La costumbre de cantar los Años Nuevos en La Gomera

Existe una historia centenaria que en gran parte se ha perdido. Es el caso de los Años Nuevos que consistía en parrandas que iban de casa en casa tocando canciones navideñas y cuyos componentes eran recibidos con viandas, dulces y licores.

Esta tradición se llevaba a cabo en la noche de cada 31 de diciembre al 1 de enero, tal y como recuerda el graduado en Historia por la Universidad de La Laguna (ULL), Eduardo Duque. Existía una diversidad muy amplia hasta el punto de que cada pueblo adaptaba a su propia idiosincrasia la interpretación de las coplas.

Por ejemplo, en Barranco de Santiago, de donde es natural Duque, se usaba el tambor, la guitarra, los requintos, el violín, el laúd e incluso el acordeón. Normalmente se entonaban coplas hechas o improvisadas con las que las parrandas se ganaban el favor de los habitantes de la casa quienes les entregaban viandas o una limosna. En Chipude, por ejemplo, el uno de enero se sacaba en procesión al Niño del Dulce Nombre, a quien se le daba como ofrenda el dinero reunido durante la noche. Lo que sí ha llegado hasta nuestros días son una amplia diversidad de coplas que datan de aquellos años. Por ejemplo: “Cuatro que venimos, cinco con la guía, que es nuestra compaña la virgen María, aquí en esta casa se reparten flores, por dentro por fuera y por ‘reores’”. O también: “Nos abrió la puerta con mucha alegría nos puso en la mesa lo que tenía, abra señora, ábranos la puerta por Dios, que venimos cuatro y entraremos dos”.

Aunque existen tímidos intentos de recuperar la tradición, lo cierto es que tal y como indica Duque, “hoy en día la gente prefiere ir en fin de año a la plaza a bailar con una orquesta que pasar la noche cantando coplas por ahí. Los hábitos sociales han cambiado mucho”, apunta. Duque señala que hoy por hoy no son demasiadas las personas que participan en la procesión del uno de enero en Chipude. “Lo cierto es que tristemente tampoco hace tanto que se perdieron estas costumbres, como mucho quizás en la década de los noventa; mis padres se acuerdan de cómo las rondallas iban casa por casa cantando a finales de año”.

En estas fiestas adquiere un protagonismo especial la siempre rica y variada gastronomía gomera. Por eso, las mesas de la Isla se llenan de platos como carne de baifo, ñames, papas tiernas o rasponas y especialmente la repostería que suele consistir en la conocida como torta de vilana, hecha de almendra y pasas.

En la noche de Navidad era tradicional en Chipude cantarle versos al Niño Jesús durante la misa. Una vez acabada la ceremonia y en medio de un templo abarrotado, se procedía al besapié de la imagen y su posterior procesión en el interior de la iglesia mientras sonaban las chácaras y los tambores desde una esquina del templo. Era el momento en el que los feligreses comenzaban a improvisar versos que tenían por objeto temas como las ofrendas o pedir por un pariente enfermo, entre otros muchos. Duque indica que no era extraño que los abuelos les susurraran a los oídos de sus nietos una copla para que luego éstos la repitieran en voz alta. “En fin estamos hablando de un ayer que probablemente nunca volverá y que quizás sólo añoramos unos pocos”, se lamenta este historiador.

Pero el tiempo no espera por nadie. De ahí que dejando de un lado la nostalgia en la actualidad se llevan a cabo actividades impulsadas desde el Cabildo con el fin de conseguir que estas fiestas sigan siendo tan entrañables como siempre. En esta ocasión la institución insular ha cambiado su estrategia de colaboración con los municipios y en vez llevarla a cabo de forma general en el ámbito insular la ha particularizado en cada localidad. De esta manera se colabora con las rutas de tapas, el showcooking de productos gomeros como la miel de palma o el almogrote, entre otras varias actividades. A este fin se ha destinado en la presente edición una considerable cantidad de dinero para respaldar las campañas que llevan a cabo los seis ayuntamientos.

La celebración de estas fiestas en La Gomera se está convirtiendo también una tradición para los visitantes que deciden escoger la Isla como lugar donde pasar estas fechas. Por ello, no es raro que en estos momentos se registre una ocupación superior al 80% en toda la Isla, excepto en Valle Gran Rey donde alcanza el 100% y se hace casi imposible encontrar ya una cama libre. San Sebastián parece haberse subido también al carro del desarrollo turístico y mantiene unos niveles muy elevados de ocupación, curiosamente en la mayoría de las ocasiones, por personas de otras islas.