Un comunista (gomero) silbando la internacional

El 9 de abril de 1977 mi tío abuelo, Juan Pedro Ascanio, se enteró de la legalización del PCE trabajando en las rotativas del periódico El Día como tipógrafo. Dicen que solo paró unos momentos y siguió su trabajo silbando la internacional.
Hacía 41 años que el partido que ayudó a fundar en Tenerife era ilegal. Sabía bien lo que significaba eso, en la segunda república, con apenas 16 años, ya había pisado la cárcel por sus artículos sobre la brutal represión contra la clase obrera. En 1936 fue detenido junto a tantos otros y trasladado al Batallón 180 de trabajos forzados en el Marruecos español, donde logra huir al Marruecos francés. No acaban ahí sus penas. Entre 1939 y 1944 permanece en campos de concentración de los territorios coloniales franceses por su militancia comunista y republicana, colaborando tras su liberación con varios medios del PCE en Argel y Casablanca.
Hasta 1966 Juan Pedro no regresa a su tierra, no se reencuentra con su familia. En el periódico El Día logró un trabajo y buenas amistades, incluso con personas abiertamente distantes en lo ideológico, pero que le habían tratado como un compañero de trabajo.
Tras la muerte del dictador incluso fue partícipe y fomentó un encuentro entre antiguos presos de Fyffes que, antes de leyes como la de la memoria histórica ya repasaron juntos sus vivencias y su sufrimiento.
En agosto de 1985 ya habían pasado los años más intensos de la transición. El caciquismo seguía firme en muchos espacios de poder y en la revista Tierra Canaria reflexionaba de esta manera sobre algo siempre actual y necesario, la unidad de la izquierda canaria:
«Por eso hay que empezar por establecer el cuadro social y político en que ha de establecerse esa unidad de la izquierda que todos pregonamos y que pocos acertamos a pone en práctica. Y ese cuadro está dado por las exigencias de la propia situación que vivimos en nuestras islas. Por la realidad de la situación de crisis que nos azota, del paro y la miseria que crece día a día; de los problemas generales de nuestra sociedad canaria, que se debate en la frontera del subdesarrollo, siendo el exponente más acabado de las contradicciones existentes entre el modelo económico llamado «occidental» y la supervivencia en nuestras islas de una estructura de producción basada en el sistema intermediario tradicional.
Es decir, la unidad de la izquierda debe tener como objetivo, en lo inmediato, crear las condiciones indispensables para la lucha contra el paro y la miseria que se abate sobre los canarios y afrontar todos los múltiples problemas que se nos presentan cada día: la educación, la vivienda, los servicios sociales, la defensa de nuestras condiciones de vida, del medio ambiente, y como elemento fundamental, la defensa de la causa de la paz y el desarme. Toda una serie de cuestiones en la que existe una coincidencia fundamental entre los diferentes colectivos que nos llamamos y defendemos con ligeras variantes posiciones de izquierda».
Solo dos años después fallecía, dejando muchos compañeros de lucha, muchos amigos y el mismo sueño de libertad y justicia que germinó en él sembrado en muchos corazones.