Tazo, en busca de la Miel de Palma (La Gomera)

Con este relato inauguramos la serie de «Rincones de Canarias». En ellos trataremos de acercaros a este maravilloso archipiélago. Algunos de estos rincones quizás ya les sean de sobra conocidos puesto que al ser unas islas donde el turismo lleva ya desarrollado bastantes años hay lugares emblemáticos que entran dentro de cualquier ruta o información turística estándar. Pero muchos otros serán rincones a los que solo llegan aquellos turistas sedientos de conocer algo más, que huyen de ese turismo de masas y que buscan rincones impregnados de un toque etnográfico o de elevado valor paisajístico o natural.

Empezamos …

TAZO

El caserío o diseminado de Tazo se encuentra en la Isla de La Gomera y pertenece al municipio de Vallhermoso. Es uno de esos rincones de la mágica Isla de La Gomera que cuando uno se mira un mapa duda si va a llegar hasta allí o no. Aquellos que realicen el esfuerzo se verán gratamente sorprendidos puesto que Tazo conserva el palmeral más denso y poblado de la isla con más de 10000 palmeras.

Tazo se sitúa en el noroeste de la isla y para llegar hasta allí si o si hay que circular por pistas de tierra y que aún siendo bastante transitable hay que tener cierta pericia al volante para moverse con soltura por esos sube y baja de tierra y piedra en algunos demasiados casos bastante suelta.

Nosotros llegamos allí en nuestro Road Trip por las Islas Canarias del verano del 2014, que nos llevó a visitar las islas de Tenerife, La Gomera y El Hierro y después de un pequeño stop&go en Gran Canaria para arreglar papeles de la matrícula del cole de Magec que se incorporaba a su vida de «estudiante» seguimos rumbo a Lanzarote.

Entramos a Tazo por Alojera, una pequeña calita semiurbana a la que llegamos porque habíamos oído hablar bastante bien de su gastronomía pero tuvimos la mala suerte de que los dos restaurantes con los que cuenta estaban cerrados ya que se habían cogido unos días de descanso ante la inminente llegada de la temporada alta de vacaciones.

Desde Alojera se puede coger la pista de tierra que nos lleva hasta Tazo, aunque si uno no quiere llegar hasta Alojera en la misma carretera que nos lleva hasta ella, la CV16, hay un desvío antes que también nos llevará a Tazo.

Tazo lo habíamos incluido en el itinerario por dos motivos, el Queso de Cabra y la Miel de Palma. En los mapas que uno va encontrado en diferentes lugares de la isla con los puntos de interés turístico informa de la posibilidad de encontrar ambos y nosotros como enamorados de la gastronomía y de los los productos locales que somos allí que nos fuimos.

Tazo consta con unas 40 – 50 casas diseminadas por el barranco, muchas de ellas hoy en día son segundas residencias de ciudadanos del norte de Europa que han encontrado en La Gomera un rincón donde retirarse o huir del beligerante clima invernal de sus países de origen. Otras pocas se han convertido en alojamientos turísticos regentados por esos propios ciudadanos europeos y las menos, de los Gomeros. Así y todo deben haber no menos de 8 o 10 casas donde todavía reside gente de forma continuada, que son prácticamente todas las de la parte alta del barranco, justamente las más próximas a uno de los accesos a la carretera CV16 antes mencionada.

Esa falta de población estable le da un halo de misticismo ya que cuando uno pasa por allí ni ve ni oye a nadie y el tráfico es algo inexistente.

Nosotros entramos con la furgoneta desde Alojera y cuando llegamos a lo que a nuestro parecer nos pareció la mitad del recorrido paramos y seguimos a pie para explorar con calma y ver que se escondía allí realmente. Y entre lo que vimos algo que nos llamó la atención fue que hay alguna que otra galería de arte, de hecho luego se nos confirmó que hay bastante artista por ahí retirados en busca de inspiración, el halo de misticismo no era solo una suposición, se confirma cuando uno camina y empieza a ver esculturas y toques artísticos por los patios de las casas.

Quisimos explorar un poco más allá y saltamos al cauce del barranco para ir saltando de piedra en piedra y ver si encontrábamos algún rincón oculto de los muchos que siempre ofrece la naturaleza. Y lo que son las cosas del destino, esa excursión nos proporcionó dos noches de alojamiento en una casita de cuento, os lo explicamos.

Volviendo al camino finalizado el «sendero» yo me había adelantado bastante a Tania y Magec. Como hacía un viento bastante molesto decidí ir a por la furgoneta y volver a recogerlos cuando ellos saliesen de nuevo a la pista de tierra. Al no encontrar un sitio lo suficientemente ancho para dar la vuelta ni corto ni perezoso metí marcha atrás y me fui a buscarlos deshaciendo el camino que había hecho con tan mala suerte que en una de las curvas, donde se iniciaba un camino que subía a la entrada de una de las viviendas del barranco, una de la ruedas traseras se me fue cuesta arriba y la otra cuesta abajo hasta que la furgoneta perdió tracción y se quedó penduleando, arrrggggg, ni para adelante ni para atrás.

