La emigración Canaria a Venezuela, los «Barcos Fantasma»

Quiero recordar que en la época de Franco la inmigración no existía,  pero sencillamente esto no ocurría por que España era un país pobre y nadie quería venir aquí, al contrario eran los españoles los que se marchaban huyendo del hambre y la miseria.

En esa época no tan lejana éramos nosotros los emigrantes, los que de formas muchas veces clandestinas nos íbamos a otros países para intentar mejorar nuestra situación, hoy en día parece que esto se quiere olvidar y en muchos casos tratamos a los inmigrantes que llegan a España como no queríamos que nos trataran a nosotros cuando lo también lo éramos.

Se emigró principalmente a Europa, donde se llegó a la cifra oficial de 1.066.440 de emigrantes registrados en los países europeos en 1973, aunque esta cifra era superior si se contaran los emigrantes ilegales no registrados por las autoridades españolas.

Una de las historias más interesantes creo es la de la emigración de los canarios a Venezuela, que en aquella época era  un país rico y tierra de promisión para una harapientos y hambrientos españoles que veían en ese país lo mismo que los emigrantes de otros países ven ahora en España.

Si quiero referirme a esta emigración Canaria a Venezuela es por la manera que se produjo en gran parte esa emigración, hoy en día llegan a las costas española cayucos y pateras provenientes de África cargados de emigrantes que buscan en España la tierra de promisión, en esa época eran los denominados barcos fantasmas, pequeños veleros y pesqueros que emprendían la aventura de cruzan casi sin medios el Atlántico para llegar a aquella tierra de promisión que era Venezuela.

Se daba el nombre de barcos fantasmas a aquellos veleros que desaparecían de tierras Canarias, de los que a veces se recibía noticias de su presencia en alta mar y que tras unos de unos 40 días aparecían en tierras Venezolanas con sus respectivos tripulantes y pasajeros.

Los barcos salían de su puerto en alguna de las islas Canarias y una vez en alta mar fuera de la vista de tierra, de noche cambiaban su rumbo y se dirigían a un punto acordado de la costa canaria donde embarcaban víveres y pasajeros.  En algunos casos se dividía la cabina interna con un piso horizontal nuevo para poder colocar más pasajeros, estos dormían sobre tablas y sacos, en pésimas condiciones, rodeados de piojos y sus propios vómitos.

Algunos de estos barcos fantasmas hacían la travesía bajo la mano de patrones expertos que conocían la navegación y el barco llevándolo sin problemas, pero otros los llevaban patrones con poca experiencia, que no conocían ni los alisios ni las corrientes, navegaban sin cartas de navegación, ni sextante, ni siquiera una corredera, solo sabían que Venezuela estaba donde se ponía el sol y con estos escasos conocimientos ponían rumbo oeste.

El alimento preferido para la travesía era el gofio, que se conservaba muchos días, las papas más resistentes eran consumidas después con otros alimentos menos usados.  El gran problema era el agua para beber, se daban raciones entre ¼ y ½ litro de agua por persona, pero está a veces no llegaba para toda la travesía y con suerte podían seguir con agua que pedían a algún barco que encontraban o bien agua de lluvia que recogían con lonas.

Estos son algunos datos de 34 barcos  conocidos que salieron de las islas Canarias.

  • El que más tiempo tardó fue el Saturnino que zarpó 18/10/1949 con 81 pasajeros y tardó 86 días en llegar a la Guaria.
  • El viaje más corto lo realizó el Benahorte  que salió de canarias el 21/04/1950 con 151 emigrantes a bordo y tardó 21 días.
  • El barco que mayor número de pasajeros llevó  fue “El nuevo Teide”, uno de los barcos mas grandes con 36 m. de eslora que llevó 286 emigrantes.
  • La goleta Bonahoare que realizo la travesía más rápida.

