En Guadá, Valle Gran Rey, (La Gomear) la principal festividad es la que se celebra en honor a San Antonio de Padua, cada 13 de junio. Pero aprovechando la cercanía del dos de febrero, vamos a recordar otra fiesta de especial relevancia en este barrio de Valle Gran Rey.
La ermita de San Antonio es relativamente reciente, en 1952 se celebró la primera fiesta, y está enclavada en un cabezo que domina el barrio de El Retamal, en la zona alta de Valle Gran Rey. Para entender el motivo por el que se construyó esta ermita y por qué fue San Antonio el santo escogido, hay que remontarse a los sucesos conocidos como “La guerra del agua”, que tuvo su punto álgido entre los años 1947 y 1948.
Originalmente, en el altar de la ermita de San Antonio había tres nichos y sólo dos santos: San Antonio de Padua y el Santo Ángel de la Guarda. Enterado de esta situación por las trabajadoras de sus fincas de tomates de Borbalán, Juan Carballo, natural de Tenerife y casado con Amelia Trujillo (familia propietaria de los terrenos) formuló la siguiente promesa: “Si la cosecha de tomates se me logra compro una Virgen de Candelaria, porque ese es mi pueblo y le tengo devoción a la Virgen”. Y fue él quien adquirió la imagen que se llevó a la ermita de San Antonio. Estamos hablando de mediados de la década de 1950. Como anécdota citar que la Virgen era más grande que el espacio del nicho, motivo por el cual estuvo mucho tiempo sobre una mesa aparte.
Con el transcurso de los años y debido al deterioro de la ermita, se decidió hacer una obra nueva. El presupuesto de la misma fue de 65.000.000 pesetas. La financiación corrió a cargo del Ayuntamiento de Valle Gran Rey, siendo alcalde Esteban Bethencourt, con la colaboración el Gobierno de Canarias (para ayudar la adquisición del mobiliario). Asimismo, las imágenes y los ornamentos sagrados fueron adquiridos por suscripción popular, gracias al trabajo desinteresado de una Comisión de Vecinos que recorrió Valle Gran Rey y parte de Tenerife.
En acuerdo plenario de fecha 29-12-1989, la Corporación acordó hacer entrega de la Iglesia al Obispado de Tenerife. El cumplimiento oficial se realizó con la entrega de llaves en el acto de bendición por el Sr. Obispo, que tuvo lugar el día 13 de junio de 1990. A cambio el obispado cedió al Ayuntamiento un solar de su propiedad en el barrio del Retamal, donde se construyó la cancha deportiva.
Cuando se construyó la iglesia nueva, se compraron también santos nuevos: “Los santos viejos estaban estropeaditos, sobre todo La Candelaria que hasta agua le cayó y se estropeó porque era de yeso”. La imagen de la Virgen de La Candelaria fue depositada en el Colegio de El Retamal. Hace unos años fue restaurada y vuelve a esta en el altar de la ermita de San Antonio, mientras que la nueva está en la sacristía.
La Fiesta de La Candelaria comenzó a celebrarse a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, con su misa al mediodía y su baile por la tarde. La procesión iba hasta la curva del Lance, no cómo actualmente que se limita a dar la vuelta a la plaza.
Celebrando La Candelaria en la plaza de San Antonio 02-02-1975. De izquierda a derecha Cándido Dorta, Eugenio Navarro, Antonio Correa, Domingo Niebla, Pancho Cruz, Pancho Chinea y Manuel Chinea (Fotografía cedida por Bertilia Niebla Dorta).La fiesta dejó de celebrarse por diferentes motivos: la propia fecha, en pleno invierno, con frecuentes inclemencias meteorológicas; el hecho de que los vecinos dejaran de salir a pedir para recaudar fondos; y sobre todo, a raíz del trágico accidente de tráfico, en una noche de viento y frío el dos de febrero de 1976, en el que fallecieron dos vecinos en la Cuesta de los Paredones.
Recogiendo el testigo, Celebrando La Candelaria, 2006- De izquierda a derecha Francisco Barroso, Adrián Chinea, Higinio Chinea, Miguel Ángel Hdez, José Ortiz -El Mago – y Ricardo Cabrera – AF Chácaras y Tambores de GuadáEn esos años, lo que se hacía era aprovechar la fiesta de San Antonio para sacar también a La Candelaria y al Santo Ángel de la Guarda, que habían dejado de sacarse en procesión sus días respectivos.
A partir de la fundación del grupo de “Chácaras y Tambores de Guadá”, con el comienzo de siglo, se retomó la procesión con chácaras y tambores, tras la cual y organizada por la parroquia de San Antonio de Padua, se celebra una merienda de confraternización entre los vecinos en un ambiente agradable y distendido.
Fuente: Miguel Angel Hernandez Mendez.
Imágenes:
- Archivo fotográfico Agrupación Cultural y Folclórica “Chácaras y Tambores de Guadá.