos y diversos que convertían el lienzo de la fiesta en un paisaje realmente exuberante.

Con el paso del tiempo casi todo cambia y el color y todo eso que describo ha desaparecido de las fiestas.

Pero en La Villa en San Sebastián, estamos de suerte, vuelve el color, exuberante y extravagante y se aparece en las terrazas, en el mercado o en patinetes silenciosos conducidos por Didier y Peter. Un casco violeta y otro azul, un pañuelo rojo, verde, un chándal naranja, zapatos añil o amarillos, qué más da…la alegría viajando en silencio.

Llevan mucho tiempo en la isla y han vivido en varios pueblos, ahora están encantados en San Sebastián.

Los colores que muestran sobre sí mismos aparecen en sus obras con más fuerza e intensidad si cabe, rechazan las influencias que se les sugieren, del arte pop o de algunos vanguardistas franceses u holandeses. Lo niegan con rotundidad y hablan de ÁFRICA, la tierra donde los dos pasaron la infancia, El Congo, Zimbawe, Sudáfrica y de la alegría como actitud, como expresión filosófica, como rebeldía.

Los dos son de nacionalidad belga, pero se consideran africanos. Son negros, proclaman… y más Peter(que es el blanco).

Es curiosa la distinta personalidad de cada componente de esta pareja. Didier, de piel negra, bueno, más bien mulato, habla de la historia del colonialismo belga en El Congo, del rey Leopoldo y sus barbaries y también de Europa, del papel de Bélgica, de las diferencias culturales entre el norte y el sur, de las diferencias entre los que cocinan con mantequilla, el norte y los que lo hacen con aceite, el sur. Habla de política, de España y del resto del mundo, es exquisitamente culto y le gusta la conversación y la confrontación dialéctica y en su mirada se adivina la frialdad del acero en las reflexiones. Es conservador y profundamente liberal con formación de actor, estudió teatro y formó parte de grupos importantes en Amberes, lo dejó todo por vivir con Peter en La Gomera, le olía a África.

Peter se expresa repitiendo algunas palabras como si de un estribillo musical se tratase, amor, amor, amor…color, color, color, era mi hijo, era mi hermano, era mi hijo…

Hablamos de su constante y eterno dolor por la muerte de su hermano en circunstancias muy trágicas y de que era más su hijo que su hermano y de cómo lo protegía en las casas de acogida en las que pasó gran parte de su infancia y su adolescencia.

Peter es grande como un gigante amoroso, mimoso, todo es grande, sus brazos, sus manos, sus ojos brillantes que se ponen llorosos cuando habla de su memoria y de su tierra de África. Dice que su dolor siempre estará ahí pero que su vida es el color y la alegría, no como coartada, ni como escudo, es su forma de vivir, es su actitud ante la vida.

Vinieron con su amor y su color.

El color de las túnicas, el de los techos de las chabolas, el del atardecer, el del amanecer, el de las llanuras, el de las ciudades, el del caos, el de la selva

El de África.

 

( Didier y Peter son  componentes del grupo de artistas del VIAJE INTERIOR IV )

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