La goleta Bonahoare que realizo la travesía mas rápida.El número total de pasajeros que llevaban estos 34 barcos fue 3.586 de los cuales 3.573 eran hombres y 13 mujeres.

– Como ejemplo de estos viajes sirve el testimonio de un emigrante canario a Venezuela que hizo el viaje a bordo de “La Carlota” un navío, con 45 años de antigüedad pues había sido construido el 1.903, era un pailebote canario de 102 TRB construido en los  astilleros de Manuel Márquez de Las Palmas de Gran Canaria. pero aun así, fue adquirido por 200.000 pts. por un grupo de represaliados políticos, después de estudiar el navío y determinar que podía atravesar el Atlántico con 60 personas a bordo, pero en realidad en la travesía que empezó el 22/08/1948 embarcaron unos 201 emigrantes.

Jesús Ortega Medina (nacido en Mazo en 1920):

«En La Palma, antes de la guerra, trabajé en la ampliación del muelle de Santa Cruz cargando material para rellenar. En 1936 llegó para allá un barco de guerra, tiró un cañonazo, y todo el mundo se quedó tranquilo. A partir de entonces los que mandaban eran los falangistas.

En 1.948 estaba la gente viniéndose en velero para Venezuela. Nos entusiasmamos unos cuantos, y nos dijimos: ¡vamos para Venezuela!  Fuimos cinco de Mazo para Tenerife para tomar la balandra.

Íbamos 200 personas en aquel barco de vela: La Carlota tardó 28 días. Dormíamos sobre cubierta, con la vela de toldo. Como era verano no llovía. Se comía carne salada, pescado salado, batatas, papas, arroz, gofio.

El agua estaba racionada a medio litro diario por persona. Se nos terminó el agua llegando a Trinidad, y ahí tomamos agua. Pero no nos querían dejar salir, porque eso era colonia inglesa.

El capitán vino y nos dijo: nos escapamos esta noche. Y salimos prófugos de Trinidad. Llegamos por toda la costa de Paria hasta un sitio que llaman Chacopata, hay ahí un poco de islotes atravesados en el mar, y el capitán no supo salir. Nos acercamos a tierra, y un señor nos dijo que nos sacaba de ahí pero que teníamos que pagarle.

Yo traía 200 bolívares que había comprado allá en Tenerife, y eso pedía. Como yo era el único que traía dinero venezolano se los tuve que dar al capitán para que pagara al hombre. Luego el dueño del barco, que se vino por avión a Caracas, me los devolvió. Nos trajeron aquí, a Isla Margarita, y después nos llevaron en el mismo barco a La Guaira. Nos llevaron a Caracas, al Hotel de Emigrantes, que estaba cerca de la Plaza Capuchinos. Ahí estuvimos tres o cuatro semanas, y yo empecé a trabajar con unos portugueses que estaban haciendo un edificio. El gobierno nos pagaba los pasajes para donde quisiéramos ir. Yo conocía Margarita, y me vine.

La travesía del velero  “La Elvira”

Uno de los veleros que realizaron la travesía fue “La Elvira”, era un velero de 19 metros, sin motor, en el que realizaron la travesía 106 emigrantes, esta parece ser la cifra real, aunque una fuente periodística de la época citara 160, la mayoría del pasaje eran campesinos de Gran Canaria aunque también había 15 tinerfeños, 10 palmeros, cinco cubanos hijos de isleños y 15 peninsulares de Murcia, Madrid, Almería, León, Ourense, Asturias, Cuenca, Cádiz, Navarra y Baleares, un canario nacido en Filadelfia (EE UU) y una española venida al mundo en Auxerre (Francia), la mayoría del pasaje eran hombres, pero también había en el mismo diez mujeres y una niña de siete años (cuatro años según otras fuentes), en este barco fue en el que viajaron más mujeres.

