Cuando el aceite de oliva español era un alimento mortal

Ya han pasado unos años, pero no tantos como para que esta plaga mortal haya pasado al olvido. No es broma, el aceite de oliva condujo a mucha gente a la tumba, incluso cuando se trataba de aceite virgen extra sin adulterar. Purísimo. Les cuento:

Durante siglos, la Inquisición española, a través de los sermones dominicales de los párrocos, animaba a sus feligreses a denunciar a cualquier judío que se hubiera bautizado y siguiera practicando en secreto el judaísmo.

Los predicadores recomendaban realizar una serie de pesquisas para comprobar estos extremos. Una de las pruebas que debían buscar los buenos cristianos en sus vecinos judíoconversos era si olían a aceite de oliva.

Si se denunciaba a una persona que despidiera ese olor y la Inquisición comprobaba (lo de “comprobar” es un decir) que el denunciado o denunciada consumía aceite de oliva, el castigo podía ser terrible: tortura, cárcel indefinida, procesión vergonzante, latigazos a cientos y, cómo no, la muerte.

Hasta la Inquisición española, tan cruel y arbitraria, tenía cierta lógica dentro de sus despiadados y disparatados principios: sólo a un tonto se le ocurriría consumir aceite vegetal pudiendo saborear la rica manteca de cerdo. ¿Y quiénes, no siendo tontos, se negaba a comerla? ¿Y por qué?

Las razones nada tienen que ver con el colesterol, porque entonces ni se sospechaba que existieran grasas perjudiciales. Las causas fueron otras. Verán, los creyentes de religión judía tienen prohibido comer grasa de origen animal, especialmente de cerdo. Por esta razón el consumo de aceite de oliva sustituía a la manteca animal y, si un vecino cristiano de origen judío la comía, era evidente que seguía practicando el judaísmo en secreto. Es decir, era un “marrano” como se denominaba a estas personas.

Tampoco se escapaban de esta muerte por aceite de oliva los árabes convertidos al cristianismo que, en su huída inconsciente del colesterol, cayeron en la hoguera.

Ya ven cómo cambian los tiempos: los nietos de los que denunciaban el aceite de oliva como signo de maldad, ahora se llenan la boca anunciándolo como el paradigma de todo lo bueno…