La prensa de Tenerife visitó el norte de La Gomera invitados a la inauguración del pescante de Agulo (1908)

El 30 de abril de 1908 se publicó este artículo en el diario «El Progreso», relativo a la visita de la prensa de la provincia al norte de La Gomera, especialmente al pueblo de Agulo, aquí se narra de forma breve la inauguración del pescante de Agulo. Hemos intentado reproducir el artículo de la forma más fiel posible.

El artículo se comienza llamando de entrada «El fomento de La Gomera» y tiene un subtítulo tal como «Recorriendo los pueblos. — Otro embarcadero. — Siempre solos. Solemne inauguración, discursos, etc. — Despedida.»

En Hermigua

No exageraban los que nos habían prometido gratas impresiones en el vecino pueblo de Hermigua.

Hermigua, famoso por su valle, uno de los más ricos y más pintorescos de la provincia, pero tristemente célebre por el caciquismo leonino que allí ha imperado, nos recibe igualmente con grandes atenciones y generosa complacencia.

Hacemos el viaje en caballerías, formando la expedición doce jinetes, entre ellos un amable señor extranjero Mr. Bluit. que ha llegado el día anterior para asistir a las fiestas de Agulo.

Mr. Bluit cabalga en un mulo huraño y fornido que destaca su gallarda figura entre las demás caballerías, casi todas faltas de elegancia si exceptuamos un caballo amarillo y correntón que le toca en suerte á Molowny.

Los demás nos resignamos a hacer de Sanchos y Quijotes, por la apostura de los rocinantes y de los dos o tres rucios que entre ellos había.

Nuestra primera visita en Hermigua es al presidente de La Unión, D. Francisco Trujillo Grasso, bondadoso caballero, en cuya casa encontramos los mayores agasajos. El señor Trujillo y su simpática señora tienen para nosotros toda suerte de amabilidades, y en su grata compañía hubiésemos permanecido más tiempo a no ser tan apremiante el que disponíamos para la excursión.

De la casa del Sr. Trujillo nos trasladamos a los almacenes de la casa Eider Fyffe, que se hallan inmediatos. La extensión de sus salones y la abundancia de frutos que contienen dan aspecto de ingenio a estos almacenes.

Numerosas campesinas trabajan a la sazón en el empaquetado de plátanos, cuyos racimos, militarmente alineados, parecen un diminuto ejército de verde uniforme que se dispone a emprender la marcha para luengas tierras… Los dedos múltiples de los frutos erguidos señalan a aquella pacífica legión el camino de su porvenir: la conquista de los mercados

Ha sonado la hora del almuerzo y las campesinas abandonan la tarea, formando corros alrededor del ayanto.

En uno de ellos, una morena agraciada y risueña nos invita «a probar bocado». Niebla acepta la invitación y la morena entonces le obsequia con una enorme pelota de gofio que pone a aquel compañero en verdadero apuro. No es posible desairar a la muchacha y Niebla, cortés y agradecido, apechuga con el gofio, que le sabe á mieles.

El jefe de los almacenes D. Eliseo Plasencia, un señor que ha calentado sus huesos en los trópicos, nos lleva después a su despacho, donde somos espléndidamente obsequiados.

Nos despedimos muy reconocidos, y proseguimos nuestra marcha para Hermigua. Las bellezas del paisaje se multiplican a medida que nos internamos en el hermoso Valle.

Las casas, diseminadas, escódense entre abanicos de palmeras y laureles, y el agua, serpenteando en todas direcciones, desata entre juncos y cañaverales sus lenguas de cristal, cantando alegrías.

Bajo un sol inclemente y a todo el correr de nuestros caballos trotones, llegamos hasta el Valle Alto, o Cruz del Puerto, en las faldas de una montaña que parece una montera con sus dos picos elevados.

El cuadro que desde allí se contempla nos parece un rincón del Valle de la Orotava, lleno de verdor de platanares, entre marco de geranios blancos y rojos…. Y, en la lejanía, asomando entre el hueco de los riscos que yerguen sobre la costa sus inmensas moles peladas, el mar azul y sereno, orlando la playa con la plata de sus espumas….

Fatigados y rendidos emprendemos el viaje de regreso. Las caballerías, jadeantes, marchan ahora a lento compás, parándose en las vertientes del camino para refrescar las fauces en el agua cristalina que por ellas corre, camino de los barrancos.

El progreso de Hermigua

Como Agulo, Hermigua progresa a pasos agigantados. Su agricultura en auge brinda a aquel Valle un porvenir dichoso, y en todos se nota el afán de trabajar por el fomento de su pueblo.