El barco había sido comprado un mes antes por  Ramón Redondos, el cual pagó por las 250.000 ptas. que esperaba amortizar con el cobro de los pasajes y la venta del lastre de sal que llevaba, era un viejo pesquero con 96 años de antigüedad que se había dedicado a la pesca en la costa africana.

La travesía empezó en semana santa de 1949 en que el barco partió de Las Palmas,  los emigrantes habían pagado 4.000 ptas. a los organizadores del viaje,  una fortuna para aquella época en que los campesinos canarios ganaban unas 20 pesetas diarias por trabajar de sol a sol, uno de los organizadores del viaje Juan Azcona acogió en su casa unos veinte emigrantes que se concentraron en ella antes de partir para evitar ser detenidos por la Guardia Civil,  el barco partió del puerto de Las Palmas al mando del Patrón Costero Antonio Domínguez, apodado el “puro” por su afición al tabaco, y se dirigió a la península de Jandía al sur de Fuerteventura de donde salieron unas falúas con el resto de pasajeros, cuando estaban embarcando se escucharon dos tiros y se vio acercarse una luz verde de la patrullera de la Guardia Civil, mientras una voz gritaba “deténganse en nombre de España”, embarcaron como pudieron lanzándose a bordo e intentaron escapar en el viejo velero,  pero la patrullera se acercaba hasta ponerse en paralelo a la embarcación y la voz les dijo “entréguense”  a lo que una voz en la oscuridad respondió “que se entregue tu madre”, cuando todo parecía perdido un fuerte golpe de viento empujo al velero hasta aguas internacionales pudiendo escapar.

Con el grupo de Fuerteventura embarcó Antonio Cruz Elórtegui Patrón de Altura que debía hacer la travesía hasta América,  este les había engañado, al embarcar reconoció que no era patrón, había mentido pues era un perseguido político vasco y no tenía dinero, la única manera de embarcarse era mentir y hacerse pasar por capitán, los pasajeros se amotinaron y querían lincharlo, pero un pasajero Regino Camacho que antes de la guerra había sido acusado de asesinato, sacó una pistola y los amenazó para seguir el viaje a pesar de que  Antonio Domínguez había propuesto volver a Canarias al carecer de un capitán cualificado, pero finalmente se decidió proseguir y Antonio Domínguez con sus escasos conocimientos  se vio obligado a ejercer de patrón,  como único elemento para controlar su posición contaba con el reloj de Ramón Redondo que por ser muy exacto usaban a modo de cronometro y cada día miraban la hora al llegar el sol a su máxima altura para saber lo que había avanzado ese día.  En el medio del Atlántico un huracán rompió el timón y estuvo a punto de enviarlos a pique. Al amanecer del 22 de mayo, tras 36 días de viaje, alcanzaron el puerto de Carúpano, en Venezuela.

Juan Azcona uno de los organizadores finalmente no pudo embarcar por la llegada de la patrullera de la Guardia Civil,  pero si lo pudo hacer su hermano Paco de 17 años el cual cuenta que hacían carreras de piojos para matar el tiempo. Se levantaban mojados por los vómitos de sus compañeros, dormían uno encima de otro y se turnaban para que unos estuvieran en cubierta del barco y otros abajo,  pues no cabían todos, también cuenta que al llegar a la costa, famélicos, tras 36 días de calamidades, se lanzaron sobre una fruta extraña, olía a trementina, y pensaron que era veneno”, pero pudo más el hambre que el miedo a morir,  tuvieron suerte, ese veneno eran mangos.

Finalmente y después de varias vicisitudes los emigrantes de “La Elvira” fueron acogidos en Venezuela donde pudieron rehacer sus vidas.

