Biden desoye a los países de la UE y mantiene el 31 de agosto como fecha límite para salir de Afganistán

Andrés Gil/eldiario.es | El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se mantiene firme con la fecha del 31 de agosto. Algo que también desean los talibanes: que el último soldado estadounidense deje el país dentro de una semana. Pero los socios europeos no lo tienen claro, porque sospechan que, quizá, no haya tiempo suficiente para completar las evacuaciones previstas del país, tal y como está el acceso al aeropuerto de Kabul.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha afirmado en la rueda de prensa posterior a la reunión por videoconferencia del G7 que ha trasladado al presidente de Estados Unidos «la necesidad de asegurar el aeropuerto, durante el tiempo que sea necesario, para completar las evacuaciones; y en segundo lugar, un acceso justo y equitativo al aeropuerto». Según Michel, se trata de una «prioridad acuciante». Pero, de momento, Biden se aferra al 31 de agosto.

El primer ministro británico, Boris Johnson, anfitrión de la cumbre telemática, ha pedido al resto del G7 que «intensifiquen el apoyo a los refugiados y la ayuda humanitaria». Tanto la ayuda como el reasentamiento son cruciales para «proteger los derechos humanos y contribuir a la estabilidad de la región», según el Gobierno británico. De momento, no obstante, los esfuerzos de la UE se basarán en ayudar a los países vecinos de acogida, más que en acoger refugiados, según han informado los presidentes del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Y eso quiere decir que la UE se tendrá que poner a negociar con Irán y Pakistán para que gestionen la crisis migratoria afgana antes de llegar a Europa.

«La UE hará su parte para apoyar la seguridad y las condiciones de vida adecuadas de los afganos que huyen de su país», ha afirmado Michel. Pero, ¿cómo? «Trabajaremos con los países de la región, especialmente Irán, Pakistán y los de Asia central para abordar las diferentes necesidades. Se necesitará protección internacional para los que sufren persecución y para los colectivos vulnerables. Y los Estados miembros de la UE contribuirán a este esfuerzo internacional». Y ha añadido: «Estamos decididos a mantener los flujos migratorios bajo control y las fronteras de la UE protegidas».

Los líderes, durante la reunión, han reiterado «su compromiso en salvaguardar los avances en Afganistán durante los últimos 20 años», si bien los talibanes se han hecho con el país en menos de una semana, «en particular en lo relativo a la educación de las niñas y los derechos de las mujeres y las minorías».

Además de los derechos humanos, los jefes de gobierno de los principales países del mundo, han afirmado sentirse preocupados por «los esfuerzos de evacuación en el aeropuerto de Kabul y el trabajo a más largo plazo para asegurar un futuro más estable para Afganistán y garantizar que cualquier nuevo gobierno sea inclusivo y cumpla con sus obligaciones internacionales».

Uno de los problemas que más acucian a los socios europeos es el límite del 31 de agosto, suscrito por los talibanes y EEUU para la salida definitiva del país de las tropas estadounidense, cuya prórroga han reclamado los europeos en los últimos días. En efecto, Reino Unido, Francia y Alemania han insistido al presidente estadounidense, Joe Biden, para que extienda su fecha límite del 31 de agosto para la retirada estadounidense del país, extensión que tampoco quieren los talibanes.

No obstante, Annegret Kramp-Karrenbauer, ministra de Defensa de Alemania, ha pedido no criticar a EEUU por la retirada de las tropas, en tanto que tampoco había apoyo en Europa para prolongar la operación en Afganistán. «¿Todos los que ahora están tan comprometidos con Afganistán hubieran apoyado una operación larga y dura, probablemente con muchas vícitmas», se pregunta.

Los líderes de la UE también están particularmente preocupados por el riesgo de una gran ola migratoria desde Afganistán. Este jueves y viernes habrá reuniones de los embajadores de los 27 ante la UE para abordar el asunto, y se podría convocar una reunión ministerial de Justicia y Asuntos de Interior en las próximas fechas».