Así que el panorama era la furgoneta clavada y nosotros llevábamos más de media hora ya paseando por allí y no se veía un alma, mal rollito man.

Empezamos a caminar arriba y abajo a tocar puertas de las casas hasta que bingo, en la propia que nos habíamos quedado tirados apareció María, una artista alemana retirada en La Gomera y nuestro ángel de la guarda. Lo único que como mi furgoneta bloqueaba el acceso a su casa ella no podía sacar el 4×4 para remolcarnos. De todas formas nos indicó que arriba del barranco había gente que vivía de continúo y también tenían 4×4, así que mientras Tania fue a ver si encontraba alquien nosotros entramos con Magec a la casa de María, que vaya casa jeje, que bien se cuidan los extranjeros afincados en Canarias.

Dentro de la conversación nos pregunto que donde íbamos a dormir y al decirle en la furgoneta fue cuando nos ofreció quedarnos en una casa de un amigo que ahora no estaba y que nos la prestaba de buen rollo. En principio le dijimos que no pero una vez rescatados insistió en que la viésemos y al final no pudimos resistirnos, una casita de madera en medio del barranco integrada totalmente en la naturaleza, con ducha exterior y climatizada a lo que diese el sol jeje. Y a nosotros que nos gusta bastante asilvestrarnos, pero también nos gustan las comodidades nos pareció que nos ofrecía el equilibrio perfecto, asilvestrados pero con encanto.

Como ya se nos había hecho tarde decidimos continuar al día siguiente con la búsqueda del queso y la miel de palma, además María nos indicó donde lo podíamos encontrar todo y en concreto para la miel de palma también nos explicó que era mucho mucho mejor ir a primera hora de la mañana ya que es cuando se trabaja en las palmeras y se cocina el guarapo para obtener la miel de palma.

Después de pasar una fantástica velada con su cenita cocinada en una cocina donde uno se podía mover (los que viajan en furgoneta saben a que nos referimos), de tomarnos nuestro vinito la mar de tranquilos contemplando la noche estrellada y dormirnos arrullados por el silencio de la naturaleza tocó levantarse y seguir con la exploración.

Empezamos a caminar barranco arriba y pronto dimos con el objetivo. A lo lejos divisamos una casa con un buen rebaño de cabras y donde hay cabras ¿qué hay? ¡¡pues queso!! y touché, a la primera ya teníamos nuestro queso tierno de cabra artesanal, mmmmm que rico.

La misma señora que nos vendió el queso nos indico que si seguíamos barranco arriba encontraríamos dos familias que trabajaban la palma (las palmeras) y que ahí podríamos encontrar seguro la Miel de Palma y quizá quién sabe, probar el guarapo.

Tuvimos suerte y dimos con ellas en plena acción, cociendo el guarapo para obtener la Miel de Palma.

El guarapo es lo que podríamos denominar la savia de la palmera. Los artesanos de la palma a primera hora de la mañana escalan a la copa de las palmeras y realizan unas incisiones por donde la palmera «sangra» para recoger el guarapo, la savia. De sabor dulce y que lleva recolectándose en las Islas Canarias por más de 500 años aunque hoy ha quedado prácticamente reducida esta práctica a la Isla de La Gomera. Con este guarapo recolectado se realiza la Miel de Palma, que no es más que una reducción del guarapo de 10 a 1, esto quiere decir que por cada litro de Miel de Palma obtenido se han empleado diez litros del guarapo previamente recolectado.

La Miel de Palma es muy apreciada en la cocina canaria, especialmente en la repostería, aunque también hay gran variedad de platos salados donde combina perfectamente, uno de los más habituales en las cartas de los restaurantes son las berenjenas fritas con Miel de Palma, una auténtica delicia. Y para aquellos que quieren una inmersión gastronómica total pueden probar la combinación de tostas de chorizo de Teror con Miel de Palma.

En esta zona el principal atractivo es Tazo, pero si van bien de tiempo y/o van a pasar unos días como nosotros pueden darse un salto hasta Arguamul, otro pequeño diseminado muy cercano a Tazo donde o bien pueden bajar a la costa ya que esconde alguna curiosa calita (extremen la precaución si se bañan) o bien subir paseando entre las diferentes construcciones del barrio y seguir sendero arriba para ir cogiendo altura y disfrutar de las vistas que ofrece sobre esta zona del litoral. Todo un deleite para el sentido de la vista.

FUENTE: http://www.elmundodemagec.com