Volviendo a la partida con la que comenzamos este artículo hay que señalar que en realidad es la de velación pues el matrimonio propiamente dicho (la toma de manos) tuvo lugar en la misma iglesia de Sta. Mª de Guía cinco meses antes, el 9 de octubre de 1584. Los padrinos que se citan son los mismos en ambos documentos: Marcos de la Peña y María o Catalina de Flores; los testigos de ambos actos son sin embargo diferentes. En la toma de manos ejercen como testigos Juan Bautista Soberanis, Juan Vargas y el sacristán Bernardo de Riverol, estando por tanto representadas en dicha ceremonia las fuerzas vivas castellanas y genovesas de la villa de Guía. En el segundo acto, la misa de velación, los esposos son acompañados por Dámaso Andrés Barreto y Gil Piñero, además del sacristán. No es necesario remarcar la resonancia lusitana de los nombres y apellidos de las personas citadas, tanto de los padrinos como de los testigos.
En el archivo diocesano, en la carpeta resumen denominada Índice de Protocolos y dentro de ella en Noticias e Índices de Testamentos, aparece una valiosa reseña que nos amplía la información sobre ambos cónyuges:
“Testamento de María Bolaños, mujer de Andrés Pérez. Del primer matrimonio tuvieron por hijos a Catalina Ojeda, mujer de Manuel Felipe, y a Francisco Pérez Bolaños. En segundas, casó con Juan Pinto y tuvieron por hijos a Gonzalo y Miguel. Es hija de Juan González, familiar del Santo Oficio Folio 87 Año 1620”
De su lectura entresacamos que María Bolaños, la esposa de nuestro ascendiente de origen gomero, tuvo un primer casamiento de corta duración pues tiene tan solo dos hijos de su relación con Andrés Pérez, siendo Catalina Ojeda, nacida en 1488, la primogénita. Podemos presumir por tanto que nuestro ascendiente falleció mucho antes del cambio de siglo. El nombre de su hija mayor le fue impuesto en honor de su abuela paterna, también llamada Catalina Ojeda, vecina como su esposo, Diego Pérez Mulagua, del lugar de Agaete.
Acerca de los padres de María Bolaños 2, que son Juan González y María de Bolaños 1 podemos determinar con certeza su ascendencia europea y más concretamente ibérica y lusitana.
Juan, como se ha reseñado, es familiar del Santo Oficio en 1591 por lo que necesariamente tuvo que demostrar previamente su limpieza de sangre. Casó dos veces, la primera con María Bolaños 1, la madre de nuestro ascendiente, y la segunda con Ana Martín Naranjo. El tal Juan González debía ser una persona emprendedora en la época por cuanto consta en los protocolos que arrienda en 1586 un molino a un tal Mateo Pérez y que es herrero de profesión. Está totalmente probada su ascendencia lusitana pues consta en la documentación que sus padres, Álvaro González e Isabel Álvarez, eran naturales del coto de Gambizes, a una legua de Braga, en el lugar de Peñarada.
Dos nuevas reseñas de la carpeta del Archivo diocesano nos aportan una sorprendente información acerca de la identidad de la madre homónima de María Bolaños y nos constatan la frecuencia en aquellos tiempos de los matrimonios en segundas nupcias. Hay una especie de horror vacui familiar quizá por el desamparo en que quedan las viudas en edad fértil.
“María Bolaños, mujer primera de Diego Pérez, y por sus hijos a Francisco y Juan; en segundas nupcias, con Juan González Herrero y por su hija a Juanica; dice que es hermana de Pedro Afonso folio 253”
“Juan Pinto y María Bolaños hijos de Juan González y María Bolaños. Transacción con Ana Martín viuda del dicho Juan González de quien fue su segunda mujer folio 78 año 1604”
Obviamente el primer documento es muy anterior al segundo por cuanto en él solo se reconoce a una niña llamada Juana como descendiente de María Bolaños 1 y de Juan González, y en el segundo, muchos años después, se señala como hija a María Bolaños 2 casada en segundas nupcias con Juan Pinto. En todo caso, la identidad de los padres de María ha quedado bien esclarecida en su partida de matrimonio.
Si entendemos bien el significado del primer documento, resulta que Mª de Bolaños 1, esposa de Juan González, es la madre de Mª de Bolaños 2 (hasta aquí todo va bien) pero es que antes estuvo casada con Diego Pérez, el padre de Andrés Pérez, el marido de su hija; pero es que, además, dice que es hermana de Pedro Afonso, quien era, según sabemos, hermano de Juan Afonso de Taya, su padre. Este último enredo se resuelve fácilmente si pensamos que Pedro no es su tío sino un hermano del mismo nombre.