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha afirmado: “Nuestra prioridad es completar la evacuación de nuestros ciudadanos y de los afganos que han contribuido a nuestros esfuerzos durante los últimos 20 años. Para la próxima fase, es vital que nos unamos como comunidad internacional y acordemos un enfoque conjunto a largo plazo. Hay que coordinar nuestra respuesta a la crisis, reafirmar nuestro compromiso con el pueblo afgano y pedir a nuestros socios internacionales que secunden los compromisos del Reino Unido de apoyar a los necesitados».

«Junto a nuestros socios y aliados, seguiremos utilizando toda la presión humanitaria y diplomática para salvaguardar los derechos humanos y proteger los logros alcanzados en las últimas dos décadas. Los talibanes serán juzgados por sus actos y no por sus palabras», afirmó Johnson.

La reunión, que se ha celebrado por videoconferencia, ha contado también con los secretarios generales de la ONU, António Guterres, y de la OTAN, Jens Stoltenberg.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha comunicado también este martes un «aumento en el apoyo humanitario para los afganos de 50 millones de euros a más de 200 millones». Esta ayuda humanitaria se suma a las contribuciones de los Estados miembros de la UE.

Condiciones para las relaciones con Kabul

En cuanto a las condiciones para una relación institucional con el nuevo régimen, los líderes comunitarios insisten en que se produzca un arranque «pacífico e inclusivo», en primer lugar. Además, que haya «respeto a los derechos humanos y, en particular a las mujeres y niñas, pero también a los jóvenes y grupos vulnerables», unido al «compromiso con la lucha contra la corrupción, impidiendo el uso del territorio de Afganistán por parte de organizaciones terroristas».

En la misma línea se expresa la declaración del G7 aprobada este martes: «Pedimos el cumplimiento de los derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres, las niñas y los grupos minoritarios, y que el derecho internacional humanitario se respete en todas las circunstancias».

«Afganistán nunca debe volver a convertirse en un refugio para el terrorismo ni en una fuente de ataques terroristas contra otros», afirman los gobiernos del G7: «Trabajando con nuestros socios, en particular con los aliados de la OTAN, continuaremos luchando contra el terrorismo con determinación y solidaridad, dondequiera que se encuentre. Cualquier futuro gobierno afgano debe cumplir con las obligaciones internacionales de Afganistán y su compromiso de combatir el terrorismo; salvaguardar los derechos humanos de todos los afganos, en particular las mujeres, los niños y las minorías étnicas y religiosas; defender el estado de derecho; permitir el acceso humanitario incondicional; y contrarrestar el tráfico de personas y de drogas de manera eficaz».

El propio jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, afirmaba recientemente tras reunirse con los ministros de Exteriores de la UE, que «la cooperación con cualquier futuro gobierno afgano estará condicionada a un acuerdo pacífico e inclusivo, y al respeto de los derechos fundamentales de todos los afganos, incluidas las mujeres, los jóvenes y las personas pertenecientes a minorías, así como al respeto de las obligaciones internacionales de Afganistán en lo que respecta al compromiso con la lucha contra la corrupción y la prevención del uso del territorio de Afganistán por organizaciones terroristas».

Refugiados

La crisis de 2015 partió la UE hasta el punto de que no se alcanzó un pacto migratorio global, entre otras cosas porque Polonia, Hungría y República Checa rechazaron el sistema de cuotas obligatorias propuesto por Bruselas para aliviar la presión de los países de entrada, como Italia y Grecia. La Justicia europea condenó a Budapest, Praga y Varsovia, pero en el fondo ganaron el debate político, pues la UE ha terminado enterrando el mecanismo de cuotas en su nueva propuesta de pacto migratorio. Al tiempo, cerró un acuerdo con Turquía para externalizar el control de fronteras a cambio de 6.000 millones iniciando un sistema que puede reproducirse con otros países.

El propio Janesz Jansa, primer ministro esloveno y presidente de turno de la UE, ya ha mostrado su rechazo a acoger refugiados afganos.

Un discurso compartido por el canciller austríaco, Sebastian Kurz, quien comanda un gobierno de coalición entre populares y verdes: «Austria ha hecho mucho al acoger a 44.000 afganos. Tenemos una de las comunidades afganas per cápita más grandes del mundo, después de Irán, Pakistán y Suecia. Todavía hay grandes problemas con la integración y, por tanto, estamos en contra de una cuota adicional».