El bando de Orone: Su papel en la resistencia Gomera

En lo que respecta a la denominación Orone con que se conoce uno de los cuatro cantones gomeros, cuna del apellido Chinea, creemos necesario detenernos en el análisis lingüístico e histórico debido a su gran influencia en la sociedad isleña precolonial. El estudio etimológico asocia su primario a la raíz «RN» = «vencer, continuar, ganar, sobrepasar», en el dialecto del Ahaggar (Ch. Foucauld IV, 1951), de los At-Mangellat de la Kabilia (J. M. Dallet, 1982) y entre los Ait Izdeg del Marruecos Central (M. Taifi, 1991). En esta última habla dicha raíz se mantiene como forma arcaica del grupo léxico correspondiente que abarca un amplio conjunto de voces derivadas. En concreto, el vocablo gomero Orone responde a la forma verbal original del Ahaggar «rûnnu» = «vencer habitualmente». Compuesta con la partícula o lexema arcaico «u» de procedencia que se emplea en el mismo dialecto delante de los nombres propios de tribus, naciones, o lugares comenzando por una consonante (Ch. Foucauld III, 1951) con el significado «el de, el hombre de», obtenemos la solución «u rûnnu«= «el (hombre) de vencer habitualmente» o «el del (bando) que vence habitualmente»,<> «u runne» por deformación posterior, alusivo al territorio donde habitaba el Gran Rey. Las fuentes etnohistóricas nos confirman plenamente esta traducción que señalan al Gran Rey como vencedor y líder indiscutible de la isla. Así, J .F. Navarro (1993:88) alude al mito de origen y a la existencia, según los cronistas, de un jefe aglutinador de toda la isla o quizás de dos de los bandos hasta principios del siglo XV. A mediados del siglo XV, según el mismo autor, junto a los jefes de bandos se mantiene la figura de un «duque» que algunos textos parecen señalar que residía en Valle Gran Rey (subrayado es nuestro), donde tuvo su sede Amaluige, que a nuestro juicio podría ser uno de los cuatro jefes de bandos (el bando dirigente o vencedor) como cabeza del linaje principal y «primus interpares» al que se refiere el autor anteriormente citado, legitimado como juez último de las cuestiones que afectaran a la integridad de la isla ante ataques exteriores y que residiría en Orone. El mito de origen vinculado a los primeros antepasados o al antepasado común pensamos que está documentado en la toponimia a través del enclave de Inta (Tejera Gaspar, 1996:81), ubicado en el actual barrio del Molinito, a las afueras de la Villa en la carretera que conduce a Hermigua. Se trata, según dicho autor, de un importante conjunto arqueológico que conjuga un área ritual y un área funeraria vinculadas con la memoria de los antepasados que descansaban en el territorio sagrado propio del grupo familiar correspondiente (ibídem: 83). Tal aseveración se confirma por medio del verbo tuareg del Ahaggar «ent» y su variante «inta« = «echar raíces en un lugar» (Ch. Foucauld, III, 1951), estar mucho tiempo viviendo en un lugar; estar sólidamente fijado en un lugar, país, pueblo, familia, raza, etcétera; por extensión: «tener su origen o su comienzo en un país, lugar, suelo, etcétera». Esta hipótesis en relación con el lugar «primero» o de origen y por tanto en el cual se veneraban a los antepasados allí enterrados, cobra más fuerza aún si analizamos el topónimo Agulo, playa y lugar costero relativamente cercano cuya traducción se asocia al deverbal amazigh «agulu«= «la llegada, hecho de llegar», vigente entre los Ait Haddidou y los Ait Izdeg del Marruecos Central (M.Taifi, 1991) y que nos sugiere que por este lugar u otros de la costa oriental de la isla debido a sus buenas condiciones para el desembarco pudieron haber llegado los primeros pobladores, aunque no descartamos que también esté asociado a la llegada de los europeos. Por otro lado, la existencia de voces isleñas de distinta procedencia continental nos indica asímismo la posibilidad de la arribada y poblamiento de al menos dos grupos humanos bereberes con elementos culturales diferentes constatados estos últimos por la ciencia arqueológica.

Siguiendo con el antropónimo Amaluige (J. Abreu Galindo, 1977; L. Torriani, 1978 ) su interpretación nos avala el concepto de «dirigente»: J. Alvarez Delgado (A.E.A., 1956) aporta el paralelo tuareg «amâluai» =conductor, dirigente», que compartimos, pero no resuelve la terminación «ge» del nombre isleño. Por nuestra parte encontramos en el dialecto tahaggart el adjetivo verbal «iuhen» = él es pesado, grueso, voluminoso» (Ch. Foucauld III, 1951), resultando la formulación compuesta «amâluai iuhen <> amaluige= «el dirigente pesado o grueso», probablemente relativa a una característica personal del jefe del bando de Orone.

