La Gomera alberga los sabinares más extensos y mejor conservados de Canarias, especialmente, los de Vallehermoso y Tamargada. El sabinar es una formación boscosa que se asienta en las medianías de la isla, fuera de la influencia de los alisios, y que está dominada por la sabina (Juniperus turbinata ssp. canariensis).
Cada lunar verde que aparece en la tortuosa y amarilla piel de esta comarca es una sabina; este árbol adquiere formas redondeadas de pocos metros de altura (2 ó 3 m), o bien, formas achaparradas por efecto del viento, llegando en condiciones favorables a los 8 m de altura.
La sabina se encuentra en las islas centrales y occidentales del Archipiélago. Como prácticamente todos los bosques termófilos, nombre que designa distintas formaciones boscosas como los palmerales o los acebuchales, los sabinares estuvieron a punto de desaparecer tras la colonización de las islas, debido a la ocupación de las medianías para el asentamiento humano y el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Su madera, apreciada desde tiempos aborígenes, se ha venido empleando para techumbres, en ebanistería o como leña.
El gran atractivo de los sabinares de Chijeré es que en ellos podemos observar cómo van cambiando su fisonomía y cortejo con la altitud, a medida que se extienden desde áreas próximas al mar hasta el monteverde. En las cercanías a la costa la sabina se mezcla con la alcanutilla (Euphorbia aphylla); conforme se sube en altitud encontramos otras especies propias de este tipo de bosque como son el sándalo (Convolvulus floridus), el espino (Rhamnus crenulata) o el acebuche (Olea cerasiformis).
En las divisorias de solana se desarrolla un sabinar pobre, mientras que en las áreas resguardadas y más altas la sabina se entremezcla con manchas de monteverde. Es raro caminar por estos sabinares y no oír chillar a una aguililla (Buteo buteo) o graznar a los cuervos (Corvus corax), aves éstas que ayudan a la dispersión de las semillas de la sabina.