- David Bannerman, nacido en 1886, formó parte del Museo Británico por lo que comenzó a viajar por el mundo como naturalista y ornitólogo. En 1908 comenzó la primera de una larga serie de expediciones a las Islas Canarias que culminarían con la publicación del primer catálogo completo de la avifauna canaria a lo largo de los años 1919 y 1920.
- Los resultados y experiencias de estas expediciones están recogidos en The Canary Islands: their History, Natural History and Scenery.
- En 1963 escribió: «la fauna canaria es única; deberíamos conservarla para las generaciones venideras».
«La larga subida hasta Hermigua nos llevó mucho más tiempo que todo el ascenso. Pasamos a través de árboles de hoja perenne, que poco a poco se convirtieron en árboles más delgados y con más maleza a medida que descendíamos a una altitud menor, y finalmente salimos de la zona de brezos, fue entonces cuando nos encontramos con un tipo de paisaje que no habíamos visto anteriormente en nuestro viaje, que era diferente a las laderas más bajas de el valle de San Sebastián. Era una zona mucho más atractiva para las aves, y ciertamente muy agradable a la vista. Los arroyos pequeños que bajaban de las montañas más altas ahora se unían para formar rápidas corrientes de agua, en sus orillas los cañaverales crecían en abundancia: las masas de zarzas vestían las laderas y observamos muchos tipos de flores y de hierbas. Era este un lugar más idóneo para esperar la presencia de mirlos y petirrojos; una de las aves fue vista por un arriero que se metió entre las zarzas pero el petirrojo no fue visto ni oído, los mosquiteros, sin embargo, eran numerosos, y cernícalos y palomas fueron vistos en ocasiones. A medida que nos acercábamos al Valle Alto de Hermigua, el valle se estrechaba, éste estaba cultivado de millo y otros cereales; limoneros, higueras y unos almendreros hicieron su aparición, y las palmeras aparecían cada vez más en todas partes. Pasando por la calle empedrada del pueblo, donde nos vimos obligados a desmontar de nuevo debido a la fuerte pendiente, nos sorprendió una águila ratonera que llevaba consigo una enorme rata en sus garras extendidas -una visión lo suficientemente rara incluso para los habitantes del pueblo, que observaron a la gran ave que se alejaba con su pesada carga, sosteniendo el cuerpo de la rata, por el medio-.
El Valle Alto se encuentra a cierta distancia de la costa, a unos 1000 pies sobre el mar, y como nuestro lugar de hospedaje estaba en una tienda de empaquetado de fruta casi en la playa, había todavía mucho camino por recorrer. Un barranco rápido bajaba por el centro del valle, corriendo sobre las piedras en remolinos como un torrente. Cada espacio disponible desde el Valle Ato hasta La Playa estaba cubierto por plataneras. El valle de Hermigua es, sin duda uno de los más cultivados que he visto en las Islas. Está casi rodeado por montañas muy empinadas cuyo puntos más altos alcanzan los 4000 pies, e incluso los lados del barranco están aterrazados a una altura considerable, sembrados de judías y millo, por encima del cual las Euphorbias endémicas, pastizal grueso y malezas de ganado, dan a las montañas un aspecto maravillosamente verde. Los pequeños barrancos están cortados por las paredes principales del valle, y aquí es donde pasamos muchas horas en busca de aves sin éxito alguno. Las montañas cercanas a la costa no tienen ningún brezo, sólo las de la cabecera del valle, como ya se ha descrito. A pesar de esto, uno se imaginaría unas condiciones atractivas para las aves pero éstas eran muy escasas: mosquiteros, mirlos, cernícalos canarios, y lavanderas, literalmente, las únicas especies vistas, a pesar de que estuve buscando en las partes altas y bajas entre las plataneras, cañas, zarzas, palmas, y terrazas de millo.
La boca del valle tiene aproximadamente la mitad de una milla de ancho, los acantilados se alzan en cada lado. La playa es de callaos, de arena negra y volcánica. Las plantaciones de plátanos se extienden incluso hasta la zona de mareas. La corriente de agua que había seguido desde el lecho del valle, aquí desembocaba en el mar, pasando entre exuberantes cañaverales. Un áspero camino conduce desde el empaquetado de plátanos hacia los acantilados; era un espectáculo pintoresco ver a los camellos llevando las pacas grandes de fruta al Pescante para el envío de pequeñas embarcaciones de cabotaje a Tenerife, donde la fruta es traspasada a los vapores más grandes que la llevan a Inglaterra.
El cultivo de plátanos en las Islas Canarias se ha desarrollado enormemente en los últimos años por una empresa británica bien conocida [Fyffes Limited]. Tenerife y Gran Canaria son los principales productores de plátanos, pero muchos miles de racimos son producidos en las islas de La Palma y La Gomera. Ya he reconocido en el «Prólogo» de este libro mi deuda a los miembros de esta empresa británica. La amabilidad y cortesía recibida del personal de los señores de Fyffes, ingleses y españoles, hacia mi persona no podría haber sido superado, y gracias especial le debo a Mr. C. J. Hamilton por los arreglos que hizo en nuestra estancia en La Gomera».
David. A. Bannerman . The Canary Islands. Their History, Natural History and Scenery. 1922.