La política de alianzas entre cantones gomeros es aceptada por J. F .Navarro que sugiere una organización social dualista, apuntando la existencia a finales del siglo XV de una unión entre Hipalan y Mulagua por una parte y de Agana y Orone por otra (1993: 83-84) en la época coincidente con la rebelión de los gomeros de 1488. Por nuestra parte, la etimología del topónimo Cruz de Tierno (grafiado también como Eterno y Tirno, L. F. Pérez, 1995:366) ubicado en el Barrio de Las Rosas, en el término de Agulo y límite entre este muncipio y el de Vallehermoso, corrobora plenamente lo expuesto ut supra por dicho autor por lo que más adelante indicaremos. El habla del Ahaggar atestigua el infinitivo ernu de la raíz RN = «vencer, ganar, continuar» (Ch. Foucauld IV, 1951) y la variante ternu= «hecho de vencer», que justifican las formas isleñas Tierno <> ti ernu = «la (tierra) de vencer» y Eterno <> n ternu (pronunc: «en ternu»)= «del hecho de vencer». La tradición oral señala esta zona-mirador al valle de Hermigua como cuna del silbo gomero, posiblemente en relación con algún hecho bélico de resistencia por parte de los isleños a la penetración europea. Aunque desconocemos la cronología precisa del hecho en cuestión es muy probable que se vincule, a nuestro juicio, a alguna o algunas de las tres acometidas desde el exterior: a) la del año 1403 por parte de Jean de Bethencourt, que intentó conquistar la isla sin conseguirlo. b) la del año 1450 en la que interviene Fernán Peraza (el viejo) que va sometiendo paulatinamente los bandos orientales de Hipalan y Mulagua, con entrada por la costa cercana a San Sebastián, que desde un principio se pueden considerar «aliados» forzosos. c) La incursión de Pedro de Vera procedente de la isla de Canaria que acude en auxilio de Beatriz de Bobadilla aproximadamente a principios de 1488 (por lo que luego detallaremos), a raíz del ajusticiamiento por parte de Huatacuperche de Hernán Peraza el joven en Guahedum.

Es muy probable que los cantones occidentales de Orone y Agana constituyeran dos bandos alzados que presentaran una fuerte resistencia a los europeos a lo largo del siglo XV, y que siempre estuvieran coaligados por motivos socio-económicos y por ser territorios vecinos. El testimonio de D. J. Wolfel (1933) es determinante al respecto y corrobora cuanto decimos desde la vertiente del estudio lingüístico cuando señala que La Gomera quedó semi-independiente, conservando su estructura social con las cuatro tribus unidas de dos en dos en connubio como fratrias matriarcales.

Por el contrario, no vemos muy plausible la opinión de J. F. Navarro (1993:84) en el sentido de la existencia de una coalición Agana-Mulagua por una parte e Hipalan-Orone por otra en la primera mitad del siglo XV, en base a los pactos llevados a cabo con aquellas por los portugueses y por Maciot de Bethencourt (representante del Conde de Niebla) respectivamente. Pensamos que bien pudo ser una maniobra divisionista para acelerar el sometimiento de la isla gomera aún no conquistada a diferencia de El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura que ya lo estaban. La existencia del Gran Rey en Orone era sinónimo de fuerza y resistencia, junto a su aliado Agana. Por esta razón nos inclinamos a creer que el episodio bélico de la Cruz de Tierno pudo tener lugar en la época de la primera penetración europea de Jean de Bethencourt, en 1403, con victoria gomera, o bien más probablemente a principios de 1488 a raíz de una entrada (aparte de por la zona de La Villa) de Pedro de Vera, ambas por la zona costera de Agulo comprendida entre la Playa de San Marcos y la playa de Hermigua, en cuyas zonas se ubican las Ermitas de San Marcos y Santa Catalina. Descartamos pues el enfrentamiento con Fernán Peraza por encontrarse el lugar de la batalla muy lejano a la zona de desembarco de este último que lo hizo por la zona de La Villa, en la que se ubica la Capilla de San Sebastián, la primera edificación religiosa con que contó la isla y prueba evidente del primer proceso de cristianización y conquista junto con la Torre del Conde construída por Fernán Peraza, el viejo, entre 1447 y 1450.

Es muy probable pues que en la Cruz de Tierno, situado en el bando de Agana, aliado de Orone, tuviera lugar un fuerte enfrentamiento con los españoles de Pedro de Vera, igualmente con victoria gomera, a raíz de una penetración por Agulo de este último como represalia por la muerte del Conde Hernán Peraza. En relación a esta última el historiador T. Marín de Cubas (finales del siglo XVII) deja clara la fecha de la misma:

«..siendo Justicia Mayor por toda su vida en Canaria Pedro de Vera, y siendo de mediados de Septiembre del año 1487, llegó a Canaria un barco de La Gomera enviado de doña Beatriz de Bobadilla pidiendo socorro a toda prisa a Pedro de Vera, y de cómo estaba retirada con su hijo Guillén Peraza y sitiada en su Torre y Casafuerte por los gomeros que habían muerto a su marido Hernán Peraza de Herrera atravesado con un dardillo…» (Ed. 1993:175).

