Fundación Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno, Bilbao 1864, Salamanca, 1936. Fue y es uno de los grandes escritores, pensadores, filósofos del siglo veinte de Europa y de España. Considerado de la generación de 1898.

Quizás nuestra sociedad y país, no se valora lo suficiente, no ya solo la literatura, pero menos aún la filosofía y, sea esta escrita en forma de ensayo o de tratados. Tenemos que ser conscientes que la producción filosófica y ensayística es necesaria para el conocimiento de la realidad, en tanto en cuanto, toda la problemática, enormemente extensa que tratan, todavía no haya sido abordada con el método científico.

Por la cual, la filosofía y el ensayo y el pensamiento en general, no científico, es necesario para el entendimiento de uno mismo, y de uno mismo en el mundo, y de la sociedad y el mundo en si mismo, además de cuestiones metafísicas esenciales.

Es lugar común, que en nuestra sociedad, no se valora lo suficiente, la lectura, y, por ende, diríamos el oficio del pensador y del escritor. Porque al final, un filósofo es un observador, observador de ideas, conceptos, enunciados, datos, observaciones, análisis…

Si nos fijamos bien, esto es lo que falta demasiado en el mundo. Siempre, diciéndolo claro, que vaya acompañado, en la medida de lo posible del saber “científico”.

En ese contexto en el que el ser humano se mueve en el mundo de las ideas y del conocimiento: la filosofía, la ciencia, la tecnología, las artes-estéticas, las religiones-teologías, las culturas en general. Cierto que cada saber de los anteriores, tiene sus metodologías, y por tanto, su grado de realidad-saber-conocimiento-entendimiento y de verificación y salvación, por lo cual, un teorema matemático demostrado durante siglos, parece es más cierto, que una idea de la cultura o costumbre de la sociedad.

En este enorme dosel, de texto y contexto, diríamos es dónde se mueve en general, el pensamiento-filosofía, y, por tanto, la labor de Unamuno. Es decir, analizar multitud de cuestiones que vienen o están atrapadas y agarradas en el corazón de los seres humanos, desde hace milenios. A los antiguos temas, hay que añadir nuevos datos, y nuevas preguntas. Por lo cual, diríamos que el filosofar, sistema de saber no científico, es como una enorme noria. En el que durante siglos, generaciones de personas, de distintas tendencias de ideas, buscan soluciones, que jamás parece se terminan o encuentran o finalizan.

Parece que somos, en parte, lo que buscamos. Podría ser el oficio del pensador-filósofo-ensayista, quizás polemista, dialogador, rebuscador dentro de sí y fuera de sí. Quizás, Unamuno, le habría gustado dicha definición del observador-pensador, y desde luego, aplicada y aplicable a si mismo.

Quizás, en nuestro país, se deberían valorar más, socialmente, las obras y producciones culturales de los filósofos y pensadores y escritores, que han dormido y andado por nuestras cunetas. Y, desde luego, desde el hoy, valorar más las fundaciones sobre estos filósofos sean Gustavo Bueno, Unamuno, Ortega y Gasset, etc. Porque son casos de ese enorme ejercicio y esfuerzo de entender en definitiva las ideas, las concepciones del mundo, quizás, entender aspectos de nuestros cerebros que se reflejan en el exterior con pasiones y emociones y conceptos y sentimientos e ideas.

Somos un reflejo de lo que llevamos dentro, un reflejo de las emociones y afectos de dentro, de las ideas-conceptos de dentro, y también de los de fuera, de esa relación entre lo interior y lo exterior…! ¡De lo individual y de lo social, de lo cultural y de lo conceptual, de lo material y de lo metafísico!

No, digo, aunque de joven haya leído y pensado mucho de y en Unamuno, que todas sus ideas-conceptos sean ciertos y verdaderos. Pero diríamos, que son horizontes, como las de todo pensador, que nos plantean nuevas y viejas preguntas, nuevos y viejos datos, nuevos y viejos conceptos, nuevas y viejas representaciones mentales…

Siempre he pensado, que uno de los errores de Unamuno y también de Ortega y Gasset, fue la demasiada presencia en los ambientes sociales y políticos. Ellos, lo hacían para buscar y encontrar soluciones, para plantear problemas, para repensar caminos. Pero, siempre me he preguntado, si hubiesen “hecho más filosofía, más pensamiento, más reflexión”, en el silencio de sus despachos, quizás, nos hubiesen escrito y legado más obras, o las mismas pero más profundas y con argumentos más esenciales. No, soy yo, quién va a juzgar la vida y la obra, de este gran autor, pero siempre hecho en falta eso. Quizás, libros más profundos o más sistemáticos, habrían ayudado mucho más, a la larga, a la evolución de la sociedad, que tanto, intentaron que avanzase y que se hablase ella a si misma de forma más correcta y equitativa y verdadera…

Necesitaríamos también, que ya por fin, se realizasen unas Obras Completas de Unamuno, una obras críticas, por los grandes especialistas, y que se recogiese todo lo perdido en archivo y bibliotecas, sobretodo cartas. Necesitamos para nuestro entendimiento actual, no solo el saber científico y el resto de saberes, pero también el saber de la filosofía, y por consecuencia, Unamuno, que tiene una escritura entendible por el lego o por el común de los lectores, puede ayudarnos mucho a entendernos y comprendernos. Aquí, mi pequeño homenaje…

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