Ahora la Sociedad La Unión está construyendo un pescante o desembarcadero de gran importancia. Patrocina la obra nuestro amigo D. Emilio Calzadilla y dirige los trabajos el ilustrado teniente de Artillería, D. José Maldonado, autor del proyecto. El pescante era de acero y hierro y su coste no bajará de 100 mil pesetas, distribuidas en acciones. Hasta la fecha pasa de un centenar el número de accionistas y se espera un considerable refuerzo en metálico de los gomeros residentes en Cuba.

Además se está construyendo un camino del Valle al puerto, para cuyos trabajos ha hecho importantísimos donativos la casa Eider Fyffe, que presta también un grande auxilio a la obra del pescante.

A cambio de esto véase el resultado de la iniciativa y del celo oficiales. Hermigua, que cuenta con más de 4.000 habitantes, no tiene ni una sola escuela pública para muestra. Esto, no es menester alabarlo.

Competencia y estímulo

Aunque sin llegar a los límites de una enconada rivalidad, puede decirse que Hermigua y Agulo se disputan primacías e importancia, bajo un estímulo de progreso muy plausible.

Especialmente en el elemento campesino se nota el influjo de este espíritu de competencia que algunas veces ha degenerado en zafio pugilato.

Recordamos en este momento el siguiente diálogo que sostuvimos con una mujer de campo en Agulo:

Señorito ¿va usted á Hermigua?

– ¿Por qué pregunta usted eso, señora?

– Pa que me diga usté después si le gusta más Hermigua que Agulo.

– A nosotros seguramente nos gustarán mucho los dos pueblos.

– Ah! ríase usté de Hermigua, caballerito: aquella gente nos quiere muy mal. ¡Como que dicen ellos, en una vieja conseja ¡— ¡mire usté lo que dicen, caballerito! — pues dicen que Dios en Agulo no estuvo!….

– Vamos, eso será una broma.

– ¿Broma?… Por la salud de toda mi gente que es una verdad como un Evangelio…

En este diálogo no hallábamos enzarzados cuando llegó otro mujer que, encarándose malhumorada con nuestra interlocutora, le dice:

– ¿Qué está usté inventando, señora?… A un pueblo no se debe desacreditar ante un forastero… Señora; que va usté á cometer un pecado mortal.

Vease, por este diálogo, cómo entre agulenses y hermiguenses existe una tradicional, aunque inofensiva rivalidad.

Más esto, lejos de sembrar males y rencillas, como ha sucedido en otros pueblos, ha contribuido al engrandecimiento de aquellas hoy florecientes comarcas que se disputan con nobles y legítimos afanes su prosperidad y riqueza.

Que ello sirva de ejemplo a quienes, en lucha de taifas, malgastan preciosas energías.

transportador al pescante de agulo, la gomera

Otra vez en Agulo, Inauguración del pescante

De regreso de Hermigua y después de un magnífico almuerzo con que fuimos obsequiados en la casa de don Leoncio Bento, nos dirigimos al pescante para asistir al acto de la inauguración solemne.

El largo y accidentado camino que conduce al pescante se ve lleno de gente que, dando muestras de gran satisfacción, acude presurosa a la ceremonia.

Abajo, en las inmediaciones del pescante, la concurrencia de hombres y mujeres es enorme, haciéndose casi imposible el acceso al salón de resguardo de mercancías y descanso de pasajeros.

En el desembarcadero, totalmente invadido por la concurrencia, en la que figuran muchas señoritas, se halla la banda municipal de La Laguna, que ameniza la fiesta, tocando alegres valses acompasados por las olas que baten en los pilares del pescante.

La tarde es luminosa, de áureas y brillantes tonalidades. La mar, adormida y diáfana, sirve de marco al poético cuadro en que se dibujan con sus trajes blancos y rosados y sus cabelleras rubias y castañas, adornadas con flores, tentadoras figuras de Venus campesinas…

A lo lejos, el Teide, atalayando los horizontes, eleva su gallarda silueta limpia de nubes, sobre el fondo plomizo de la lejanía.

En el puerto se ven cuatro vapores fruteros, perfectamente engalanados, que se han reunido allí por orden de los Sres. Wolfson y Hamilton para dar mayor realce a la ceremonia.

El cura del pueblo, un rollizo páter de senda casilla amigo bonete, entra, hisopo en mano, en el pescante, y se procede a la bendición.

Momento culminante. La música entona la marcha real.

Los vapores saludan con sus bocinas. Cohetes voladores atruenan los ámbitos.

Se oyen vivas y por todos los semblantes se esparce, copioso, el júbilo, llenando los pechos de alegría.

Terminada la ceremonia religiosa, oímos que un viejo octogenario le decía a otro, con voz queda y temblorosa:

—Paisano, ya llevaremos que contar….

