Benjamina, historia viva de la emigración gomera a Tenerife (2007)

A sus lúcidos 83 años, esta vecina natural del caserío de Taso, en Vallehermoso, recuerda su infancia en La Gomera y la necesidad en unos tiempos de profunda crisis económica de marchar fuera, en este caso a una isla mayor, la tinerfeña, donde lleva ya 45 primaveras, para poder mejorar la calidad de una vida intensa.

J.D. MÉNDEZ, S/C de Tfe. 7/oct/07 Periodico El Dia

La de Benjamina Sierra Ramos es la memoria viva de tantos gomeros que en los años de hambre de la posguerra tuvieron que marchar a Tenerife para poder subsistir. Es parte de la historia de una emigración interior, la de las islas periféricas a las mayores, de la que se conoce poco. A sus 83 años, esta vecina de Barranco Grande, nacida en el caserío de Taso (Vallehermoso) recordó esos momentos especialmente complicados del pasado reciente de Canarias.

La visita de EL DÍA a Benjamina se produjo el pasado viernes. Viuda de su marido y compañero, Francisco Plasencia, que falleció hace siete años, tiene su residencia en un entorno tranquilo del barrio de Barranco Grande, en el Suroeste de Santa Cruz.

Benjamina no es la benjamina de su familia sino la mayor. Sólo tiene una hermana, Berta, y con Francisco tuvo siete hijos, cinco varones y dos hembras, que le han dado once nietos y cuatro bisnietos «para disfrutar». Explica que «sólo me quedan seis hijos vivos porque uno murió hace tres años». Otros tres han edificado sobre su casa y entre todos pagan a una persona que la ayuda.

Lúcida de mente y con una aparente buena salud sólo perturbada por problemas de huesos en la rodilla que la obligan a usar una muleta «sólo cuando salgo», señala que «nací, me crié y me casé en La Gomera. Llevo 42 años en esta casa, que nos dio calidad de vida después de trabajar casi desde niños. Mi marido en la construcción y yo como ama de casa. En La Gomera era muy difícil vivir en el campo y emigramos a Tenerife hace 45 años. Estuvimos uno en la parte alta de Barranco Grande, dos en Taco y el resto aquí. Compramos el solar y Francisco, con mucho esfuerzo, fabricó el sótano y luego nuestros hijos fueron construyendo encima».

La placidez de su mirada se endurece cuando denuncia que «lo de los perros me ha cambiado la vida, pero al de Sanidad del Cabildo que se ha reído de mí le advierto de que como venga a mi casa otra vez le estoy esperando con la muleta». Lo dice con gracia, pero también con la firmeza de quien ha sufrido mucho para salir adelante.

Una Canarias distinta.- Benjamina se crió en Taso, «entre animales, que me gustan mucho. Tengo una perrita pequeña y doy de comer a los pájaros que vienen hasta mi terraza y se quedan. En mi infancia tenía tres reses, doce docenas de cabras y hasta un burro. Era una forma de vida muy distinta, pero la tranquilidad se rompió con la Guerra». Ella vivió los sucesos de Vallehermoso con la oposición al golpe y el ataque a la Guardia Civil: «Tenía doce años y acribillaron el cuartel y la casa de los ricos del pueblo. Luego llegó el Ejército y la represión fue terrible, con gente como el alcalde que desapareció, otros que se echaron al monte a esconderse y los que se trajeron a Tenerife, a Fyffes. Ver un tricornio todavía me asusta».

Zurda de nacimiento.- Benjamina recuerda que «había una maestra en el pueblo y por ser zurda me amarraba la mano izquierda al culo y me obligaba a escribir con la derecha. Una vez me dieron con una regla de madera y llegué a mi casa con toda la espalda negra. Mi madre ya no me mandó más a la escuela porque decía que me dejaran tranquila, que los burros también están viviendo». Era tiempo de caciquismo: «Uno de los poderosos tenía un caballo porque de Vallehermoso a Taso es como una hora de camino. Tuvo once hijos fuera del matrimonio con cinco hermanas que vivían en la pobreza. Tenía derecho a todo, pero al final murió muy mal. Todo cambió con la democracia».