Ya estamos instalados en el último mes de este singular año 2020, y como le ocurre a casi todo el mundo por estas fechas, no puedo evitar la tentación de hacer balance, de sopesar el debe y el haber en el ámbito personal y profesional, de los esfuerzos y resultados obtenidos, así como de los deseos y las desilusiones. Y en este último apartado (en el de las decepciones), he de sumar un último apunte a cuenta del controvertido Alcalde de Alajeró, Manuel Ramón Plasencia. El desencanto viene a colación del último pleno de la Corporación, celebrado el pasado día 4 de diciembre, en el cual se propone un estudio de viabilidad técnica y ambiental para la ampliación del Puerto de Playa de Santiago. La primera impresión de todos los Concejales de la oposición fue un sentimiento de sorpresa. Pide que se tome en consideración el citado pseudo proyecto, el cual camufla semánticamente al denominarlo “estudio de viabilidad”, sin que por parte de este grupo político se conociera dicha iniciativa ni se les hubiera dado traslado del mismo. Todo ello, como era de esperar, haciendo gala de la opacidad que le caracteriza, la cual pretendía disfrazar con palabras tan rimbombantes como “participación”, “consenso” o “colaboración”. La segunda impresión que sintió la bancada en la oposición fue que, más que ante un Alcalde coherente con la situación, estábamos ante una de esas starlettes de los programas rosa, reclamando su minuto de gloria: todos sabemos que le encanta escuchar cómo resuena el sonido de su voz en su pabellón auricular, y que se pone de muy mal humor cuando, habiéndose alcanzado un logro en este municipio, su nombre no aparece en las portadas de los periódicos. Si para el malogrado Centro de Salud de Alajeró, hubiera puesto una décima parte del interés que ha vertido en la ampliación del puerto, ya tendríamos no un centro de salud, sino el mejor complejo hospitalario de Europa.
Para que los lectores comprendan el auténtico trasfondo de este culebrón, conviene contarles que fue nuestro Presidente del Cabildo y Diputado Autonómico, Casimiro Curbelo, quien consiguió amarrar el compromiso, del mismo Presidente del Gobierno de Canarias, para la materialización de la tan deseada ampliación del puerto. Este hecho, que debería de ser aplaudido tras 20 largos años de esfuerzos y negociaciones, parece que le ha sentado mal a nuestro bonachón alcalde, quien desea verse al más puro estilo platónico, montado en un carro con alas viajando por el cosmos. ¿Cómo es posible que se haya gastado la intemerata de dinero en un pseudo proyecto que, sencillamente, no es competencia municipal ni tan siquiera insular, sino autonómica, y que encima, pretenda que aplaudamos sus desvaríos políticos sin espacio para la crítica?
A la postre, van a tener razón aquellos que piensan que no podemos pedir mucho más de un señor que, sin una nómina pública que lleva cobrando desde hace 20 años, probablemente estaríamos ante un mileurista más, o quién sabe si no ante otro desafortunado trabajador que habría estado cobrando el subsidio para mayores de 55 años.
Como decía el gran poeta Machado, “sólo el necio confunde valor y precio”. Señor Alcalde, acabe de una vez con esa manía tan suya de ver el mundo que le rodea como un tablero de ajedrez, en el cual le están sobrando piezas continuamente, y de paso, aparque esa manida versión suya del carpe diem, que tanto le impide poner en práctica políticas que miren al futuro.
Fdo. Héctor Manuel Cabrera Martín,
Portavoz y Concejal del Grupo Político Municipal ASG en el Ayto. de Alajeró.