Refrigerio y discursos

Los invitados pasamos luego al salón de marras, que se halla repleto de público. Allí se sirve a todos un abundante refrigerio de vinos, licores, cerveza y además toda clase de pastas, dulces, embutidos, etc.

Los señores Bento, Carrillo, Cañadas y demás organizadores de la fiesta obsequian primeramente a las señoritas y luego a los demás invitados y músicos de la banda municipal.

Después, el señor Ascanio (D. Francisco), maestro de escuela y Secretario de Agulo, pronuncia el discurso que a continuación publicamos y que el público interrumpió con aplausos.

Policarpo Niebla, director de La Opinión, contesta al señor Ascanio dándole las gracias por los elogios que hacía de los periodistas y expresando también la gratitud imperecedera de los tinerfeños allí presentes por las grandes atenciones de que estaban siendo objeto.

Felicita á Agulo por sus notables adelantos, por su patriotismo sincero y su cultura admirable, y termina haciendo votos porque los demás pueblos, unidos por los mismos desvelos e ideales, le imitasen en su progresiva y loable labor. El discurso elocuente del señor Niebla es calurosamente aplaudido.

Después el que esto escribe habla también en nombre de la prensa para dar igualmente las gracias a aquellos hospitalarios vecinos y para felicitarles por la importante empresa que habían realizado.

Nosotros, dijo, no hemos venido como casi todos vuestros visitantes, a pediros votos: venimos a traeros un abrazo de paz y fraternidad de Tenerife, a estrechar los vínculos de una unión perdurable y fecunda, a compartir con vosotros las alegrías del acontecimiento memorable que estáis celebrando.

Les alentó luego a combatir el caciquismo y a imitar el ejemplo de cuantos dieron su vida por la gloria de esta hermosa tierra.

Mañana nos vamos, terminó diciendo, pero dejó entre vosotros mi alma canaria prisionera de vuestra exquisita cortesía y de la gracia incomparable de vuestras bellas mujeres.

Seguidamente Diego Crosa, inspirado como nunca, canta las bellezas de la tierra gomera, elogia la fiesta que acababa de celebrarse y tiene también frases de encomio para el patriotismo de los hijos de Agulo.

Terminó ponderando las ventajas de la unión entre los pueblos y luego da lectura a una poesía improvisada la noche anterior, que el público premia con grandes ovaciones.

Un poeta del pueblo

El señor Ascanio anuncia que va a leer una poesía de un modesto hijo del pueblo, de Nicasio León, vecino de Hermigua. La concurrencia la escucha con religioso silencio y al final tributa aplausos a su autor.

La poesía acusa un sano patriotismo que vale más que las bellezas literarias, muchas veces sin alma ni calor de sentimientos.

Dice así:

Mi torpe y pobre musa, engrandecer quisiera,

lo que el pueblo de Agulo merece en este día;

merece que digamos, no lo hay en La Gomera,

tan patrio y entusiasta, tan fuerte en la porfía.

—-

Merece que gritemos, viva entusiasmo tanto;

merece se repita, sin torpe disimulo,

que vivan los patriotas, que con su fuego santo,

enaltecen los actos progresivos de Agulo.

—-

Ayer un solo hombre, con ímprobo trabajo,

se impuso el primer paso de avance en el progreso

y empieza un serio estudio, pero un estudio

bajo las reglas fijas, propias, del arte con exceso.

—-

Constante en la porfía, constánte en su saber,

explica a sus vecinos, el agua en abundancia,

en todas vuestras casas, con activa constancia,

por veinticinco duros, os ofrezco poner.

—-

Así lo llevó a cabo. El agua cristalina,

serpentea en el pueblo, con su constante higiene,

y desde el pobre al rico, todo el mundo la tiene,

debido a los esfuerzos del hombre que se fina,

por traer a su pueblo, lo que al pueblo conviene.

—-

Más tarde demostrando lo que este pueblo es,

instalan el teléfono, y avante, siempre avante

como los pueblos cultos; no se arredran, no obstante

los gastos excesivos, que causan escasez.

—-

Todavía valientes, arrostran otra empresa.

y dicen todos, todos, adelante, adelante,

á inaugurar la obra, la obra de un pescante,

aunque haya, para ello, que agotar nuestra fuerza.

—-

Y es claro, un pueblo amante, amante de su gloria

grita con entusiasmo: el querer es poder,

venga nuestro pescante, que lo queremos ver

funcionando en el año; el año que en la historia,

sus páginas escritas se dudarán creer.

—-

Y hoy que, terminada queda su hermosa obra,

y llenos de entusiasmo la inauguran dichosos,

gozan de los esfuerzos que han tenido de sobra,

y todos les diremos, patriotas venturosos.

 —-

Estos mis torpes versos, de humilde poesía,

espontáneos salen de un pobre corazón,

que dice lo que siente, que brinda en este día

por todos los de Agulo, en fuerza de razón.

