La aportación de la isla de La Gomera al poblamiento de La Luisiana (Estados Unidos)

La Luisiana es un territorio al sur de los Estados Unidos, en la desembocadura del río Mississippi, y aunque parezca para muchos íncreíble, guarda en su pasado una gran relación cultural con Canarias y La Gomera en especial pues muchas familias canarias y gomeras emigraron a ese territorio. Fue importante la emigración canaria a tierras del Sur de los Estados Unidos y se calcula el establecimiento en la zona de La Luisiana de más de 4.000 canarios, aunque esto representó una sangría para Canarias, por el despoblamiento y el coste económico que la emigración representó.

Teniendo en cuenta que las motivaciones no están claramente de­terminadas en el estado actual de las investigaciones, podemos afir­mar que el origen de la fuerte emigración que se produce en La Go­mera hacia 1777 se debe a la agudización de una crisis carencial. En esa fecha se da una respuesta a los planes de la Corona para repoblar La Luisiana, con la salida de un crecido número de familias que ha­cen tomar conciencia a la clase dirigente de la gravedad que el fenó­meno emigratorio acarrearía para la estabilidad y desarrollo socio­económico de la isla.

En 13 de diciembre de 1778 el ayudante mayor de infantería y de las milicias de la isla, don Rafael José Quijano, síndico personero de la isla, se queja al alcalde mayor de las graves consecuencias que re­sultan de las continuas extracciones de vecinos gomeros para otros países. Manifiesta que cada vez se nota más el desamparo en que queda la isla, así como la falta de mano de obra para el cultivo de las tierras. Muchos lugares han quedado desamparados del todo hasta el punto de solicitar los párrocos el cierre de sus iglesias porque el culto ya no se puede mantener.

No sólo en lo económico son notables los perjuicios ocasionados, sino que incluso alcanza a las milicias que verán mermados sus efec­tivos, en especial en estos dos últimos años en que han salido muchos milicianos para La Habana que han dejado a la isla en un lamentable estado defensivo. El personero afirma que la situación se ha agravado por las continuas salidas de familias gomeras para la Luisiana.

El crítico panorama hace urgente la necesidad de que el alcalde mayor reúna el Cabildo, estudie el problema y elabore un informe para enviarlo a la Audiencia con las noticias aportadas por los alcal­des pedáneos y párrocos de los distintos lugares. En el informe el personero pide se haga constar las familias que han emigrado, el es­tado de cada una, sus cualidades y circunstancias de proceder, la conveniencia, porte y opinión en que se tenía, si de su marcha han resultado quebrantos a particulares por deudas contraídas y no sal­dadas, las propiedades con que contaban y el estado en que han quedado, y de cuántos individuos se componía cada familia.

El informe con !os alcaldes y párrocos se realiza, aunque no con los minuciosos detalles que deseaba el personero Quijano; -pero ig­noramos si se elevó a la Real Audiencia para que esta lo tramitara al Consejo de Castilla.

La opinión que les merecían los emigrantes y las graves conse­cuencias para el desarrollo económico y social de la isla quedan re­flejadas en el informe:

«…que esta jente será toda la más robusta, bien ataviados y, por consiguiente la que era trabavaha las tierras y demás manufacturas de y lanzas, texidos, etc.: y que como tal se reconoce en extremo su falta como lo acredita la corta sementera que se ha hecho en este año, por no hallarse trabajadores capases para ello, cullo perjuicio considerable y general se verá más claramente al tiempo de la cosecha, con la que se prueva la falta grande para los remplazos y, por conclusión de todo, que el extraer y permitir a estos naturales la salida para otros países es al presente enteramente perjudicial, pues es bien constante que la ysla quedará del todo yndefensa».

Los catorce pasajeros de Vallehermoso «tenían su posible regular para vivir con algún descanso, y lo mismo sucede con ocho o diez de las familias», el resto tenían deudas y vivían muy mal; para Agulo se afirma «que dos de estas familias heran tenidas por gente de esti­mación por su buen nacimiento y proceder». En general la mayoría tenían «algunas conbeniencias», y otros se marcharon dejando deu­das impagadas.

Como se puede apreciar no es sólo una emigración de la miseria que huye desesperada para mejorar su situación, sino que alcanza a personas que gozaban de cierto bienestar económico; es como si se diese una psicosis colectiva de emigración que hace temblar a la oligarquía que se siente amenazada con la reducción de la producti­vidad y un descenso de la acumulación de excedentes obtenidos fá­cilmente de las tierras entregadas a censos y tributos; los diezmeros dejarán de percibir y aumentar sus rentas; el clero se sentirá ame­nazado por la pobreza y miseria ante la merma en los derechos de estola, pie de altar y las rentas que pagaba cada vecino para sostener el culto; y el señor de la isla y sus administradores verán decrecer los beneficios que obtenían de la orchilla, los quintos, censos, tribu­tos, etc.

Estas protestas no bastarán para suprimir oficialmente las conti­nuas salidas, y la emigración a América continuará porque no se rea­liza la reforma de las estructuras que era lo único que podía impe­dirla o al menos atenuarla.

La Luisiana que España recibió estaba poco poblada y su econo­mía escasamente desarrollada; pero bajo el dominio de la Corona Española conoció una época de progreso, pasando de 10.000 habitan­tes para 1.770 a 40.000 en 1791 como afirma Armas Medina, y en ese aumento tuvo un papel destacado la isla de La Gomera, pues sólo en dos años envió 85 familias compuestas de 393 miembros.

Autor: Germán Hernández Rodríguez. Extraído del IV Coloquio de Historia Canario-Americana

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