La travesía del “Telémaco”

Otro de los viajes más conocidos es el del “Telémaco”  es el único del que existen algunas fotos como testimonio gráfico y también es conocido por las décimas que sobre su viaje escribió el poeta Manuel Navarro Rolo, nacido en 1907 en Valle del Gran Rey (Isla de Gomera) y  que fue uno de los 171 pasajeros que el 9 de agosto de 1950 se embarcaron en Valle Gran Rey en el citado barco, estas cincuenta décimas forman un  poema épico de una parte de nuestra historia por muchos olvidada. De las cincuenta décimas solo voy a poner tres de ellas bastante significativas

En Taganana embarcó

el Piloto sin ultraje,

el que en este mismo viaje

su nombre inmortalizó,

por lo bien que se portó

demostrando su aptitud.

Náutico de pulcritud

no serás puesto en olvido,

Martín Pérez fue nacido

en el Puerto de la Cruz .

El Piloto no tenía,

ya que tanto fue su empeñó,

del terreno más pequeño

datos de la Geografía,

carta de mar no traía

este joven navegante,

sin tener un comprobante

latitud en que se encontraba

porque el barco no llevaba

corredera ni sextante.

Puso rumbo al Occidente,

es que creía palpable

más los vientos favorables

para ir al Continente

hallar brisas competentes,

nunca procela intención;

creyendo una aberración,

se promovieron disputas,

por ser aquélla la ruta

del Almirante Colón.

emigracion canaria a venezuela los barcos fantasmas portafa del libro el telemacoTambién Ángel Suarez Padilla escribió un libro sobre este viaje, en su portada se puede ver una de las fotos de la travesía en que se ver lo hacinados que iban los pasajeros.

Para conocer un poco como fue este viaje nada mejor que conocer una parte de la entrevista que realizó Daniel Millet a José Chinea, otro de los pasajeros del “Telémaco”.

¿Por qué se fue a Venezuela?

– Vivía en Valle Gran Rey, tenía 31 años. En las calles se escuchaba que se estaba organizando un viaje para Venezuela. En aquel tiempo la vida era imposible en Canarias. Sólo salías adelante si tenías un terrenito donde sembrar y cuidar animales. Encima, había circunstancias que lo complicaban todo. Yo estuve siete años, desde los 18, en el Ejército y el bando franquista me llamó para ir al frente en la Guerra Civil. Estuve en el Ebro. Fue muy duro. Uno pisaba sobre los muertos. Entré muchas veces en combate.

¿Cómo era aquella Canarias?

Daba miedo. La juventud ahora no podría imaginar cómo era aquello. En mi familia escapábamos más o menos porque teníamos unos terrenitos. Se trabajaba de sol a sol y casi todo el mundo estaba relacionado con la agricultura, la ganadería o la pesca. Yo mismo bajaba a la costa en busca de pescado. La comida se daba por raciones. Me acuerdo que los cereales venían de Argentina y se pasaba hambre. Luego me casé y no había forma de mantener a toda una familia. Por eso me embarqué en el Telémaco.

¿Cómo lograron que el Telémaco eludiera los controles?

El alcalde, Salvador Casanova, estaba puesto por Franco, pero él colaboró y un hermano, Jaime, fue uno de los organizadores. Es que en el pueblo éramos una familia y nos ayudábamos unos a otros. En el pueblo lo sabía todo el mundo, pero nadie dijo nada por temor a que se enterara la Guardia Civil. Se dio la casualidad de que el gobernador civil estaba esos días en La Gomera preparando una visita de Franco. Pero Salvador, que sabía lo que estábamos tramando, se lo llevó a comer a Arure para evitar que nos viera. En Valle Gran Rey estaba fondeado un barco de guerra. Nosotros nos hicimos a la mar y esperamos a ver cómo el de guerra pasaba para San Sebastián. Por silbos nos avisábamos de que venía la Guardia Civil o algo iba mal. Los guardias no se enteraban, aunque decían que ya había empezado la telefonía sin hilo.

emigracion canaria a venezuela foto de pasajeros¿Cuánto pagó?