—-

Después otro vecino de Agulo, don César Casanova, recita una poesía y terminada ésta hace un elocuente resumen el Sr. Ascanio.

Así terminó el acto, durante el cual la banda de música ejecutó las mejores piezas de su repertorio.

El desfile luego resulta pintoresco en extremo. Toda la extensión del camino de Agulo y Hermigua se ve desde el pescante lleno de hombres y mujeres que, con el tono polícromo de sus trajes, semejan una cinta tendida caprichosamente en las faldas de la montaña…

Por la noche, Baile en el Casino

Aún se nos reservaba una nueva agradable sorpresa: el baile por la noche en el Casino Círculo de Amistad de Agulo.

Amenizaba el baile una sección de guitarras y bandurrias, a cuyos alegres compases danzaba una bulliciosa y distinguida juventud.

El bello sexo resultaba un espléndido ramillete de flores, formado por las bellas señoritas Julia Corvella. María Fragoso, Carmen Díaz, Catalina Mora, Francisca Padilla, Rosa Lugo, Paca Ascanio, Rosario Mora, Carmen Díaz Herrera, Elisa Bravo, Carmela Padilla, Clotilde Sánchez, Mercedes Padilla, Sixta y Estrella Cañadas, Rosa Bravo, Francisca Trujillo, Narcisa Ascanio, Cesarina Trujillo, Carmen Lugo, Joaquina Mora y Dolores Díaz.

También vimos allí a las señoras Isabel Ascanio de Ascanio, Manuela Fragoso de Mendoza, Elvira Moreno de Ascanio, Concepción Herrera, viuda de Díaz, y Dª Carmen Bento.

La fiesta se prolongó, sin que decayera la animación, hasta las 12 de la noche, a cuya hora se disolvió la concurrencia.

De regreso

A la mañana siguiente emprendíamos el viaje de regreso.

Hasta el pescante fuimos acompañados por los principales vecinos del pueblo, los cuales no nos abandonaron hasta el preciso momento del embarque.

El Taoro aguardábanos a corta distancia del pescante.

Al poner pie en la lancha que había de conducirnos al vapor, agitáronse pañuelos y oyéronse entusiastas vivas a la Gomera, a Tenerife, á Agulo.

Desde las montañas numerosos grupos de campesinos presenciaban nuestra despedida.

Levó anclas el Taoro y, a los pocos momentos, la bocina del barco enviaba un adiós cariñoso al pueblo de Agulo y al Valle de Hermigua, de los que tan gratos recuerdos llevábamos grabados en el alma.

Nuestra gratitud

Para terminar esta ya larga información queremos reiterar aquí públicamente el testimonio de nuestra gratitud al hidalgo pueblo gomero, en general, y especialmente a los señores Bento, Carrillo, Ascanio, Díaz y tantos otros que nos agasajaron con verdadero afecto y simpatía.

Y vaya, por último, nuestra felicitación á. aquella Isla hermana, olvidada y desamparada, que trabaja ella sola por engrandecerse y dignificarse.

Sirva ello de ejemplo a los demás pueblos canarios, donde las piquetas del odio no cesan de destruir.

La unión se impone.

¡Viva la unión!

¡Vivan las Canarias!

Luis Roger

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Una carta

Completamos nuestra información insertando aquí la siguiente carta de nuestro estimado amigo particular don Ángel Carrillo.

«A los Sres. Representantes de la Prensa:

No me queda otro consuelo que daros un millón de gracias por haber honrado con vuestra presencia, los festejos celebrados en mi pueblo.

Mi gratitud será eterna, especialmente para los Sres. García Cruz y Leoncio Rodríguez, pues á Niebla casi le obligaba a venir a estas humildes peñas, la íntima amistad que con él me une.

Al hablar de la obra no olvidéis hacer especial mención de mi querido amigo el Sr. Cañadas, quien, desde un principio hasta hoy, ha sido el factor principal, tanto moral como materialmente, de que podamos en el día llamarnos un pueblo libre y único en esta isla, o quizás hasta fuera de ella.

Al regresar mañana a Tenerife, donde os acompaño con el pensamiento y el corazón, debemos decir a nuestros hermanos, que un pueblo no es grande por su población, lo es siempre por la estrecha unión de sus hijos, y la prueba la está dando Agulo; pues aquí hace muchos años que se le cortó de raíz la cola del León a quien tanto teméis vosotros, que sois un pueblo grande, noble y culto.

Por último, os ruego perdonéis las faltas de atención que con ustedes hayan podido observarse, pues debéis estar seguros que ha sido o por ignorancia o escasez de recursos, pero nunca por falta de buena voluntad.

Ángel Carrillo

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