Por si los lectores no se aclaran mucho con el resto de la trama, cosa más que probable, les adelantamos que a nosotros también nos costó entender el galimatías. Bueno, haciendo un esfuerzo, les contamos: resulta que Andrés Pérez se casa con María Bolaños 2, hija de María Bolaños 1, la que fue segunda esposa de su padre, Diego Pérez Mulagua, quien había casado en primeras nupcias con Catalina Ojeda, su madre. Por lo tanto, los cónyuges no necesitan dispensa eclesiástica alguna para casarse porque, aunque parezca mentira, no tienen lazos de sangre.
Pues bien, aclarado el asunto, les informamos de que el padre de María de Bolaños 1 se llama Juan Alonso de Taya quien dicta sus últimas voluntades en Guía en 1545 ante Bernardino de San Juan. De la información obtenida en dicho testamento y en otros protocolos consultados entresacamos lo siguiente: que había nacido en el lugar que dicen Gundufarte, en el Concejo del Señorío y Obispado de Visco, en el reino de Portugal; que tenía como hermanos a Juan y a Pedro Afonso, y que los tres eran hijos de Alfonso Yánez y Margarita López. Señala asimismo Juan Alonso (o Afonso) que su esposa es Juana García, hija de Hernando de Cejas (extrañamente no cita a su suegra) y que ambos tienen por hijo a Juan de Saavedra. Declara asimismo que su mujer, Juana García, está preñada por aquellas fechas por lo que nos estar anticipando el nacimiento de su hija María que, de confirmarse, habría tenido lugar en 1546. Indica por último Juan Afonso de Taya que su profesión es la de camellero, es decir, almocrebe (persona que trabaja con bestias de carga), una actividad floreciente en aquellos tiempos, ligada a la producción de azúcar, que consistía esencialmente en el transporte de leña y de la misma caña hasta los ingenios y posteriormente en el transporte de los panes de azúcar hasta las embarcaciones.
Efectivamente Juana García, la esposa de Juan Afonso de Taya, es hija de Hernando de Cejas y de una mujer cuyo nombre no se cita. Acerca de ella, algunos genealogistas han planteado que su apellido podría ser Bolaños ya que es el mismo que se impone a su nieta como era la costumbre por entonces. Quienes esto piensan, plantean que se podría identificar a su esposa con Isabel Bolaños la hija del ilustre matrimonio formado por Juan de Mayorga, el que fuera primer alcalde de la Villa Real de Las Palmas y de su esposa Juan Bolaños, ambos de origen castellano, que, como recordarán los lectores, fueron los padrinos de Arminda. Por otra parte, Pinto de la Rosa nos dice que Hernán de Cejas era hijo natural de Hernán Arias de Saavedra, II Señor de Fuerteventura.
Pero una y otra opinión, aunque respetables, son más que cuestionables por cuanto en el libro primer de Gáldar hemos podido leer la siguiente partida, que creemos suficientemente aclaratoria, que se corresponde con el bautizo de una hermana de Juana:
“En 1º de junio de 1514 años, bautizo una hija de Fernando de Ceja e de su mujer; son convertidos, pusimosle nombre Estefanía. Fueron sus padrinos Juan de Sayavedra e la (mujer) de Jerónimo de Pineda”
Nos detenemos por un momento en la descripción genealógica para hacer unos breves comentarios sobre este precioso documento:
El segundo de los testigos, sin confusión posible, es María de Betancor, hija de Luisa de Betancor (Tenesoya) y de Maciot de Bethencourt y esposa de Jerónimo de Pineda, Regidor Perpetuo del Cabildo de Gran Canaria, es decir, del ayuntamiento único de la isla. Del primer testigo, Juan de Saavedra, se dice que era hijo natural de Pedro Hernández de Saavedra, Primer Señor de Fuerteventura, habido con una esclava mora. Podría pensarse que este personaje, como dice Pinto de la Rosa, puede tener algún vínculo familiar con el padre de la recién nacida por cuanto sabemos que un nieto de Hernando de Cejas recibirá muchos años después, como ya anticipamos, el nombre de Juan de Saavedra. Nos decantamos sin embargo por pensar que Juan de Saavedra es un mero testigo y que Hernando de Cejas y su esposa son una pareja de judeoconversos portugueses recién llegados a la villa de Gáldar como parece deducirse del propio apellido Cejas (Seixas en origen) del padre de Juana.