5.000 pesetas. Era mucho dinero teniendo en cuenta que al día lo más que se ganaba eran siete. Me las prestó un hermano. El que no tenía dinero ponía una vaca, un cochino, papas o lo que fuera. A los animales los mataban allí mismo, en el muelle, y se subían a bordo. Yo embarqué en San Sebastián el 5 de agosto de 1950. Me acuerdo perfectamente. Estaba en casa y me fueron a avisar de que salía el barco. Con la misma, me fui para allá. Sólo llevaba una maletita con unos andrajitos: un pantalón, una muda y más nada. Apenas me dio tiempo de despedirme. Dejé a mi mujer con una hija de dos años. El barco siguió camino cogiendo gente de Agulo, Valle Gran Rey o Hermigua. Y a continuación se fue a Taganana, Tenerife, a buscar al capitán. El capitán quería meter a más gente, pero llegan a dejarlo y no llegamos a Venezuela. Iba tan lleno el barco que te asomabas en la cubierta con un cacharrito y cogías agua. El capitán volvió a tierra y no lo vimos más.

¿Iba con algún permiso?

Ni yo ni nadie. Íbamos sin nada.

¿Cómo fueron los primeros días?

Íbamos tranquilos. Había agua, alimentos y esperanza. Hubo hasta parrandas. Recuerdo que uno de los temas que sonó fue Allá en el rancho grande y canciones así, de la época. Yo no tocaba ningún instrumento ni cantaba. La tranquilidad permaneció hasta que se terminó el combustible No duró muchos días. Entonces, tuvimos que ir a vela, como Cristóbal Colón. Luego vino el temporal. Fue terrible. Perdimos todo lo que había en cubierta: agua, papas, gofio, carne… Las barricas del agua se soltaron pues estaban causando problemas. Se terminaron rompiendo. Recuerdo que había un pastor, Isidoro, que lo pasó especialmente mal. Estaba todo el rato mareado. En la bodega se refugiaron los que cabían, que no eran todos. Pero luego se fueron sumando los que caían a ella por el temporal. No vi nunca nada igual. El huracán llegó por la noche y duró hasta la mañana. Olas, truenos, relámpagos, lluvia… La gente, abajo, pegaba la boca a la madera para coger algo de agua.

¿Dónde estaba usted?

Lo pasé en cubierta. Me ofrecí voluntario a colaborar. No podía estar de pie, porque si no terminaba en el agua. Aguantaba los cabos, retiraba obstáculos, echaba una mano en lo que fuera… Mira que pasamos hambre después. Comíamos gofio que había quedado con gusanos. Hubo gente que mezcló el gofio con agua salada. Yo no tuve esa necesidad porque como iba de ayudante de la tripulación me tocaba un poco más de ración de agua que los pasajeros.

En medio de todo apareció un petrolero español. ¿Les ayudaron?

Sí, el Campante, pero se apartaba cuando nosotros nos intentábamos acercar. Nos dijeron por megafonía que no nos acercáramos y nos indicaron dónde estábamos. Después de la tormenta, quedamos a la deriva. Nos dijeron que fuéramos a Barbados porque era la tierra más cercana. Pero, algunos dijeron que a Barbados no porque eran islas inglesas y nos devolverían a España. La otra opción era Martinica. Hubo una sublevación. Pero, uno de los momentos cumbres se produjo cuando vimos tierra y llegamos a Martinica. Estábamos desesperados y aquello fue tremendo. Nos dieron comida y nos trataron muy bien. Era la primera vez que muchos veíamos a negros. Y se volcaron con nosotros.

¿Cómo los recibieron en Venezuela?

A todos los que llegábamos nos acusaban de comunistas. Eso se los había dicho Franco. En el fondo, no les faltaba algo de razón, porque la mayoría huía de alguna manera de la dictadura. México, tenía simpatías con los republicanos españoles y llegó a reclamarnos. A Venezuela no le quedó más remedio que aceptarnos. Algunos, al llegar a La Guaria, saltaron al puerto para escapar de las autoridades. Muchos volvieron. Nos habían aconsejado que no nos fugáramos. Sólo detuvieron y metieron en la cárcel de Caracas a los marineros. Yo escapé porque a pesar de que les había ayudado, no formaba parte de la tripulación. Me llevaron como a los demás a la isla de Orchila, donde guardaban el ganado en cuarentena.

