El paisaje de Chejelipes, en el este de La Gomera, está marcado por sus tres presas. Tres oasis en cuyos alrededores se asientan fértiles cultivos y bellos palmerales. Las pequeñas casas que componen este disperso caserío, cercano a la capital, se asientan sobre las laderas del barranco de La Villa, formando una bella estampa difícil de igualar. Con poco menos de cincuenta habitantes, este rincón aislado pero de fácil acceso es un remanso de paz.
Miradores desde los que contemplar el paisaje gomero
Lo escarpado del terreno hace que sea frecuente el uso de montacargas que salven la accidentada geografía del barranco para transportar los víveres necesarios para los vecinos. Los muros de contención de las presas son transitables y desde ellos se aprecian magníficas vistas del caserío de Chejelipes, lo que los convierte en miradores estupendos para retener en el recuerdo o en la memoria de la cámara fotográfica una postal única. Y no hay que marcharse de Chejelipes sin probar el sabroso conejo a la brasa que sirven en la zona.