Charlas con Luna, VI

Como siempre Luna se sube a la mesa, se incrusta entre los entresijos vacíos de la mesa del ordenador, se sitúa al lado, para que le acaricie la cabeza. Ya no sé, si es ella, la que redacta este artículo o yo, yo soy el brazo de su cabeza.

Te mira fija, el inconmensurable misterio de un ser vivo-viviente, que siente-piensa-sueña, parece que te hipnotiza, supongo que si este es el siglo del cerebro humano, por los descubrimientos que se harán, lo mismo sucederá con los animales, con otras especies e individuos de otros seres vivos. También se descubrirán parte de sus profundidades y esencialidades, ese sueño de hablar con los animales, quizás se consiga.

No puedo explicarle a Luna, que redacto, lo que los humanos llamamos columnas de palabras para publicaciones seriadas o periódicas. Son imágenes mezcladas con conceptos y emociones, sobre multitud de temas. Ni siquiera Luna, la felina, sabe que le redacto artículos, que no sé, cuántas personas leerán o pensarán o meditarán o sentirán. Tú, Luna como el Troylo de Gala, no conocéis, que sepamos de figuras retóricas-literarias-oratorias de erudición-expresividad-argumentación-razonamiento.

Me pregunto Luna, si tú me sabrías responder-saber-conocer porqué he fracasado como escritor-pensador-filósofo-pintor, para mí todo es lo mismo, es intentar descifrar-desentrañar partes de realidad-realidades. Quizás, el corazón del alma de un clavo o de un grano de arena o de los ojos de un misterio. La nieta y tú, Luna, habéis venido casi al mismo tiempo, a este hogar-casa-familia, trescientos sesenta días y, algo de diferencia. Las dos pienso que os medio entendéis y medio comprendéis, pero siento que más que nosotros los adultos y vosotros los de tu especie o de cualquier especie. Al final, unos dicen que existen dos millones de especies en la tierra distintas, otros que veinte millones, aquellos que cientos de millones a lo largo del tiempo, se han podido extinguir. Escribo Luna, por muchos motivos, uno de ellos, intentar que los de mi especie continúan, aportando mi pequeña respiración. Pero existen tantos dilemas-trilemas-tetralemas.

Creo Luna, que para no extinguirnos como especie, para no causarnos enormes sufrimientos-males-angustias, y, de eso sabemos un poco, tenemos que intentar disponer de concepciones más profundas-esenciales del ser-estar en todos los campos. A, a eso intento aportar algunas matizaciones. Empecé a escribir, recuerdo, por un impulso profundo y esencial, de adolescente-preadolescente, recuerdo para olvidar, si redactaba una idea-enunciado-frase-concepto, pues ya quedaba fijado, ya no era responsable de su destino, si tenía algún valor para que no se perdiese. Después, décadas y décadas, un arado-trillo-báscula muy fuerte me ha ido acompañando, día tras día. Pero los de mi especie Luna, no les interesa mucho lo que he realizado. Ahora vivo-existo con el temor de que gran parte se haya perdido-extraviado-olvidado-deteriorado, y, la otra, tenga la misma suerte en los próximas vueltas lunares…

Cuánto me alegraría, que los del ramo de este saber-actividad-arte-género del articulismo-columnismo, me dijesen, eres de los nuestros, al menos, sentiría por fin, haber conquistado una plaza fuerte, aunque sea pequeña. No me consideran entre los autores plásticos, ni entre los literarios, ni entre los filosóficos, ni entre los metafísicos. No me dejan ser de ningún club de fútbol cultural. Mi delito indican, que no deseo-quiero criticar a nadie, individuo o colectivo o ideología, ni tampoco ponerme al lado de nadie en todo. Soy libre, me hincharon la cabeza, diciéndomelo en todas las edades. Pues, eso ejerzo mi modesta libertad de pensamiento-conciencia-expresión-publicación. No es un delito. No deseo herir a nadie, Luna, pero tampoco tengo que seguir la música-carrusel de nadie, sino algo de todo y de todos. Ese pensamiento podrías tú, intentarlo enseñarlo a los de mi especie.

Sabes Luna, he observado mucho, dentro y fuera de mi mismo, he leído mucho, que es otra forma de observar, he pensado-soñado demasiado que no sé exactamente lo que es. Y, ya he llegado a la tercera edad, la que llaman de la jubilación, al menos, en estos tiempos, porque irá cambiando con las realidades sociohumanas. Toda la vida he estado intentando entender-comprender el mundo, también algo de las realidades metafísicas, especialmente, del Buen Dios. Dicen, que no se debe mencionar a este Ser en la literatura actual, y para mí, estas columnas son datos e informaciones, pero también literatura-filosofía. Pero volvemos al mismo problema, tengo libertad de pensamiento o no la tengo. Díganmelo. Insulto yo a alguien, por incluir en mis columnas, algunas veces, a Dios, siempre de forma elíptica. Porque si existe el Everest, no podemos ignorarlo, si existe Dios, tampoco, lo citemos o no lo citemos.

Sabes Luna, te contaré una historia en síntesis, un descubridor-conquistado español, llamado Urdaneta o Urbaneta .mírenlo ustedes en el vientre de Internet-, si mi memoria no me falla, hace cuatro siglos, estuvo por el Pacífico pasando fatigas. Al final, se retiró a un convento de México, para ponerse a bien con Dios. Felipe II le obligó que hiciese el viaje de ida y vuelta de América a Filipinas. Descubrió la ruta. Nadie, ahora conoce su nombre. Como tantos que llevaron el apellido hispano-español durante siglos. Hemos olvidado nuestra historia. Después, volvió a su convento, del que lo sacó la doble autoridad del monarca mundial y del sumo pontífice del momento. Volvió al convento a pedir perdón al Buen Dios, y preparar su alma, para el tránsito.

Algo así, Luna también estoy yo, no me iré a ningún convento, pero en muchos sentidos, sé que seré un seglar, que estoy preparándome para el encuentro del Buen Dios. Si existe, le diré, perdóname y ten misericordia de mí, y, si no existe, diré, he intentado llevar una vida moral digna y honesta. Cosa que me temo no pueden expresar todos los seres humanos. Paz y bien.

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