¿Cómo lo pasaron en Orchila?

Allí había que comer en la costa: lapas, burgados, pescado… Así escapamos. No nos tenían encerrados. Es que no hacía falta que nos vigilaran; no había por donde escapar. Dormíamos donde ponían al ganado, en el suelo y sobre paja. A parte, una vez en semana venía un barco a traernos comida. No estábamos sólo los del Telémaco. Había canarios de otros barcos que habían llegado poco antes que nosotros. Seríamos más de trescientos o cuatrocientos de todas las Islas. Recuerdo a los palmeros del Anita o a los grancanarios del Doramas. Estábamos repartidos en distintos pabellones, todos con las mismas ropas con las que habíamos partido. En mi barco nadie se quedó desnudo, pero por respeto a la muchacha, a Teresa, la única mujer a bordo. Estuvimos allí más o menos un mes. Un día nos vinieron a visitar del gobierno venezolano y nos preguntaron a qué nos dedicábamos. Buscaban agricultores. Entonces fue cuando nos llevaron al Trompillo, al que llamaban hotel de emigrantes, que eran en verdad barracones, para que nos arreglaran los papeles. Y de ahí pasamos a cortar caña a la Central Matilde.

Cuentan que no se adaptaron a las técnicas de corta caña.

Es el trabajo más malo que he hecho en mi vida. No duré más de una semana. Encima de las duras condiciones, nos cobraban tres bolívares diarios por la comida. Nos pagaban una miseria. Hubo un momento en que nos dieron un dinero y cada uno se fue a donde quiso. Yo me fui a Caracas, luego a La Guaira a dar con un concuño mío. Él me consiguió un trabajo en un bar. En el mismo bar dormía y comía. Estuve quince días sin cobrar una perra. Me quedé dos o tres meses y empezaron a pagarme. Entonces, me fui a dar a Caracas con un hermano mío, Antonio, que también vino en el barco y que no aguantó ni un sólo día en la Central Matilde. Él pobre Antonio ya falleció.

¿Qué hizo entonces en Caracas?

Allí me asenté. Me puse a trabajar en una estación de servicio hasta que volví a Canarias. Vine en el 55 en un barco italiano. Regresé al poco a Venezuela, pero ya con mi señora. Ya ahí sí tenía permisos y hasta pasaporte. Dejé aquí a una hija con mi cuñada. En esa segunda ocasión, estuve hasta el 68, trabajando siempre en la estación de servicio. Lo intenté también durante un año en Uruguay, pero allá se ganaba poco. Volví a Venezuela, donde no nos fue mal, cogí unas perritas, me vine para Tenerife, compré un taxi y hasta que me jubilé.

¿Mantiene contacto con los otros supervivientes?

No. Bueno, el otro día llamé a uno que era marino, pero estaba enfermo. Vive por Tíncer, aquí en Tenerife. Ya no quedamos muchos. Cada uno se buscó la vida por su cuenta. Ninguno se hizo millonario, que sepa. Éramos trabajadores. Se ganaba poco, pero los ahorritos se incrementaban cuando volvías por el valor del bolívar. Tuve dos hijos más en Venezuela.

¿Cómo ve la llegada actual de africanos a Canarias en idénticas circunstancias a aquellas?

No critico que vengan ellos. Ahora están mal y hacen lo mismo que hicimos nosotros. Es que a Venezuela fueron barcos y barcos con canarios, todos cargados hasta los topes.

emigracion canaria a venezuela embarcacion elviraPara finalizar pongo una reseña de los viajes, completos o frustrados, de una docena de veleros de los que ha podido encontrar referencias, no he colocado en esta lista los tres que he puesto anteriormente.

