La Caleta, en el municipio de Hermigua, es una de las mejores playas del Norte de La Gomera. Su aislamiento ha posibilitado que permanezca aún poco urbanizada, como un rincón ideal para disfrutar de una tranquila jornada de playa de mayo a octubre.
Pese a ser uno de los rincones más tranquilos de esta zona de la isla, no está de más extremar las precauciones con las corrientes durante el resto del año. El camino hasta ella nos permite disfrutar, además, de la visión del Teide en el horizonte.
Nuestra ruta comienza en el barrio de Los Pedacitos, en Hermigua, junto al Puente de la Playa, puente que cruza el barranco de La Calle. Estamos en el barrio de Los Pedacitos, casi en la propia Playa de Hermigua.
Desde ahí, emprenderemos el camino de subida que existe a la derecha. Ascenderemos por la montaña hasta llegar, en la cima, a una pista de tierra. Tomamos la pista de tierra en dirección a la izquierda y el camino nos llevará directamente a la parte superior de la playa. A lo largo del camino, podremos ir viendo debajo de nosotros los restos del antiguo Pescante, utilizado, antes de la construcción del puerto de San Sebastián, para cargar los plátanos que se exportaban desde la Isla Colombina a Europa. Actualmente, es una piscina natural en la que se han conservado los grandes pilares que sostenían las grúas para cargar la mercancía.
Durante todo el camino, si el día está despejado, se puede disfrutar de una espectacular y poco conocida perspectiva del Teide y de la isla de Tenerife. Pasaremos junto a las pequeñas alturas de Camina y Mareantes y, un poco más tarde, junto al desvío que nos lleva hasta El Palmar o a La Caleta.
El descenso. La pista de tierra -que puede transitarse con coche o bicicleta tomándola desde otros puntos del municipio- nos conducirá hasta un amplio llano, en el que nos toparemos con una pequeña ermita, la de San Juan, y unas escaleras de piedra. Es el final de otro de los barrancos de Hermigua, el de La Barraca.
Tendremos que descender las escaleras de piedra para llegar a nuestra meta: pisar la arena negra de la playa. Allí disfrutaremos del mar en todo su esplendor -es prácticamente imposible escuchar otra cosa que no sea el sonido de las olas y del viento- en una playa de unos 180 metros de longitud y 4 de ancho que van desde la Puntilla del Frontón a la Punta de Lorenzo.
En la pequeña playa, además, hay un bar en el que podremos comer y que abre prácticamente todo el año. También se dispone de aseos, duchas y de un merendero.
Artículo publicado en la revista Océanos ( nº 19) de Fred Olsen.