Casimiro Curbelo
Presidente del Cabildo de La Gomera y portavoz de ASG en el Parlamento de Canarias
Una semana más me veo en la obligación de aludir nuevamente al drama humanitario de la inmigración que afecta a Canarias y que en estos días ha cobrado unas dimensiones tales que ha motivado que seamos nuevamente protagonistas de los informativos y de las tertulias a nivel nacional e incluso, internacional.
Caos, descontrol, descoordinación, falta de planificación… todas estas palabras resumen a pie juntillas lo acontecido esta semana, y en concreto, en el vespertino martes pasado cuando el Estado desalojó a más de 200 inmigrantes del atestado muelle de Arguineguín, abandonándolos a su suerte sin techo alguno bajo el que cobijarse. Una decisión que evidencia la improvisación total pues, tal y como apunté en varios medios esta semana, parece caída de un meteorito. Todo esto, sumado a otras vicisitudes a las que han tenido que hacer frente los inmigrantes estos últimos días para poner rumbo a Huelva, son un enorme cúmulo de despropósitos que no hacen sino pedir a gritos una política con mayúscula.
Tras varios meses lanzando un mensaje a la desesperada de SOS desde Canarias a la Península parece ser que, por fin, nuestra llamada de socorro ha sido escuchada, dando lugar a un desfile de ministros distribuidos por las Islas y por Marruecos, como si de una estrategia ofensiva del popular juego del Risk se tratase. Unas visitas diplomáticas que confío en que den sus frutos y se traduzcan en medidas concretas que pongan freno, de una vez por todas, a las mafias que son las que sacan tajada de la desesperación de los inmigrantes por alcanzar una tierra que les ofrezca más oportunidades que la que les vio nacer.
Medidas que también claman por sellar acuerdos con los países de origen y por la puesta en marcha de un protocolo eficaz que establezca las derivaciones hacia otras comunidades en este periplo hacia el continente europeo. Hace falta mucha voluntad política, coordinación y diálogo para afrontar un problema que no ha hecho más que comenzar y que a todas luces, desborda las previsiones de la comunidad canaria.
No podemos seguir acogiendo a los inmigrantes de esta manera, hacinados en un muelle y sin tener los lugares apropiados para aportarles un trato digno que no vulnere los derechos humanos. Son muchos los menores que llegan a nuestras costas huyendo del hambre y de los conflictos bélicos. Niños y niñas que arriban cargados de incertidumbre y en muchos casos sin tener a sus progenitores cerca. Canarias está haciendo un gran esfuerzo para acogerles pero lo cierto es que no tenemos capacidad para atender a los más de dos mil menores no acompañados que han llegado en los últimos meses a las Islas.
Este viernes celebramos el Día Mundial de la Infancia, una efeméride que alcanza mayor importancia si cabe dado las desastrosas consecuencias que está teniendo el coronavirus en el mundo. Una crisis sanitaria y social que se suma a la de la inmigración, por lo que precisamos de la solidaridad más que nunca para atender a estos niños y niñas que son víctimas de toda esta sinrazón.
Hagamos de la política una herramienta útil para solventar los problemas reales de la gente, lejos de debates estériles llenos de egocentrismo partidista. Hagamos que la ciudadanía se sienta arropada y escuchada, ellos son conscientes de todo lo que está ocurriendo, ahora sólo queda despertar la conciencia de algunos políticos que continúan en su eterno letargo invernal.