El Diario de Eugenia Hochberg en Brody, Polonia

Oculta en Brody, Polonia, Eugenia Hochberg escribió entre 1943 y 1944 un diario dónde narra aspectos de las deportaciones, la guerra, el problema judío…

– Quizás, uno de los desarrollos del problema del bien y del mal, es acercarse a él, desde todas las ciencias, naturales y biológicas y sociales, no solo desde la filosofía, y no solo desde la moral.

Por consecuencia, habría que plantearse, con la legalidad vigente, y una deontología exquisita, estudiar la genética de personas de alto nivel moral, como de personas que hayan cometido graves crímenes, o asesinos en serie.

También estudiar y analizar y empezar a valorar, el desarrollo psicológico y social de dichas personas en edades tempranas de su existencia, e igualmente en situaciones personales de la madre y del feto, y sus relaciones sociales y familiares y ambientales. Quizás, se pueda entrever que la etapa epigenética tiene una influencia enorme en el desarrollo posterior, no solo psicológico, sino también psicomoral…

Todos estos estudios posibles sociales y biológicos y psicológicos y desde todas las ciencias, pueden completar y complementar los planteamientos metafísicos y morales.

– En relación del mal con la cuestión de la metafísica, se aborda de muchas maneras, es famosa el planteamiento “¿Dónde estaba Dios cuando Auschwitz?” que es la pregunta de Primo Levi.

Pero, en un modesto artículo no se puede expresar una solución, pero lo anterior se interrelaciona con estas preguntas: ¿Existe Dios? ¿Y, si existe Dios, cómo tolera el mal, este mal tan radical y tan profundo? ¿El problema de la omnipotencia y omnibondad de Dios y el problema del mal? ¿El grave problema de la libertad humana y de la responsabilidad humana?

Toda realidad creada, el universo, en su inmensidad, por muy grande y extenso que sea, es limitado, por tanto, diríamos que existe una “limitación ontológica y metafísica” en todo lo creado. Y en el ser humano, tiene una capacidad limitada de saber, de inteligencia, de voluntad, de memoria, de bondad. Por tanto, existe de por sí, una “limitación en todo”, por lo cual, en esos entresijos, combinado con una libertad limitada y condicionada, se puede incrustar el problema del mal, el mal concreto.

Por otro lado, cuándo los juicios de Nuremberg, se demostró y mostró, cuando se realizaron en un salón del ayuntamiento, estaban en madera, esculpidos en número, los diez mandamientos. Es decir, si un colectivo de seres humanos toman el máximo poder, y no desean seguir las leyes naturales morales, ni las leyes morales o éticas universales mínimas, ni los mandatos religiosos positivos, en este caso del cristianismo, que a su vez, están inspirados en gran parte en el desarrollo histórico y también, natural de lo humano. Entonces, el resultado es la hecatombe moral, además, en este caso, ayudada por el Máximo Poder de ese Estado. Cuentan, que uno de los artífices e ingenieros de dicho plan de la extinción del pueblo judío, Himmler, visitó uno de los campos de concentración y vomitó. Es decir, la naturaleza humana, incluso por muy debilitada que sea, por muy deteriorada moral y psicológicamente, como se puede indicar en esta persona, no puede soportar el mal, el mal radical, como es éste.

Se olvida demasiadas veces, no se quiere oír o escuchar, se sea de una bandera o se sea de otra, que los dos grandes sistemas sociopolíticos y socioideológicos, que llenaron, de campos de concentración Eurasia, en el siglo veinte, eran ateos, ateos de principios y fines. Dicho de otro modo, aunque uno, no sea creyente, en ninguna religión, ni tampoco en el cristianismo. Las religiones con todas sus deficiencias, son diríamos un contrapeso al poder social, al poder económico, al poder político, al poder militar… Abolir la religión de las sociedades, o dejarlas casi anuladas, casi invisibilizadas, es un grave problema para el ser humano y la sociedad. Porque, aunque aceptemos que las religiones son una invención del ser humano, sea en una interpretación marciana, freudiana, nietzscheana o de quién quieran. Es, históricamente, al menos, las grandes religiones, con un grado suficiente de racionalidad y moralidad, son un contrapeso para el poder político y económico y social y militar…

Podríamos denominar, algo así, como “hipocresía atea”, aquel movimiento teórico y práctico, de personas, que son ateas, en sus conductas y en sus principios, pero en un momento determinado utilizan la religión, por ejemplo, esa frase de Napoleón: “En el pueblo que hay un cura, me evito tener cien soldados”. O aquello que se achaca de Stalin, que después de toda la persecución que sufrió la Iglesia Ortodoxa, cuando las tropas alemanas estaban en el borde de Moscú, permitió que popes ortodoxos bendijesen a las tropas que iban al frente.

Para terminar, este modesto artículo, es una especie de homenaje a esta niña, y a otros niños y niñas, que a lo largo del siglo veinte, y de la historia han fenecido y terminado sus cortas vidas, en guerras, genocidios y, otras múltiples lacras sociales y humanas. ¡Quizás, si su memoria no se olvida, podamos ir encontrando razones y causas de estas maldades colectivas y sociales radicales, y como las epidemias biológicas, estas epidemias sociales, seamos capaces de encontrar, causas y razones y motivos, y así evitar que no sucedan otras…! ¡Paz y pax y pan y bien…!

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