La presencia de personas de prestigio como Juan de Saavedra y María de Betancor en la ceremonia hay que entenderla por tanto como un honor que se otorgaba a la mayoría de los recién nacidos por parte de las autoridades, tal y como hemos podido comprobar repetidamente en los libros sacramentales de Gáldar y Guía. Es como una especie de deber social que tenían que cumplir con sus vecinos de toda condición, independientemente del nivel social de los padres o de la consideración de cristianos viejos o nuevos que estos tuviesen.
Concluimos por tanto, después de diseccionar la partida, con la idea de que todos los ascendientes de María Bolaños 2, la mujer que casa en 1584 en Guía con Andrés Pérez Mulagua, son caracterizadamente portugueses: con algunas dudas en el caso de Hernando de Cejas y de su mujer que, al no ser nombrada puede ser una esclava indígena o morisca, y con toda certeza en los casos del herrero Juan González y del camellero Juan Alonso de Taya. Al margen de las diatribas genealógicas planteadas y no resueltas, lo que resulta incuestionable, y es algo que nunca se termina de reconocer suficientemente, es el peso de la colonización lusitana en la conformación de la idiosincrasia canaria: gente sencilla, laboriosa, socarrona y librepensadora que nos aporta una parte relevante de nuestra identidad.
Guía tiene su origen en torno a la ermita que fundara Sancho de Vargas a principios del siglo XVI pero no será hasta 1515, en que, al disponer de alcalde real y vara de justicia por decisión del gobernador Fernández Cerón, se separe administrativamente de la vieja Gáldar, la Ciudad de las Guayarminas. Pedro González Sosa ha estudiado muy bien estos acontecimientos por lo que remito a los lectores interesados a bajar de Internet su documentado libro Contribución para una Historia de Guía de Gran Canaria.
El cronista oficial en la Introducción de su libro nos comenta: “Guía nace en el momento mismo en que el noble conquistador (en referencia a Sancho de Vargas) manda levantar su iglesia y en torno a ella se van asentando las familias más prominentes de Gáldar y también la mano de obra entre la que destaca la portuguesa y los más sobresalientes hombres de negocios genoveses”. El trabajo de González Sosa se centra sin embargo casi exclusivamente en Sancho de Vargas y su descendencia por lo que creemos que sería de interés profundizar en la identidad de dichas familias prominentes pues para nosotros es una evidencia que los conquistadores castellanos, cuando se produce la división, se mantienen en su mayor parte alineados con Gáldar y que los vecinos del “barrio comarcano” que promueven la separación pertenecen esencialmente al tercer estamento: extranjeros portugueses y genoveses que prosperan al amparo del cultivo de la caña y la producción de azúcar.
Nos atrevemos en este punto a plantear una hipótesis que no es tan novedosa, como veremos, sobre las causas de fondo del cisma entre Guía y Gáldar de 1525. Algo parecido estuvo a punto de ocurrir en el mismo siglo XVI entre la Villa de Agüimes y el caserío establecido al otro lado del Guayadeque en torno al Ingenio de Aguatona. En dichos predios sureños a pesar del poderío demográfico y económico de los vecinos del barrio del Ingenio la segregación demandada no se produce. Quizá la unidad jurisdiccional del Señorío Episcopal y el menor peso demográfico y económico de los plantadores fueran determinantes para impedir el cisma.
En las fértiles vegas del noroeste se dan, efectivamente, circunstancias bien distintas. En la parte izquierda del riachuelo se asienta una población floreciente en tornoa la ermita fundada por los Vargas y al calor del gran Ingenio Blanco, entre cuyos vecinos destacan los representantes de varios albergos genoveses (Riberol, Cairasco, Soberanis) con sobrados medios para comprar voluntades políticas. Planteo además que detrás de esas decisiones untadas estaba igualmente el deseo de los vecinos del barrio comarcano de Guía de librarse de la voracidad recaudatoria de las autoridades galdenses. En la mentalidad de los genoveses, también en la de los hacendosos portugueses, no cabe el absentismo que practican muchos de los vecinos de enfrente. La condición nobiliaria de muchos de ellos por su ascendencia real canaria o bien por sus derechos de conquista mermaba las posibilidades de desarrollo de la localidad pues un número excesivo de vecinos está libre de contribuir con pechos y alcabalas y rehuye trabajar la tierra con sus propias manos, es decir, había demasiados manos muertas y pocos trabajadores libres. Planteo pues de forma simple pero directa que el poder del dinero genovés al amparo de la producción de oro blanco y la reacción en contra de los privilegios estamentales de que disfruta buena parte del vecindario establecido en torno a la Iglesia de Santiago de los Caballeros fueron las claves del cisma entre las dos villas hermanas.