Anita: Este velero de dos palos zarpo desde la Punta del Banco, en Fuencaliente el 19 de agosto de 1950 en un viaje organizado por sus armadores/propietarios. Embarcaron 119 personas incluidos cuatro tripulantes.

La travesía tuvo una duración de 46 días y el 4 de septiembre arribó a La Guaira tras una escala en Georgetown, donde se aprovisionaron de agua y víveres. Fondearon cerca de La Guaira, pero fueron remolcados mar adentro.

Finalmente después de varios días en esta situación, un remolcador lo llevó a La Orchila, donde coincidió con las expediciones del Telémaco y el Doramas. El patrón fue repatriado a España y los pasajeros puestos en libertad después de 48 días de internamiento.

Benahoare: Esta goleta que había sido construido por Armando Yanes Carrillo, cruzó el Atlántico al mando del patrón Esteban Medina Jiménez y tardó tan sólo 21 días, el tiempo más corto de todos los veleros mencionados.

Zarpó el 21 de abril de 1950 de las costas de Fuencaliente. A su llegada las autoridades venezolanas le prohibieron su entrada y fue remolcada varias millas mar afuera. Al día siguiente la Benahoare se presentó de nuevo ante La Guaira. Finalmente los 151 pasajeros fueron enviados a La Orchila durante 50 días y la tripulación devuelta a España e ingresada en prisión. Esta elegante goleta quedó en Venezuela, como el resto de los barcos de la emigración.

Delfina Noya: También conocido como “el barco de Serrano”, este velero zarpó de La Galga (Puntallana) el día 20 de mayo de 1950 y puso rumbo a Venezuela con 228 hombres a bordo, incluyendo seis tripulantes.

Transcurrido un mes de viaje, cuando escaseaban el agua y los alimentos, tuvieron la suerte de encontrarse con el petrolero español Campoamor, que les suministró agua y víveres. La duración del viaje fue de 35 días, pasaron navegando al Sur de Margarita y fondearon en Chirimena. Después desembarcaron en La Guaira, donde el barco fue intervenido por las autoridades venezolanas, la tripulación internada en El Dorado y los pasajeros quedaron a bordo con la prohibición de desembarcar, aunque poco a poco fueron abandonando el barco con el consentimiento tácito de la policía y se procedió a legalizar su situación de modo individual.

Doramas: Un grupo de palmeros compró en Las Palmas este pesquero y contrató a la tripulación, compuesta por un padre y sus dos hijos, pescadores los tres. Zarpó el 28 de julio de 1950 de las costas de Puntagorda con 130 pasajeros a bordo, la travesía duró 45 días y antes de alcanzar las costas de Barbados se encontraron con un mercante británico que les suministró agua y plátanos. El 11 de septiembre entraron en La Guaira.

Los tripulantes fueron enviados a El Dorado y los 127 pasajeros, todos agricultores, quedaron recluidos en La Orchila hasta que se legalizó su situación.

Emilio: Este velero fue comprado en la capital palmera por un grupo de perseguidos políticos, salió de Puntallana el 8 de agosto de 1946, con 14 personas a bordo. Después de 49 días de viaje y diversas penurias, recalaron en el puerto de Güiria desde donde fueron trasladados a Caracas y dotados con pasaporte por la embajada de la República Española.

Paco Bonmaty: Este velero fue comprado por un grupo de disidentes políticos que se formó en Tazacorte en 1950 para organizar un viaje clandestino a bordo del mismo. Pero el viaje fracasó debido a una denuncia contra uno de los organizadores, varios de los cuales pasaron dos meses de cárcel.

