El cuerpo sin vida de Pablo Sierra ha sido hallado en el río Guadiana tras 14 días de búsqueda incesante desde que se le perdiera la pista en la madrugada del pasado 3 de diciembre en Badajoz. El cadáver ha sido encontrado esta mañana durante el operativo especial de los GEO, cuyos buzos llevaban cuatro días rastreando el río.

La última vez que se vio al joven estudiante de matemáticas fue en la calle Zurbarán del centro de la ciudad, zona de bares donde había salido. Allí se despidió de un amigo y se marchaba en dirección a la residencia universitaria donde también vivía su hermano mellizo, pero nunca llegó a su destino.

Desde el primer momento la familia aseguró que no se marchó por su propia voluntad ya que al día siguiente iba a viajar a su localidad natal, Zorita (Cáceres), para pasar el puente de diciembre con su familia. Una teoría que confirmó la autopsia psicológica, que descartó una desaparición voluntaria.

La primera pista que se obtuvo fue su teléfono móvil -que tenía restos de sangre-, localizado en Las Crispitas, una zona cercana al río Guadiana. Jorge, uno de los amigos de Pablo, hizo vibrar el teléfono con una función de Google y lo localizó un militar que paseaba por la zona.

La desaparición fue considerada desde el primer momento de alto riesgo y los investigadores trabajaban con la hipótesis de que pudieron haber participado terceras personas.

En los primeros días la Policía se centró en la recopilación de imágenes de videocámaras, así como la toma de declaración a sus amigos y posibles testigos de lo ocurrido en la noche en la que se le perdió la pista.

Tras el análisis pormenorizado de los movimientos del móvil, la búsqueda se ha centrado en el río Guadiana: allí se desplazaron buceadores del Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional para rastrear el río a partir del punto donde fue hallado el terminal.