Es por lo anterior que la isla estuvo totalmente libre del dominio español entre finales de 1487 y buena parte del año 1488 en que tiene lugar la brutal represión de los gomeros de los bandos de Hipalan y Mulagua ya casi sometidos. Los isleños alzados iniciaron la conocida rebelión, aparte de los tres asaltos a la Torre del Conde (en uno de los cuales murió Huatacuperche), y es muy posible que presentaran una gran resistencia a las tropas de Pedro de Vera que entrarían por la costa de Agulo y subirían por el Valle de Hermigua hasta la Cruz de Tierno, donde serían atacados por los gomeros que ya previamente habrían divisado la llegada de los navíos por mar desde el Roquillo Bacara (wa akâru= «este de dar la alerta», en dialecto tahaggart) situado en el barranco de Las Rosas. Utilizando la técnica de guerra de guerrillas, muy frecuente entre las poblaciones bereberes, se retirarían al Garojonay en donde se harían fuertes después de derrotar a los cristianos. Este episodio, confirmado por la toponimia, ha sido ocultado por la historia oficial y supone la existencia histórica de los alzados gomeros representados por los bandos de Orone y Agana y el reconocido título para la isla de «no conquistada» hasta finales de la penúltima década del siglo XV. Es posible que una gesta similar y en el mismo lugar pudiera haber ocurrido a principios del siglo XV frente a un intento de conquista por parte del francés Gadifer de La Salle, aunque no existen suficientes datos históricos que lo puedan atestiguar. Tomás Marin de Cubas alude a estos hechos bélicos ocurridos después de la muerte del Conde:

«..para que no se alzasen en las sierras como ya lo ponían por obra y tuviéronlo pensado desde antes; escapáronse todavía muchos de los bandos enemigos…»

«culpando a los de Apala y Armigua, hecho el proceso se fue Pedro de Vera á donde estaban los gomeros ……y les hizo pregones que pareciesen dentro de cierto término….. para que alegasen de su justicia y oirles sus demandas y de no parecer procedería contra ellos como rebeldes pertinaces matadores de su Señor. Y no habiendo parecido ni venido alguno ante Pedro de Vera, mandó su gente los fuesen a sitiar a la montaña y sierra de Garagonache donde los gomeros se habían hecho fuertes….» (1993:179).

Prueba de la participación de Orone-Agana en la resistencia isleña a raíz de la muerte del Conde fue la dura represión contra todos los vecinos de Agana mayores de 15 años iniciada por Pedro de Vera y el previo juramento de la Baja del Secreto, una peña de la Playa del Gran Rey, en Orone, en la que el viejo Hupalupa se comprometíó con Huatacuperche a fin de ajusticiar al Señor de la isla por los abusos cometidos con el pueblo y por sus amores prohibidos con Iballa, de los que hablaremos más adelante. T. Marin de Cubas hace alusión a este hecho nombrando el lugar de Taguluche:

«Convocados tres gomeros para ejecutar su intento y traición, se fueron a una peña al mar de tierra a nado, con ceremonia de que nunca fuese sabido el caso …….y los dos siguieron su intento adelante, y de allí fue el juramento muy público hecho en la peña de Tugulache» (1993: 176).

El deformado topónimo citado por Marin de Cubas, Tugulache, se obtiene por metátesis vocálica del compuesto plural tahaggart «ta gûluten»= «esta de los (lugares) que están enteramente cubiertos de hierba fresca» (Ch. Foucauld I,1951) <> Taguluche, en el actual municipio de Valle Gran Rey. Curiosamente, a 1,5 km. al sureste se ubica según la tradición oral la montaña de Farfan, cuyo paralelo amazigh lo encontramos en la voz kabilia taferfant = «patria» (M. Mammeri, 1976), con una posible relación con el lugar en que se tomó una verdadera decisión política de estado.

Finalmente, reseñemos la importancia de los hombres adivinos gomeros (de los que nos ocuparemos con más detalle en otro artículo dedicado a los adivinos canarios) del bando de Orone, del que destacamos la figura de Aguamuje como el principal de ellos, cuyo nombre se conserva en una montaña de Valle Gran Rey y asociado al denominado «Corral del Adivino». El estudio lingüïstico del antropónimo nos depara una curiosa traducción que pudiera relacionarse con la adivinación oniromántica o por incubación documentadas en el norte de Africa. Procede del verbo «mhed» = «extenderse todo a lo largo en el suelo o en la tierra», «estar extendido o acostado», vigente en el Marruecos Central, a través del primario compuesto «a wa mhed«= «este el que se extiende o acuesta» o «este que es de extender» (M. Taifi, 1991). F. Pérez Saavedra (1997:270) relaciona a este personaje gomero con la genealogía de la familia Armas, basándose en un estudio de Leopoldo de la Rosa (1960) que a su vez se apoya en un documento del siglo XVIII escrito por Nuñez de la Peña. Se afirma en dicho documento que Juan Negrín, primer Rey de Armas, era natural de La Gomera y nieto de Aguamuje, por lo que nos encontramos con otros dos apellidos canarios directamente vinculados a la descendencia de los isleños anteriores a la conquista europea.

Francisco P. De Luka

 

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