Efectivamente, los pobladores de Guía son gente emprendedora procedente de la República de Génova, pero, también, en su mayor parte, hombres y mujeres laboriosos (se trata de una inmigración de tipo familiar) procedentes del Reino de Portugal que huyen de la persecución inquisitorial sobre los judeoconversos. Estos colonos lusitanos despliegan en la localidad que los acoge una actividad incesante como campesinos especializados (especieros, desburgadores…), como artesanos de variadas profesiones (almocrebes, herreros,…) e incluso como sacerdotes. Sirva como muestra esta curiosa partida de bautismo de 1569 en la Iglesia de Santa María de Guía:
“A finquo días do mes de noviembre del anno susodicho, yo Gaspar de Magallanes, capellao de la Iglesia de Nostra Señª de Gía, en ausencia de Hernando Alonso, beneficiado, batisé a Salvador… Foran padrinos: Francisco Alonso e Inés Trylelles”.
Nuestro cuadro genealógico al llegar al comienzo del siglo XVI atestigua efectivamente que hubo un aluvión de portugueses que se instalaron en la orilla izquierda del riachuelo que separa a las dos localidades. El listado de los vecinos de Gáldar que se oponen a la segregación (lo pueden ver en un anexo del libro citado del cronista de Guía) cuenta con unos pocos vecinos de apellido portugués y con ninguno de origen italiano. Los cabezas de familia que aparecen en la nómina de los remisos son mayoritariamente conquistadores castellanos o sus descendientes que han unido su sangre a la realeza canaria. Son también indígenas canarios de la alta nobleza Semidán, algunos de los cuales conservan su apellido vernáculo (Maninidra o Bentidagua), aunque en general sus nombres son ya enteramente castellanos como es el caso, por poner algunos ejemplos, de Sebastián Rodríguez o de Pedro Domínguez. Recordemos en este punto que por cédula real cuarenta indígenas con sus correspondientes familias fueron respetados en sus derechos de vecindad y propiedad en la Gáldar post-conquista.
Es el enfrentamiento entre la Edad Media y la Edad Moderna, entre la nobleza y la burguesía, entre la mentalidad absentista y la productiva, entre las plantaciones trabajadas por esclavos o por hombres libres, lo que subyace en el conflicto. Así toda la nobleza territorial criolla e indígena que han establecido una alianza entre sí, se niega a aceptar la separación porque ello significa un golpe mortal a los derechos feudales que disfrutaban, tanto los hidalgos castellanos como los nobles indígenas de la estirpe Semidán. Las arcas de la villa de Gáldar tuvieron que sufrir grandemente los estragos de la secesión hasta el punto de tener que exigir tributos a familias de renombre. Recordemos en este punto, tres años después del cisma, la irrupción en la casa de Tenesoya de Juan de Vargas, alcalde real de Gáldar, y Jerónimo de Pineda, su yerno, regidor de la isla, y la subsiguiente requisa de objetos, agravio que no se saldaría hasta la información de nobleza de Luisa de Betancor y de sus hijos Arriete Betancor y Juan Perdomo que los libera del pago de impuestos.
El insigne Cairasco de Figueroa (1538-1610) tiene también su opinión sobre estos hechos. En la Comedia del Recibimiento nos habla de dos personajes llamados Guía y Gáldar que discuten acaloradamente durante todo el camino que los lleva hasta Las Palmas, donde ambos van a presenciar el recibimiento del nuevo Obispo de la diócesis, don Fernando de Rueda. En determinada escena de dicha obra, Guía, que simboliza el mundo nuevo próspero y pujante, le dice a Gáldar, que representa al mundo anclado en las honras del pasado:
En los peldaños intermedios del cuadro genealógico se sigue observando el influjo portugués en nuestra ascendencia de Guía de Gran Canaria con la aparición de apellidos como Felipe, Marrero o Silva y con una proliferación del apellido Guerra a ambos lados de la escala que nos habla del éxito demográfico de un linaje grancanario (un tercio de las personas que en España llevan este apellido son residentes en la provincia de Las Palmas) cuyo origen, como decía Cioranescu, no está esclarecido, aunque algunos aficionados a la genealogía le sigamos dando vueltas al tema.
