El sueño de Cáceres

Como si la historia se rompiese una pata, y, no pudiese continuar caminando, algo así parece ha sucedido con la Cáceres vieja-medieval-renacentista, parece que el tiempo se ha encerrado en un callejón sin salida, y no ha seguido evolucionando. Duerme y hace dormir, para que de ese modo, el soñar nos despierte, nos haga vivir con más sosiego y profundidad…

Toda ciudad-aldea-villa-pueblo-lugar es memoria y olvido. Cáceres es olvido y memoria. Somos memoria y somos olvido, ambas realidades que se unen, entresijos de todo aparecer y aparentar. Los humanos hemos inventado-descubierto-diseñado artilugios para recordar y para olvidar. La escritura y la pintura son los dos grandes iniciadores de este sistema, desde la Prehistoria, hasta los medios más modernos de Internet. Todo y todos están fabricados-construidos para recordar y para olvidar. La ciudad-aldea-pueblo es también una invención-diseño-creación para recordar y olvidar, Cáceres también. Es el embelesamiento de la realidad desde y para el interior.

Podríamos dividir las ciudades en dos grupos-categorías, aquellas que dejan que el interior del ser humano emerja-fluya, y aquellas otras, que lo tapan-esconden-silencian… Somos porque re-somos, el ser y re-ser, son maneras y formas de olvidar-recordar, de memoria de presente y futuro. Una ciudad, Cáceres, es como un gran tablao flamenco de piedras con guitarras de torres que encumbran-alaban el interior de las sonatas que la humanidad lleva dentro de sí.

Somos y vivimos en una península que existe dentro de otra península, Cáceres situada en el lado oeste de la Península Ibérica, y ésta, dentro de la Península Europea que es una parte de Eurasia. De Vladivostok hasta Cáceres, miles de kilómetros en horizontal. Atraviesan el corazón-mente-alma humana, durante siglos. Vamos cambiando. Los humanos creen y crean ideologías-sistemas teóricos y, sobre ellos montan las interpretaciones de lo real y de la realidad. En esas bocanadas de aires-tiempos se van incrustando ciudades-aldeas-villas, se va insertando, Cáceres, como un botón del mundo, un modo de ser-estar-vivir-existir. Un ser humano, entra en el círculo de conjuntos de Cantor, y vive-revive su existir, en esa sombra de unas decenas de traslaciones del sol…

Cáceres rellena de torres sagradas y torres laicas, son como catedrales de aire, rascacielos de viento. Luchan con y en la historia, lucha con y contra el tiempo. Permanecer es una forma de ser. Todo ser vivo desea sobrevivir y existir y perdurar y permanecer, toda piedra colocada por la mano humana, formando un algo, lucha por sobrevivir a los siglos. Aunque, conozca, en su interior, que si las montañas se hacen baldosas de madera, rectas como mesa, una construcción de argamasa y piedra y ladrillo permanece solo unas generaciones, diez o veinte, pero no mucho más. Porque la mano-dedos de la Naturaleza y de la Humanidad, va carcomiendo sus trozos.

La plaza de Cáceres como si fuese una especie de campo de futbol de piedra o quizás, como la sede de una legión romana preparada para defenderse de los extraterrestres, o como el silencio y resilencio que invita a la búsqueda del alma-espíritu del ser humano. Palacios e Iglesias escalonadas en tierra ascendiendo a las nubes, como si las piedras caminarán hacia arriba, como alpinistas de lo humano y de la humanidad.

Cáceres es una de esas ciudades, que al atravesar los desfiladeros de sus calles-plazas, hace que emerja el inconsciente individual y colectivo, recuerdos-memorias, temores-anhelos, alegrías-penas refluyen en la conciencia, Cáceres es como un enorme sofá psicoanalítico, en el cual, todo ser que respira-viva-exista-ande-camine, todavía produzca sombra, tiene la capacidad de que lo más interior y lo de dentro de uno mismo refluya como agua que surge de la fuente más profunda del yo. Cáceres es un enorme espejo que produce que el árbol del interior olvidado y hundido del yo, fluya con flores y hojas y frutos al exterior. Al exterior de la propia mirada y lengua sin habla.

Como un vientre va tragando lo siglos y los hombres-mujeres, van atravesando las espaldas-espadas-escudos-lanzas de los dientes-ojos que atraviesan, su ciudad vieja y su ciudad nueva de la Cáceres de siglos. Cada ser que respira forma y conforma su ciudad. La muralla es como la piel que defiende a un ser colectivo, a lo humano en grupo. Somos muralla, somos piel. Esa realidad que nos separa y nos acerca al exterior y al interior.

Estar demasiado metido en el corazón o, y el corazón demasiado inserto en el yo. A Cáceres le sucede lo mismo, es el respirar-anhelar, la flor ardiente-fría del interior-exterior, que emerge como volcán-piedra-tormenta-huracán desde dentro hacia fuera, desde fuera hacia dentro, Cáceres es como un ser vivo que respira-duerme-sueña, sueña los sueños infinitos de los hombres, los sueños ilimitados de las piedras-naturaleza, los sueños imaginarios de las miradas.

Hay dos tipos de personas, aquellas que han visto el silencio y las que no, hay dos tipos de ciudades, las que invitan a que percibas el silencio y, las que no. Cáceres invita a que sientas el silencio de los siglos, el silencio de cada ser viviente, el silencio de lo humano, el silencio que habla de la Metafísica, somos silencios y resilencios, en esos huecos nos vamos insertando como árbol que nace sin raíces y que todo es aire-viento, que todo es deseo y razón y paz y vida y descanso…

La piedra-calle de adoquín o de pared, vista desde el azul-gris cielo, se ha convertido en Cáceres en una grulla-cisne-cigüeña que ha posado sus ojos en este lugar, Cáceres, para enseñarnos que somos lo que hemos sido, serán lo que hemos sido. Son y somos y serán lo que hemos soñado…

http://youtube.com/jmmcaminero        © jmm caminero (29 abril-11 mayo 2021 cr).