Acometemos en este pequeño trabajo, el estudio de ciertos vocablos gomeros que la «tamusni» (sabiduría popular por tradición oral) de la isla nos transmitió.
La isla de La Gomera (Ghumara Rif Occid.) es depositaria de uno de los más ricos legados beréberes insulares de Canarias. Los abundantes accidentes geográficos (roques, montañas. fortalezas naturales, etc.) y su difícil orografía, la hacían idónea para el desarrollo del culto a la Divinidad de los primeros habitantes. Incidiremos en la importancia del agua (aman) los manantiales u «ojos» de las fuentes (amunken) y de la lluvia (anzar), palabras canarias presentes en numerosos topónimos isleños, como elementos esenciales en los ritos de fertilidad y fecundación.La existencia de sacerdotizas que llevan a cabo estas funciones en las primeras sociedades insulares, está documentada fehacientemente por diversos cronistas, aunque con distintas denominaciones «harimaguada» y «magua» según Sedeño y Viana, «magua- y «magada», según Marín y Cubas y Abreu Galindo (F.P De Luca. 1996=125). Así mismo, el término «maguada» es recogido por el franciscano Fr José de Sosa, a través de la «Casa de las Maguadas», en Gáldar (J Cuenca. 1996 137-138).
Aparte de la isla de Tamarán, fruto de los estudios toponímicos y linguísticos del Centro de Estudios Imazighen de Canarias (CEIC), también se constata la existencia de estas vírgenes en Fuerteventura en las Tamonantes (TAMUNENT: la de la acompañada, la del acompañamieno) de los cortejos rituales de petición de lluvia (F.P. De Luca. 1996:127) Igualmente, en la isla de Tenerife encontramos Montaña Magua en Arico muy similar la Montaña Inagua o Imagua (Chil), en la propia isla de Canaria y a la que después nos referiremos, lo que probaría la unidad cultural de las islas, ya apuntado por otros autores.
Volviendo a La Gomera, objeto de nuestro estudio, el agua fue un recurso bastante importante, con proliferación de nacientes alrededor de los cuales se formaron bastantes caseríos. Es sobretodo en las cumbres y medianías de Vallehermoso, Agulo y Valle Gran Rey donde abundan los «amunken» (las fuentes) más caudalosos. En cuanto a la localización geográfica en donde se hubieran llevado acabo ritos propiciatorios del «anzar» (la lluvia), nos centraremos en lo zona de Vallehermoso.
El Dr Bethencourt Alfonso (Historia del pueblo Guanche, I. 1991:372), nos aporta el topónimo TAMAGADA y la expresión ETIMARA de TAMAGADA, en Vallehermoso. Por nuestra parte, debemos reseñar que entre los touaregs del Ahaggar (Sahara Central) existe el vocablo «Ámawad*= adolescente (plural: «Imowaden»). La feminización de esta voz sería»Tamawad’ (plural ‘Timawoden’ = adolescente, virgen, doncella). Estos términos touaregs explicarían bastante bien los vocablos canarios magua, maguada, magada («amawad»); tamagada («tamawad») y harimaguada («eharín tmawaden»= asociadas, reunidas, encerradas doncellas, alusivo a la Casa de las Maguadas, en donde vivían enclaustradas).
Por otro lado, entre los Chleuch del Alto Atlas y Sous marroquíes existe el numeral Mraw o Maraw, que significa «diez. El vocablo se documenta en Canarias según el viajero genovés Nicolasso de Recco, quien nos señala la voz «Marava» o «Maraua» para el número diez (10). recogido en la isla de Canaria en 1341 (J. Alvarez Delgado. 1949-45:58) En consecuencia, la expresión ETIMADA de TAMAGADA se transcribiría por N-TI-MARAW de TAMAWAD: «de las diez de tamaguada o tamagada» (esta última por pérdida de la V). o sea «de las diez Maguadas», ya que se debe tener en cuenta que para decir una cantidad en tamazight, por ejemplo 10 mujeres se traduce literalmente por «diez de mujeres». En lo posterior castellanización de la expresión se perdería la V del fonema «en» y lo «u» final de «marau* añadiéndose una «o» final a «tamagad. Es obvio que el topónimo significa el lugar de los diez Maguadas o sacerdotisas. En la vieja sabiduría popular transmitida oralmente («Tamusni») confirmamos que los antiguos grupos folclóricos se componían de diez personas.
Esto probaría que el número 10 se aplicaba al número de participantes femeninas en los cortejos rituales de invocación al anzar (lluvia) anteriores y durante la conquista por parte de los Maguadas de la zona norte (bando de Orone). El «Terrero de las Brujas» (J.F Navarro. 1996:278) en Vallehermoso, confirma la existencia de un viejo ‘bailadero» gomero, posteriormente cristianizado.
Autor: FRANCISCO P. DE LUKA LOPEZ Dpto. de Lingüística y etnografía del Centro de Estudios Imazighen de Canarias «TAMUSNI». Revista Eseken.