Inocencio Casanova, un gomero de Hermigua en el Bronx, y su hija Emilia, una heroína cubana

El gomero de Hermigua Inocencio Casanova es un personaje de primera fila en el Bronx neoyorquino.

Una calle y una escuela pública en donde fue su mansión testimonian el papel en su devenir histórico. Emigrado desde su juventud a la Perla de las Antillas, se desposó con la hija de un rico hacendado que poseía el ingenio La Armonía, con la que tuvo doce hijos. Fue consciente de las ventajas que ofrecía ese floreciente puerto para el desarrollo económico de esa pujante región azucarera. En 1844, con apenas 40 años, era uno de los más prósperos empresarios de la isla.

Ya desde 1854 había solicitado la nacionalidad estadounidense, que le fue concedida por el tribunal supremo de Nueva York el 17 de julio de 1860. En esa ciudad portuaria norteamericana compró una quinta señorial en West Farm, el actual Bronx, que se convertiría en lugar de cita de los patriotas cubanos. Sus amplios sótanos se transformarían en depósito de municiones. Inocencio hizo suyo el ideal independentista y edificó, a iniciativa de su hija, los túneles que conectaban su mansión con el canal de Long Island para su embarque para Cuba. De allí salieron no pocas expediciones durante la Guerra de los Diez Años. En este lugar se levantó una casa escuela por parte del ayuntamiento de Nueva York que lleva como nombre Casanova en homenaje a la dedicación revolucionaria de esa familia, y que fue abierta al público el 6 de junio de 1922.

Tras permanecer 22 días encarcelado, se le embargó por el Gobierno español su ingenio, La Armonía, el 26 de abril de 1869 y los solares del puerto de Cárdenas. El 25 de febrero de 1871 fue definitivamente expulsado. Fue dueño de casa y terrenos mineros en Pensilvania y participó en empresas azucareras como la Commercial Warehouse, cuyo presidente era su antiguo socio José Francisco de Cárdenas. Falleció en La Habana el 30 de mayo de 1890.

Dentro de los limitados cauces en lo que estaba constreñida la mujer en el siglo XIX la personalidad de la heroína cubana Emilia Casanova sobresale por su estrecha e intensa participación en la vida social y política del exilio cubano en los Estados Unidos. Hija de un empresario canario con propiedades en Cuba y los Estados Unidos, al que el gobierno español incautó sus bienes en la Isla por su apoyo a la emancipación, esposa de uno de los más grandes novelistas y activistas políticos cubanos, Cirilo Villaverde, no se limitó a ser la hija ni la cónyuge de, sino que traspasó abiertamente esos límites impuestos, llegando incluso a entrevistarse con presidentes y secretarios de Estado estadounidenses y a defender personalmente proyectos en el Congreso norteamericano. Comprometida con la independencia de Cuba desde su más tierna juventud, hizo suya la bandera que enarboló Narciso López en la expedición de Cárdenas, laborando para que se convirtiera en la enseña definitiva de la nación cubana. Fundó una sociedad femenina para apoyar la causa emancipadora, la Liga de las Hijas de Cuba, y utilizó todos cuantos medios estuvieron en su mano para conseguir la adhesión a ella de las más preeminentes personalidades hispanoamericanas y europeas. Su radicalidad le hizo defender con vehemencia el abolicionismo y la enfrentó con los sectores pactistas y anexionistas del exilio cubano. Constituyó su existencia un ejemplo de compromiso y activismo con la emancipación de su isla natal.

Trató de involucrar a las mujeres cubanas en la lucha por la independencia de su país. Erigió en enero de 1869 la Liga de las Hijas de Cuba, la primera sociedad femenina de carácter político que habían constituido las cubanas tanto dentro como fuera de la isla, “con el objeto ostensible de crear fondos para socorrer a los heridos y enfermos del ejército libertador cubano”. Mantuvo una entrevista con el Presidente Grant y otras tres con el secretario de Estado Fish. Pero no quedó ahí su activismo en Washington. Además presentó al Congreso, en nombre de la liga, una proposición para solicitar el estatus de beligerantes a sus compatriotas en armas. En ese memorial presentado por ella el 4 de marzo de 1872 expresó que lo que en la Perla de las Antillas había era “una revolución popular, política y social, preparada muy de antemano”. Acusó al gobierno de Estados Unidos de ayudar a España a mantenerla esclavizada. Expresó que los cubanos llevaban trabajando más de 50 años por emanciparse y que siempre estuvieron en contra del tráfico de esclavos y de la abolición, mientras que “el gobierno español ha propendido siempre y en todos tiempos a aumentar el número de los esclavos y perpetuar la institución servil”. No se contentó solo con intelectuales y personalidades de Hispanoamérica, sino trató se involucrar en la causa cubana a destacados intelectuales y revolucionarios de ideas democráticas, como aconteció con Garibaldi y Víctor Hugo.

Le sorprendió la muerte el 4 de marzo de 1897, siendo inhumados sus restos en el cementerio de Saint Raymond de Nueva York. Quiso ser enterrada en La Habana junto a su esposo. Su hijo Narciso cumplió su voluntad en 1944.

Fuentes bibliográficas y fotográficas

HOOREGO ESTUCH, L. Emilia Casanova, la vehemencia del separatismo. La Habana, 1951.
BEERMAN, E. “Un canario en Cuba y Nueva York (1804-o890)”. XII Coloquios de Historia Canario-Americana. Las Palmas, 1992. Tomo II, pp. 361-375.
HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. “Emilia Casanova, heroína de la independencia de Cuba”. Asparkia. Castellón, 2011 (en prensa)
Revista Carteles, La Habana
VILLAVERDE, C. Apuntes biográficos de Emilia Casanova de Villaverde escritos por un contemporáneo. Nueva York, 1874., pp.7-8.

Sobre el autor

Manuel Hernández González
Profesor de Historia de América (Universidad de La Laguna, España)
Coordinador del Centro de Documentación de Canarias y América

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