Feliz solisticio de invierno

Para los indígenas canarios, el control de las estaciones, del ciclo del tiempo, era una práctica vital para su supervivencia, para su economía, para controlar el tiempo de las cosechas, de las simientes, de la alimentación y crianza del ganado.
Repartidos por toda la geografía canaria, se localizan numerosos yacimientos rupestres de época indígena, que fueron ejecutados precisamente para controlar el paso del tiempo, la llegada de los solsticios.
Un ejemplo de este tipo de yacimientos lo representa «Las Toscas del Guirre», en La Gomera. Este enclave, un abrigo natural, alberga en su interior el mayor panel de escritura líbico-bereber documentado hasta el momento en Canarias (120 caracteres), así como una serie de cazoletas y canales excavados en el soporte de toba volcánica. Los estudios arqueológicos llevados a cabo ponen de manifiesto cómo los indígenas de la isla observaban y medían el movimiento del sol en el horizonte.
Una de las paredes presenta un pequeño orificio circular excavado en la roca, a través del cual se puede observar una franja del horizonte montañoso al poniente de la isla, centrada en el lugar por donde se pone el sol en el solsticio de invierno. Paralelamente, a la caída del sol la luz entra por el referido orificio, proyectando un punto de luz que recorre el suelo de la cueva y sube por la pared opuesta, justo a la derecha del lugar donde se encuentra el texto líbico-bereber, cuya hipótesis de traducción, entre otros aspectos, hace referencia al abastecimiento de agua para el ganado. Antes de ponerse definitivamente el sol, el último rayo encaja perfectamente en una pequeña cazoleta ovalada, excavada en la roca para tal fin. Este hecho se produce exclusivamente en los días del solsticio de invierno, por lo que la cueva presenta dos formas complementarias de marcar esa fecha del calendario solar. El punto exacto de la puesta solsticial coincide con la ermita de Las Nieves, en cuyos alrededores se conservan varias aras de sacrificio de los antiguos gomeros. Los arqueólogos piensan que la localización de la ermita está relacionada con las prácticas religiosas indígenas y, por tanto, precristianas.
Entre otras funciones, el control del sol en el horizonte permite conocer con exactitud el paso de las estaciones y puede utilizarse para sincronizar el calendario lunar con el calendario solar, formando la base de un calendario lunisolar estable.
 
José Farrujia
Doctor en Prehistoria y arqueólogo

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