Por lo pronto, nuestra aportación en ese debate se centra en presentar a los lectores a la persona de mayor antigüedad en nuestro árbol que cuenta con dicho apellido, Isabel Guerra, una mujer natural y vecina de Firgas, bautizada en 1556 en la Iglesia de San Juan Bautista de Arucas, que casará a los 19 años en la misma iglesia en 1575 con Juan Hernández, y que en 1600, ya viuda, dota a su hija Francisca para casarla con Amaro Hernández (Folio 43 Escribanía de D. Francisco Martínez). Esta Isabel Guerra de la que hablamos es la bisabuela de la primera persona que aparece en el cuadro adjunto con dicho apellido: Ana Guerra Marrero casada en Guía en 1671 con Francisco Felipe Bolaños.
Si se fijan en los apellidos de ambos cónyuges podrán observar que al menos tres de los cuatro son, en los linajes aquí estudiados, de comprobado origen portugués. El hecho de que Isabel Guerra, nuestra Eva en este bélico linaje, otorgue dote a su hija para casarla con Amaro Hernández, cuyo nombre de pila es de indudable origen luso (Mauro en portugués) nos pone de nuevo sobre la pista de un “desembarco” lusitano, también para este singular apellido, que debió tener lugar con posterioridad a las Orden de expulsión de los judíos del reino de Portugal dictada por Manuel I en 1496.
Hemos leído, no obstante, en Internet, en una dudosa nota, que el apellido Guerra de Gran Canaria procede del Bartolomé Joannes Guerra asentado en Guía en el siglo XVI de quien se dice que era el segundo hijo del conquistador de Gran Canaria y Tenerife Lope Hernández de la Guerra a pesar de que sabemos que este no tuvo descendencia por lo que tuvo que legar en favor de dos de sus deudos que son los protagonistas de la apología de Viana. Para Cebrián Latasa, coincidiendo con Cioranescu, nada de esto está fundamentado.
Otra posibilidad, tampoco acreditada documentalmente, es la de que los Guerra de Gran Canaria puedan venir de la descendencia de un “hombre de las islas” de origen andaluz, Hernán Guerra, quien según Cebrián Latasa, fue repoblador de Lanzarote en el año 1446, convirtiéndose en uno de los desafectos de los Señores de las Islas que propiciaron la Pesquisa de Cabitos y que más tarde se convertiría en un importante adalid de la conquista de Gran Canaria. Casado con María May tuvo al menos tres hijos que se avecindaron en Gran Canaria aunque, al parecer, sus descendientes no mantuvieron dicho apellido.
Por nuestra parte, hemos tenido la oportunidad de comprobar en la Red que Guerra es un apellido tan extendido en Portugal como en España, y muy frecuente, al parecer, entre la población sefardí. En las actas de la Inquisición en el Archivo de Torre da Tombo (Portugal) aparecen condenadas por judaizantes varias personas que portan este apellido. No tenemos certezas al respecto pero nos atrevemos a plantear como tercera vía, es solo una intuición, que los Guerra y los Marrero, familias vecinas en la Firgas del siglo XVI, que mezclan su sangre con frecuentes matrimonios entre sí, pueden tener un origen lusitano común, habiendo arribado a Gran Canaria a principios del siglo, previa escala en Tenerife en el caso de los Marrero.
Pasamos ahora a exponer de pasada algunas curiosidades genealógicas decimonónicas, que se sitúan en los peldaños inferiores de la escala, relacionadas con nuestra tatarabuela Fermina Díaz García cuya foto adjuntamos. Esta es la más antigua foto que conservamos de toda la familia. En ella, aparece acogiendo en su regazo a uno de sus hijos, un niño rubianco aunque Fermina, como pueden ver, es bien morena. Es una imagen representativa del mestizaje que caracteriza a tantas familias canarias.
Fermina Díaz nació en Guía en 1823 por lo que calculamos, a ojo de buen cubero, que la instantánea puede estar datada a mediados del siglo XIX pues según su partida de defunción ella fallece en 1882, con casi 60 años, aquejada de “fénix orgánica del corazón”. ¡Qué forma más poética de referirse a un fallo cardíaco. Lo más remarcable que tenemos de su biografía es que la joven Fermina Díaz, perteneciente a una familia campesina de Guía, cruza el charco y se casa en La Habana, a sus 24 años con Juan Domínguez Bethencourt, de 33, perteneciente a una familia de altos vuelos pues además de los apellidos que porta hay que citar que es un Vega por parte de su abuela paterna y un Guzmán por su abuela materna. Esta es la curiosa partida de su matrimonio: