La visita que propongo en esta ocasión, nos lleva a la vecina isla de La Gomera y la población de Agulo, uno de los cascos urbanos con un emplazamiento y patrón de asentamiento más nítidos de nuetras islas y que, a la par, conserva, en sus estrechas calles, magníficos ejemplos de la arquitectura tradicional de los siglos XVIII y XIX.
…al rodear el risco, vemos un grupo de casas en la parte alta del terreno cultivado, como un castillo coronando las alturas, que es Agulo. El terreno está dispuesto en bancales muy definidos, desde las casas hasta el mar, y es muy fértil…
…los aguacateros y las adelfas dan un toque pintoresco a las casas. Don Manuel tiene otra casa aquí, una residencia de verano, en cuyo pórtico nos sentamos un rato, frente a las montañas y cascadas. Incluso la parte baja de la falda de las montañas está dispuesta en bancales que suben hasta donde es posible… Es curioso observar que las mejores casas de Agulo han dispuesto sus pórticos y salas de estar dando hacia las montañas y no hacia el mar…
(Olivia Stone-1885)
Si leemos atentamente las impresiones que Olivia Stone refleja en su libro Tenerife y sus Seis Satélites (1887), puede comprobarse que Agulo, en lo esencial, sigue manteniendo unas señas de identidad similares a las que tenía en época victoriana, pese haber trascurrido más de un siglo del paso de esta gran viajera y escritora por la isla. Su singular emplazamiento y forma de distribución de bancales, tierras de cultivo y poblamiento, siempre con el objetivo de preservar los suelos fértiles para la producción agrícola, continúa siendo un patrón de asentamiento inexorable del núcleo, pese al lógico crecimiento experimentado por la población respecto a tiempos pretéritos.
El origen de Agulo y su estrecho vínculo con la Isla Baja de Tenerife.
Las primeras referencias escritas sobre Agulo cuentan como los señores de la Isla llegan a un acuerdo con D. Gaspar de Mesa, vecino de Buenavista del Norte, para que se asentara un grupo de colonos procedentes de Daute (Tenerife), en la zona de Sobreagulo y San Marcos. La razón de esta procedencia hay que buscarla en las estrechas relaciones comerciales que existían entre los puertos de San Sebastián de la Gomera y Garachico; unida a la coyuntura de estancamiento económico de la zona de Daute a comienzos del siglo XVII, tras la crisis azucarera y que produjo la salida de parte de sus contingentes poblacionales.
Sus señas de identidad urbana.
En realidad la población de Agulo está integrada por tres caseríos: La Montañeta, Las Casas y El Charco, comunicados por una vía principal en la que confluyen estrechas callejuelas y callejones que delimitan las manzanas de su entramado urbano.
Desde su fundación, Agulo siempre fue población de gente humilde ligada a las tareas del campo, y las viviendas de sus moradores denotaban ese status: casas pequeñas generalmente de un sólo cuerpo, cubierta a dos aguas y casi siempre con el vano de la puerta como único hueco.
Desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, con la entrada del XIX, se inicia una fase renovación y crecimiento urbano, animado por una creciente mejoría económica basada en el comercio agrícola y el ascenso de la burguesía insular, que comienzan a ver sus viviendas como algo que dignifica su privilegiada posición social. Aparecen las viviendas de dos alturas, el alargamiento de huecos, la profusión del acristalado, modelos más elaborados y cuidados para las carpinterías de puertas y ventanas, el hierro forjado en balcones, en definitiva la arquitectura del casco de Agulo adquiere una notable solemnidad respecto a la de época anterior.Durante este período decimonónico no sólo se levantan edificios de nueva planta sobre solares expeditos u otras fábricas que se erigen tras demoler construcciones primigenias, también es muy frecuente la renovación de los edificios preexistentes cuyas fachadas levantadas a modo de parapeto, denotan una modernidad de la que carece el interior de las mismas.
Uno de los edificios más singulares de Agulo es la Iglesia de San Marcos, de diseño controvertido por alejarse de las realidades vernáculas, y uso de un lenguaje neogótico con profusión de arcos apuntados y destacadas bóvedas semicirculares de reminiscencias orientales. Fue proyectada por el arquitecto tinerfeño Antonio Pintor y levantada en 1911 sobre el antiguo emplazamiento de la fábrica barroca, la cuál llevaba casi una década clausurada debido a la peligrosidad de su mal estado. Junto a la iglesia se haya la plaza y el edificio del Ayuntamiento, siendo éste el centro neurálgico de la población.
La Calle Real atraviesa los tres caseríos del casco de Agulo, en dirección al cementerio, que se encuentra algo alejado del caserío, hacia el risco, para continuar hacia Vallehermoso o bien conectar con el camino de bajada a la playa de San Marcos. A su paso por el casco este camino transita entre viviendas de estilo canario, generalmente de dos alturas, que se entremezclan con edificaciones más humildes y otras fábricas «modernas» propias de la era del ladrillo y hormigón. El paseo es muy placentero, nunca falta gente con quien intercambiar una conversación o un simple saludo. Agulo tiene el sabor de los pueblos de antaño, se percibe un ambiente muy familiar entre los vecinos y vecinas, aquí todos se conocen y el visitante siempre es bienvenido.
José Aguiar un genio forjado en Agulo.
Otro de los referentes de Agulo es la casa del pintor José Aguiar, uno de los referentes de la pintura canaria y nacional de todos los tiempos, que en breve acogerá la primera biblioteca, museo y centro de producción artística de Agulo. La vivienda es un antiguo edificio, construido en el siglo XVIII y emplazado en la calle de la Seda, cerca de las proximidades de la iglesia parroquial.
Patrimonio industrial: Pescante de Agulo y empaquetadora
Interpretar Agulo sin el marco que lo rodea no es posible, éste lleva implícito la esencia del núcleo. Su patrón de asentamiento da sentido a unos modos de vida secularmente ligados al agro y, como antes se ha explicado, todo está pensado en aras de preservar los mejores suelos para esta finalidad, de manera que las construcciones únicamente se establecen sobre los resaltes, promontorios y zonas más estériles. Este patrón de asentamiento se acentúa, si cabe, con la introducción de la platanera, que literalmente envuelve al núcleo con un manto de denso verdor.
Con la platanera surgen elementos, hoy muy interesantes desde el punto de vista de la arqueología industrial, como los almacenes y empaquetadora, conocidos por el nombre de «El Transportador», sitos sobre la costa en las proximidades de Agulo y El Pescante de Agulo, levantado a principios del siglo XX, hoy en ruinas, que fue el punto de salida de las producción platanera. Hay datos curiosos acerca del Pescante de Agulo, como que contó con el primer teléfono de la isla, funcionando entre 1911 y 1918. El Pescante pronto se convirtió en el verdadero motor de la economía y desarrollo del municipio, en una época donde las comunicaciones terrestres eran muy precarias, utilizándose tanto para la exportación como para la importación de toda clase de mercancías, además de medio de embarque y desembarque de personas.
El Pescante y la empaquetadora estaban comunicados por un teleférico, levantado sobre torres metálicas, cables de acero y que desplazaba una especie de cesta para el transporte de la carga.
Retomando el camino de la costa hacia el casco urbano, un último paseo por sus estrechas y empedradas calles y la admiración de su cuidada arquitectura ponen colofón a esta visita propuesta, que todos debemos disfrutar.
Autor: Tomás Perera Medina