Paulino: Este barco fue el pionero , aunque no llegó a finalizar su aventura. Sustraído en Santa Cruz de La Palma el 6 de diciembre de 1937 por dos descontentos políticos, las dificultades para aprovisionarlo adecuadamente antes de iniciar el viaje a Venezuela, hizo que decidieran viajar primero al Senegal, pero fueron detenidos en alta mar por un buque de la Armada Española, siendo puestos en libertad después de una temporada en prisión.

San Jorge: El viaje de este velero se organizó por motivos lucrativos, para ello la bodega se dividió con un tabique para aumentar su capacidad. Partió de las costas de Fuencaliente el 26 de diciembre de 1949 con 151 personas a bordo, incluidos cuatro tripulantes. En la travesía invirtieron 46 días, con escalas en Trinidad y Carenero. Fueron detenidos, documentados y puestos en libertad.

emigracion canaria a venezuela los barcos fantasmasSan José: El viaje de este velero se organizó en Santa Cruz de La Palma, de donde partió con 27 personas a bordo, hacia San Sebastián de La Gomera con la intención de avituallarse. Pero cuando llegó a la playa de Ávalos se encontraba en tan mal estado, que tres hombres se ocupaban permanentemente de achicarlo. Todos coincidieron en la imposibilidad de continuar el viaje, acabando así la aventura. El viejo velero quedó varado en la playa y sus protagonistas regresaron a La Palma

San Miguel: Este era el nombre oficial de este motovelero aunque en los puertos insulares se le llamaba San Miguel Chico o San Miguelillo para diferenciarlo del otro San Miguel. El 1 de septiembre de 1948 zarpó del Norte de La Palma con 51 personas a bordo y abordo había una organización de tipo político-económico. La travesía hasta Venezuela duro 41 días, haciendo escala en Dominica, Blanquilla y Margarita, donde finalmente fueron detenidos y remolcados a La Guaira, legalizando su situación. Durante el viaje, un duro temporal azotó el motovelero y amenazó con hundirlo.

Nuevo Teide: De todos los barcos de la emigración clandestina, este fue el velero que mayor número de personas trasportó a Venezuela con un total de 286 pasajeros. La organización del viaje estuvo a cargo de disidentes políticos y partió el 7 de abril de 1950 de Fuencaliente arribando a La Guaira el 6 de mayo, después de 29 días de viaje. Navegó bajo el mando de un experto patrón que era capitán de la Marina Mercante lo que tuvo su reflejo en la rápida arribada de este barco. Las autoridades venezolanas procedieron a su intervención, permaneciendo los pasajeros a bordo durante 12 días y luego puestos en libertad, aunque el patrón y la tripulación fueron repatriados.

Rápido: Este pesquero fue comprado por un grupo de amigos en Santa Cruz de La Palma y zarpó de Puntallana el 17 de agosto de 1950 con 36 personas a bordo, incluyendo cuatro tripulantes. Después de un viaje de 38 días, llegó a La Guaira, después sus integrantes fueron recluidos en La Orchila durante 40 días y quedando en libertad.

Las estadísticas señalan que en el año 1954 llegaron a Venezuela 74.000 emigrantes oficialmente, pero esa cifra era rebasada por los canarios que no iban contratados, sino como transeúntes, turistas o como simples visitantes y se quedaban en el país junto a padres y familiares, nacionalizándose para tener derecho al establecimiento comercial e industrial. Se cifró en aquellos años en más de 150.000 los canarios dispersos en todo el país hermano. La mejoría de Canarias y de España en la década de los 70, estimuló el retorno de muchos residentes de años en Venezuela, que se mostraba como un país sin los avances de décadas anteriores.

Fuente: http://bioconce37sur.blogspot.com.es/2013/04/la-emigracion-canaria-venezuela-los.html?spref=fb

Bibliografía
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=32286
http://www.gomera.com.es/El%20Trastero/D%E9cimas%20del%20Telemaco.htm
http://javifields.blogspot.com/2006/09/106-inmigrantes-espaoles-detenidos-en.html
http://www.laopinion.es
http://www.20minutos.es/