La chocolatina

La chocolatina

Los objetos y realidades, que podemos autotitular pequeñas, son aquellas que nos hacen sonreír ante la vida, quizás sean como ríos de agua fresca en la tarde de agosto.

Cada vez que recuerdo la chocolatina, de distintas marcas ahora, me recuerdan multitud de realidades. Supongo, que a todo el mundo es algo semejante, puede que a usted, no sea la chocolatina sea el paloduz, sea los caramelos o sea la “torta-magdalena” de Proust.

Pero la chocolatina, que es de la que estamos hablando, bueno, no es cierto, estamos hablando de usted, pero no de actos externos, como morder un trozo de chocolate con galleta o sin ella, rectangular o semiredondo, sino del corazón mismo de su inconsciente y semiconsciente. De esto estamos hablando.

Pero la chocolatina, me recuerda a un tratadista de bolsa, que indicaba con este ejemplo, el problema de la inflación del dinero líquido. Me recuerda que cuando voy trasladando mi carne-cuerpo de un lugar a otro, en las gasolineras, voy probando una multitud de marcas y de formas diferentes, quizás, me proporciona glucosa, un poco descanso, estirar las piernas, miccionar en el lugar apropiado, quizás, establecer un diálogo conmigo mismo, en el fondo de la consciencia y del descanso. Somos seres humanos, pero no sabemos exactamente, qué significa esto. Cada uno ha sido atravesado por acontecimientos de la realidad, interior y exterior, y, como un enorme depósito los va trasladando de un lugar hacia otro.

Quizás, nunca sepamos exactamente lo que somos, ni tampoco lo y dónde estamos, y lo que somos en dónde estamos, ni qué grado de estar tenemos en el somos. Todo eso se complejifica una vez y otra. Pero las realidades pequeñas, que es de las que estamos hablando, quizás, no se valoren lo suficiente. Quizás añoramos deseos imposibles para nuestro bolsillo y nuestra cabeza y nuestro barrio, pero si podemos disfrutar y sonreír a pequeñas realidades y actividades. Como degustar una chocolatina, un café sentado con las hojas escritas rectangulares, un chocolate con algún churro por la mañana, saltándose un poco la famosa y eterna dieta de la que deberíamos un día hablar un poco, si es un instrumento que están utilizando, no solo por y para la salud, sino para que no estemos contentos con nosotros mismos, también una forma de crear trabajo, porque cuántos oficios están alrededor de este concepto-realidad.

Se habla que hacia mitad del siglo XIX se abren las primeras tiendas de chocolate, en París. Cierto es, que toda victoria como decían los griegos, tiene muchos padres, todo lo bueno que hemos ido creando tiene muchos orígenes y fuentes y nacimientos. Pero posiblemente, como en todo, el creador del chocolate liquido, el chocolate con azúcar, el chocolate con leche, el chocolate en tableta o duro, el chocolate en forma de chocolatinas, quizás, todos esos creadores-originadores, queden en el anonimato, quizás, sean amas de casa, campesinas que a algunas se les ocurrió esas ideas, para sus pequeñas y pequeños retoños, y, después, pasó por el pueblo un viajante en una carreta, y fue consciente de ello, y lo elevó a categoría de producto original.

¡Cuántos inventos, teóricos y prácticos, se los achacamos a unos, hay que poner siempre un origen, pero esos descubrimientos, han tenido muchos abuelos antes, y quizás, el verdadero descubridor o descubridora, se ha dormido en la sala de la tarde, no sabiendo que había descubierto algo nuevo, sea en conceptos o sea en artilugios o mecanismos o servicios o mercancías o ideas, que después, tendrán mayor o menor importancia para la sociedad!

En la vida rodeada de existencia. Dirán ustedes que esto es una frase sin sentido. Pero no vamos aquí a recordar a Heidegger, pero la vida es un concepto diferente al existir-existencia, tanto de un sujeto o individuo, de una especie o de otra. Más en el caso de la especie humana. Puede que los mecanismos fisiológicos y biológicos sean semejantes en toda la especie humana, no iguales, pero después, la existencia se confronta con multitud de acontecimientos y azares diversos… De ahí, que toda vida es diferente y diversificada.

Pero aquí, volvemos a nadar-beber, en un concepto esencial. Nadie es el hombre o la mujer cien. No lo olvide. Usted puede haber sido muy feliz con su conyugue, salvo algunos momentos, pero no haber tenido suerte en el azar de lo laboral, usted ha tenido una gran éxito profesional, pero no ha sido muy armónico con sus hijos. El otro tendrá otra realidad y, cada uno es diferente. Hemos olvidado, el refrán ibérico. “saca tu cruz a la calle, y encontrarás a otro, con una cruz mayor…”.

Esta es la cuestión, cuándo degusta una realidad pequeña, siempre que sea legal y moral, una chocolatina, cualquier otra entidad. Está usted en un pequeño momento, teniendo una pequeña alegría y felicidad. Posiblemente no sea usted consciente, porque en ese momento, tiene otra preocupación, o mejor dicho, posiblemente, varias ocupaciones y preocupaciones diversas, y no le dejan disfrutar de esa modesta chocolatina, que le ha costado ciento sesenta céntimos.

Este es el drama, que demasiados, no disfrutan de lo pequeño, siempre aspirando a lo grande. Los escritores no se alegran con ese modesto trozo de chocolate negro o blanco, porque aspiran a que le otorguen el Nobel, o que sus columnas se publiquen en un medio nacional importante. Al final, nadie está contento, y todos nos vamos llenando de angustia y pena, sin sentido. Después, vendrán las verdaderas calamidades internas o externas, y ya, ya no tendremos fuerzas para resistirlas, porque no hemos sabido disfrutar de lo bueno y pequeño y lo bueno moral pequeño… Paz y bien…

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